Colosal victoria de Dylan van Baarle en el tercer Monumento de la temporada, la Paris-Roubaix, en una carrera absolutamente espectacular y que estuvo completamente rota desde el principio. El equipo INEOS impuso su ley moviendo la prueba a falta de 210 kilómetros para meta, y en el momento de la verdad, el neerlandés pudo con todos los líderes para marcharse en solitario y entrar con más de un minuto de ventaja en el velódromo de Roubaix.
Van Baarle consigue así la victoria más importante de toda su carrera profesional después de haber sido segundo hace unos días en la disputa del Tour de Flandes. El belga Wout van Aert, duda hasta última hora tras haber superado la Covid-19 recientemente, fue segundo y el suizo Küng, tercero.
Quien no pudo estar ni en la batalla por la victoria ni tampoco por el podio fue Mathieu Van der Poel, que no tuvo las mismas piernas que en Flandes y terminó perdiendo el tren de los triunfos en la parte decisiva de la carrera. Finalmente consiguió entrar en el Top10 a más de dos minutos y medio del vencedor tras dejarse ir en la parte final.
Día impresionante de ciclismo en una de las pruebas más míticas de la temporada. La Paris-Roubaix recuperaba su lugar habitual en el calendario en el mes de abril y cambiaba el barro de la pasada edición por el polvo de un día seco y de sol radiante, pero marcado por el viento. Las fuertes rachas de aire empezaron a marcar el sino de la prueba gracias a la majestuosa actuación de INEOS.
La formación británica vive un momento de máximo esplendor y así se lo hicieron saber a todo el pelotón cuando apenas se llevaban 40 kilómetros de los 250 totales que iba a tener una batalla sin cuartel. Los movimientos del equipo inglés con corredores en estado de gracia como Filippo Ganna y Michal Kwiatkowski provocaron con abanicos que hubiera cortes de consideración en un pelotón que todavía no había empezado a saborear la jornada.
Esos movimientos pillaron desprevenidos a todos los grandes nombres y corredores como Van Aert, Van der Poel, Laporte, Asgreen o Mads Pedersen quedaron en grupos traseros a merced de su suerte. Algunos pudieron rehacerse en una carrera que ya nunca más volvió a recomponerse, mientras que otros perdieron todas sus opciones.
Por delante se había formado una fuga reducida donde había conseguido colarse Matej Mohoric, actual ganador de la Milan-San Remo. El esloveno hizo una carrera colosal, seguramente, el mejor del día junto a Van Baarle y Van Aert. Pero gastó más fuerzas de la cuenta y se quedó sin premio en el velódromo de Roubaix. La escapada nunca consiguió tener más de tres minutos de ventaja mientras por detrás se formaban numerosos grupos de perseguidores. Le acompañaban Pedersen, Ballerini, Devriendt y Pichon.
Tras unos primeros compases de palos, ataques y movimientos, la carrera consiguió estabilizarse dentro del caos que había formado INEOS, con dos pequeños grupos importantes donde rodaban entre otros Van Aert y Van der Poel, los cuales perseguían la cabeza. A falta de 64 kilómetros para la meta, ambos se juntaron para optimizar fuerzas.
Pelea entre los favoritos
Pero de nuevo regresó el zafarrancho dentro de los últimos 50 kilómetros, con ataques y cambios de ritmo que redujeron la diferencia de la fuga a menos del minuto. Comenzaba de nuevo el espectáculo de los hombres importantes. Van Baarle atacaba y se marchaba en solitario cogiendo una pequeña renta antes de entrar en Mons-en-pévelè. Allí Mathieu Van der Poel lo probaba por primera y se encontraba con la respuesta de Van Aert. El belga, a pesar estar todavía convaleciente, estaba demostrando tener un gas increíble.
Por delante, Mohoric cambiaba el ritmo y se llevaba con él a Devriendt. Por detrás, Pichon era alcanzado por un lanzado Van Baarle que había conseguido traerse consigo a Van der Poel, Stefan Küng y Van Aert. Por si esto fuera poco, un pinchazo provocó que Mohoric tuviera que echar pie a tierra y continuar su carrera en el grupo perseguidor, dejando al corredor de Intermarché solo en la punta. Su aventura, lógicamente, duraría poco con todos los 'bichos' que iban a su caza.
A falta de 30 kilómetros para meta, Mohoric hizo su enésimo intento, pero no se fue solo. Yves Lampaert, que apareció como gran baza de un desaparecido Quick Step, se soldó a su rueda al igual que hizo Van Baarle. Pronto abrieron un hueco de unos 40 segundos. Ese fue el movimiento decisivo, ya que gracias a esa avanzadilla, el corredor de INEOS de 29 años se posicionó como el elegido para la victoria.
Por detrás, todo volvía a saltar por los aires. Van Aert aceleraba y Van der Poel, con síntomas de flaqueza, cedía a falta de 20 kilómetros para la meta. El neerlandés se dejó ir pronto perdiendo más de un minuto. En compañía de Stuyven, decidieron sacar la bandera blanca y reconocer que se les había ido el caballo ganador. Quien no se rendía era Van Aert, que soñaba todavía con luchar por el triunfo.
Sin embargo, el destino estaba ya escrito. Van Baarle aprovechaba su destreza sobre el pavé para cambiar de nuevo el ritmo y ante la flaqueza de un extenuado Mohoric, consiguió irse en solitario. No tendría más compañía que los aficionados que abarrotaban las cunetas y el polvo del camino hasta entrar en solitario en el velódromo de Roubaix para dar su vuelta de honor. Terminó venciendo con una renta de 1'47" sobre sus rivales.
Mohoric perseguía por detrás, pero estaba todo perdido. De hecho, otro demarraje de Van Aert, que formó un gran tándem con Küng, provocó que ese pequeño grupo llegara por detrás para la disputa del podio. Quien no pudo lucharlo fue Lampaert, que a falta de 6 kilómetros para meta tuvo una durísima caída por culpa de un enganchón con un aficionado.
Mientras Van Baarle rompía a llorar abrazado a su director de equipo 'Dave' Brailsford, Van Aert lanzaba el sprint para llevarse la segunda plaza, relegando a Stefan Küng a la tercera. Oda al ciclismo valiente de INEOS Grenadiers en una jornada histórica y sin noticias de Movistar.
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