El trust de los 'galácticos'
Zinedine Zidane deja claro que jugará siempre con la 'BBC' e intentará que “los jugadores se lo pasen bien” para conseguir su “único objetivo”: ganar la Liga y la Champions League.
6 enero, 2016 00:54Noticias relacionadas
Zinedine Zidane fue decisivo en la 'Novena' Champions del Madrid (aquella volea en Glasgow), participó en la 'Décima' (era segundo entrenador de Ancelotti) y es ya el encargado de guiar a un equipo en crisis hacia el paraíso de la 'Undécima'. El peso de la leyenda ha logrado ilusionar al madridismo como no se vio en todo el año pasado: en sólo unas horas, sin haber hecho nada aún, el mago 'Zizou' ha logrado que en el entorno del club dejen de acordarse de José Mourinho.
La primera comparecencia del nuevo técnico dejó claras varias cosas, aunque Zidane pidiese a los periodistas comprensión ante su costumbre de “no hablar mucho”. No es el técnico que romperá la 'BBC' atreviéndose a sentar a uno de sus tres miembros en el banquillo, una audacia que se pidió insistentemente a Rafa Benítez durante su corta etapa y a la que nunca terminó de atreverse el técnico madrileño (pese al rendimiento preocupante de un Cristiano Ronaldo que no ha descansado ni un solo minuto en Liga y Champions).
“La idea es clara, jugar con los tres”
“Sus antecesores dijeron que la BBC era intocable”, comentó un periodista al técnico francés. “¿Jugarán juntos con usted?” La respuesta fue inequívoca: “Sí, la idea es clara, jugar con los tres”.
Zidane quiere reivindicar los valores tradicionales del madridismo (“buen juego, trabajo, esfuerzo”, dijo) y regresar, en paralelo, al estilo de gestión deportiva que mejores frutos ha dado al florentinismo. Tanto Vicente del Bosque como Carlo Ancelotti, entrenadores ganadores de las dos últimas Copas de Europa blancas (2002 y 2014), son más recordados por su extraordinaria capacidad de gestionar individualidades, de darles espacios para la libertad o incluso el disfrute, que por sus innovadoras propuestas tácticas. No pudo ser más claro el francés este martes en el Santiago Bernabéu: “Quiero que los jugadores se lo pasen bien”. “Hay que estar cerca de los jugadores”, repitió Zidane varias veces.
La frase tiene especial relevancia si se tiene en cuenta el motivo fundamental de la destitución de Benítez: el rechazo de los jugadores a su estilo obsesivo, rigurosamente táctico, que probablemente nunca pudo instalar por la propia disposición de algunos futbolistas intocables. Además de '10', el ya ex técnico tenía otro mote en el vestuario blanco: el 'Chapas'.
Cariño para Bale
La apuesta por los 'galácticos' vino confirmada por el especial cuidado que tuvo Zidane en hablar de Gareth Bale, el único jugador ausente del entrenamiento matinal (y abierto al público) de Valdebebas, probablemente el jugador más destacado en el último mes de Benítez y uno de sus pocos defensores en la plantilla. 'Zizou' afirmó “entender” que el galés, todavía candidato a futuro icono del club después de Ronaldo, “pueda estar molesto por la marcha de Rafa”, “que fuese un técnico importante para él”, y recalcó que le va a dar “todo el cariño y el apoyo, el mismo cariño que tuvo con Benítez”.
Zidane dijo que James e Isco (presuntos damnificados por el anterior técnico) son jugadores “formidables”, como Luka Modric, para añadir después que “todos los jugadores de la plantilla van a ser importantes”. Amigo y maestro de Karim Benzema, sólo puso a la 'BBC' por encima de los demás, como queriendo abortar cualquier intento de rebelión a un trío que últimamente palidece en comparación con la 'MSN' de Messi, Neymar y Suárez.
No se sabe mucho aún del estilo de juego que impulsará el nuevo entrenador, salvo que será “ofensivo y equilibrado”, “un fútbol bonito” en el que se “mantenga la posesión del balón”. Zidane dice creer en el “trabajo diario” y en “mantener la intensidad en cada entrenamiento y partido”, pero se espera un aroma de aquel equipo de la 'Novena', dirigidos por otro hombre de la casa, Del Bosque, en el que los dos primeros 'galácticos' (Figo y él mismo) se divertían y el vestuario blanco era una piña. Un regreso a los orígenes del florentinismo en su momento más difícil.