Seamos sinceros: a estas alturas, la primera semana del Giro no es que se pueda calificar como un éxito. Hasta ahora, lo poco que se ha visto ha corrido a cargo del equipo Quick Step, con Jungels y Gaviria en estado de gracia y una magistral jugada táctica en una etapa de mucho viento que casi logra un corte que hubiese puesto a temblar a todo el pelotón. Poco más en lo que se refiere a la general. Ni siquiera el Etna, al que se le tenía tanta fe, sirvió para ver a los favoritos mostrar alguna carta. El viento de cara impidió movimientos. Pero aún hay tiempo de arreglarlo.

Y para terminar esta primera toma de contacto con la carrera en la que ningún ‘gallo’ ha quedado descabalgado de la clasificación general –los 16 primeros están todos en 23 segundos-, la organización del Giro ha dispuesto la subida al Blockhaus. Un coloso en los Abruzzos con casi 15 kilómetros de ascensión y una pendiente media del 8,4%. Un puerto que por sí mismo puede hacer diferencias… siempre que alguien las busque, claro. Y en esa posición se encuentra ahora Nairo Quintana, que hasta hoy se ha dedicado a pasar los días sin mostrar fisuras pero tiene que pasar a la acción en primera persona ante la proximidad de la primera crono larga del Giro.

Todo el mundo asegura que esta etapa será decisiva. Andrey Amador ya dijo este viernes que habrá diferencias: “Estamos a la espera de lo que pase en el fin de semana. En el Blockhaus habrá cambios en la clasificación”, comentó a los periodistas. Suele ser, es cierto, un puerto en el que ocurren cosas. En 1967, la primera vez que se afrontó, ganó un tal Eddy Merckx que todavía estaba lejos de ser el ‘Caníbal’. Al año siguiente, certificó allí mismo su primer Giro de Italia. Y en 1972, el propio Merckx hincaría la rodilla frente a José Manuel Fuente, el recordado escalador asturiano ‘Tarangu’. La última vez, en 2009, Carlos Sastre se jugaba el podio y Franco Pellizotti –hoy bajo órdenes de Nibali- y Danilo Di Luca lo dejaron sin opciones. Tiempo después volvería a él por descalificación de los dos italianos.

Nairo Quintana, junto a su equipo. EFE

NAIRO NO ESTÁ A SU MEJOR NIVEL

Volviendo a Movistar, su jefe de filas ya ha hecho público que todavía no está a su mejor nivel. Nairo Quintana ni siquiera se movió en el Etna, aunque Amador cortó de raíz y con facilidad el único intento de Nibali en la subida al volcán. Pero el colombiano quiere que pasen los días y salvarlos hasta que se sienta mejor. Recuerda mucho al del pasado Tour, y eso no es bueno porque además no tiene nada que ver con lo que habíamos visto de él en esta primavera. El caso es que este puerto es una oportunidad que el colombiano debería tomarse en serio para darle el primer zarpazo a la carrera.

Porque el siguiente asalto de este Giro va a ser el martes, con una contrarreloj de 40 kilómetros a la que no le conviene llegar con los rodadores pegados a sus talones. Y menos aún tenerlos ya por delante. Quintana, y también el resto de escaladores puros entre los que figura Landa, necesitan ahora sacar tiempo una vez que todos salieron juntos del Etna. Evidentemente, un escenario en el que lleguen muy parejos a esa contrarreloj –donde lo normal es que Nairo se deje por lo menos dos minutos con Thomas, Dumoulin o Jungels, entre otros- no es definitivo pero ya le obliga a ir contracorriente.

Jungels celebra su victoria en el Giro. EFE

Como ya sucediera en 2009, la cima de la etapa está ubicada cerca del hotel Mamma Rosa. El puerto, que debe su nombre a las defensas que construyó el ejército alemán durante la II Guerra Mundial, tiene aún cuatro kilómetros más para terminar por encima de los 2.000 metros de altitud. Pero a la organización tampoco le interesa que todo salte por los aires en la primera semana, así que sitúan el puerto como final de una etapa corta de 149 kilómetros que, además, no tendrá ninguna dificultad montañosa más. A partir de Chieti, eso sí, el terreno se hace incómodo aunque sin subidas largas.

Nairo es el primero que sabe de la importancia de este día: “Será una etapa muy dura, y se notará porque la de hoy (por ayer) hizo mucho daño”, dijo ayer tras cruzar la línea de meta. También se refirió al Blockhaus Fabio Aru cuando tenía el Giro como objetivo, antes de lesionarse en Sierra Nevada, como una de las tres jornadas más importantes. Pero realmente hay unos que tienen que lanzar el guante y son los escaladores puros. Ayer mismo Mikel Landa trató de dar el golpe y vestirse de rosa. Fue líder virtual durante unos minutos, pero FDJ controló para Pinot y le acabó dando caza: “He probado porque vi a los equipos desarmarse. También quería recuperar sensaciones de cara a mañana (por hoy)”, dijo el alavés, que tampoco desveló gran cosa sobre su comportamiento de hoy: “Mañana veremos”.

De momento estamos viendo un Giro lleno de tacticismo, donde no hay un movimiento que no esté previamente pensado ni tenga un plan B. De hecho, Gorka Izagirre culminó ayer la tercera fuga exitosa en una semana. Cierto que han sido escapadas de calidad, pero son números inusuales al inicio de una gran vuelta. Los líderes siguen mirando de reojo al horizonte de esa tercera semana devastadora, pero lo cierto es que el martes hay una contrarreloj en la que los rodadores pueden tomar mucha ventaja si llegan parejos en la general. Además, la igualdad es tanta que todo parece indicar que el primero de los favoritos que corone la cima del Blockhaus llegará a la crono con la ‘maglia’ sobre los hombros. Es el momento de Nairo Quintana… y Mikel Landa no debe estar muy lejos si quiere mantenerse vivo.

Mikel Landa rueda. EFE

Noticias relacionadas