En el Manchester, y en cualquier club grande, las etapas las cierran y las abren los entrenadores. El problema, a menudo, es que no es fácil encontrar un técnico idóneo. Se puede tener una gran plantilla o fichar a los mejores, pero eso no es garantía de nada. En el Barcelona, por ejemplo, esa etapa ha sido corta: el legado de Guardiola lo heredó Luis Enrique y la transición ha sido dulce, dejando a pocos entrenadores por el camino. Sin embargo, eso no es lo normal. Los periodos de recesión suelen ser más agudos en el 90% de los casos, tal como parece ocurrir en el United, donde los resultados no justifican el gasto del pasado verano (139 millones de euros).
El fantasma de Ferguson todavía anda por los pasillos de Old Traford. David Moyes no consiguió cogerlo de la pechera y sacarlo de la ciudad deportiva; y tampoco lo ha logrado Louis Van Gaal, que vive paseando por la cuerda floja y rezando para que el viento no precipite su caída. Porque sus resultados esta temporada son francamente malos: el Manchester marcha quinto en la Premier League -cuando debería estar luchando por el liderato- y ha quedado eliminado en la fase de grupos de la Champions.
En fútbol, obviamente, nada está escrito. Así lo repiten una y otra vez los jugadores. Eso es un tópico y también es verdad. Pero lo cierto es que no parece que Van Gaal vaya a aguantar mucho en el banquillo del Manchester. Porque los resultados son malos y el juego mejorable. El equipo ni es un muro en defensa ni tiene acierto en ataque. La prueba: la derrota en Old Trafford en el último partido contra el Norwich (2-1), un equipo que lucha por la permanencia. ¿Y qué dice el entrenador? En rueda de prensa, en la previa del partido, no echó la culpa a nadie, pero tampoco a sí mismo. “La exigencia me la pongo yo”. Es decir, antes de reconocer sus fallos, optó por venderse de nuevo como infalible, por alimentar su ego.
La realidad es que el Manchester United se ha gastado 335 millones de euros en dos temporadas y no ha logrado juntar a once hombres que consigan dar el nivel que requiere la entidad. ¿Por qué? Esa es la pregunta que se hacen en la directiva, que hizo un esfuerzo por traer a Di María y lo tuvo que dejar salir al siguiente verano, y que también cedió a la concesión de Van Gaal para fichar a Schweinsteiger. Aunque el mismo entrenador, después, haya reconocido que Bastian no ha llegado cómo él esperaba. Y él fue el que decidió que no contaba con Chicharito, máximo artillero del Bayer Leverkusen, que lleva tres goles menos (19) que el Manchester United en la Premier League (22). ¿Resultado? Que nada funciona y todas las miradas se dirigen a él.
En este contexto, no es un secreto que el Manchester United se ha interesado por Pep Guardiola. Y tampoco lo es que la directiva está descontenta con el trabajo de Van Gaal. Es decir, la confianza en el holandés ha ido menguando y está casi por los suelos. Y una nueva derrota podría precipitar su caída. O, mejor dicho, su despido. Dependerá, obviamente, de si sus jugadores no han decidido optar por el camino de en medio, como sí lo hicieron en el Chelsea.