A modo de Cristóbal Colón del fútbol moderno, David Beckham cogió las maletas en Madrid y se fue a cruzar el charco. No buscaba una ruta a las Indias, pero también inició una travesía que generó adeptos. En la actualidad, las estrellas tienen una hoja de ruta más o menos prefabricada para sus últimos años, dejan su club cuando todavía tienen fútbol en sus botas y se marchan a ligas de un escalón menor.
Antes de Beckham ya lo hicieron muchos como Beckenbauer, Cruyff, Donadoni… pero con el inglés se redescubrió mundialmente el fútbol estadounidense. El que fuera el ‘23’ de los Galaxy es el culpable que explica la presencia actual de Steven Gerrard, Sebastián Giovinco, Didier Drogba, Andrea Pirlo, David Villa, Kaká… Y cada vez la lista es más larga.
Cuando Frank Lampard finalizó su contrato con el Chelsea tomó esa ruta, aunque con turbulencias. Tras casi dos años desde su presentación con el New York City, el centrocampista inglés ha jugado apenas una decena de partidos. 733 minutos a más de 6.800 dólares el minuto jugado. Vacaciones pagadas en la Gran Manzana. Su afición ya empieza a bromear con camisetas de ‘Dónde está Wally’ con Lampard a la espalda. Seguro que pagarían una buena recompensa si alguien encuentra al que fuera el ‘8’ del Chelsea.
El contrato fantasma
El 24 de julio de 2014 Frank Lampard comparecía ante la prensa neoyorquina. El protocolario “estoy muy contento por llegar a este club”, unas fotos posando con la bufanda y hasta luego. Lo mejor que dejó Lampard a su afición en ese año fueron unas fotos con el puente de Brooklyn al fondo. Él volvía a Inglaterra para formar parte del Manchester City: los citizen encabezan el entramado empresarial que fundó el club de Nueva York, que no comenzaba a competir hasta 2015.
Nadie se podía imaginar que ese acto estéril que es la presentación de un futbolista estaría marcado por un pequeño detalle. Nadie firmó nada, no había papel ni bolígrafo, no había sonrisa a cámara estrechando la mano con el contrato en la mesa. Frank volvía a Inglaterra con la promesa de regresar a principios de 2015 para el debut en MLS en marzo.
Pellegrini, sin embargo, le encontró utilidad y decidió ampliar la ‘cesión’ de Lampard en enero de 2015. Y se destapó todo: el contrato de Lampard no era de cesión. La asociación de jugadores de la MLS admitía que ellos no habían recibido ningún papel en el que figurara Frank y el propio jugador tuvo que admitir la evidencia y firmar con el New York City en enero de 2015, donde desembarcaría en verano. Al menos ya no hacía falta presentarle.
La estrella prometida
Frank Lampard llegó doce meses después, con 37 años y casi sin descanso estival. Y pasó lo que tenía que pasar: lesiones, recaídas, descansos obligados y ausencias. Desde su llegada definitiva a la Gran Manzana hace 10 meses, ha jugado 733 minutos, a razón de medio millón de dólares al mes. La cuenta es fácil: cada minuto del icónico ‘8’ sobre el campo le ha reportado 6.821 dólares.
Para ser justos, hay que dar mérito a esos partidos de Lampard. Jugó a buen nivel y aportó bastante en ataque. Además, sus cifras son considerables para el poco tiempo que participó (tres goles y dos asistencias). Dejó claro que le queda fútbol, pero la gestión de sus lesiones, su verano y las prisas han jugado en contra de todos. Bueno, de casi todos.
Los suplentes de Frank Lampard han destacado. Kwdawdo Poku, con un sueldo 100 veces inferior, fue el ‘box-to-box’ que se esperaba del inglés en 2015. Goles, potencia y juventud que no han pasado desapercibidas para la selección de Ghana. Destacando el buen papel de Poku, el listón actual para Lampard lo marca Tommy McNamara y lo está dejando alto.
El medio se ha hecho con un hueco en el once, presumiblemente el de Lampard, y no merece salir del mismo. Mejora semana a semana. Se asocia, apoya, aparece, cada vez está mejor en las combinaciones y tiene acierto cuando mira a portería. Si contamos únicamente desde el debut de Lampard, Tommy Mac –como le conoce la afición- lleva cuatro goles y cuatro asistencias en 13 partidos, nada mal para cobrar 56 veces menos que Frank.
El valor de la nostalgia
Esos casi 7.000 dólares por minuto jugado para Frank Lampard no son un mal negocio para New York City, ni para la MLS en general. El campeonato norteamericano mejora su nivel de manera exponencial, pero sigue necesitando de reclamos para hacerse visible. La llegada de Lampard, Gerrard, Ashley Cole y Didier Drogba ha marcado la diferencia en lo económico.
Deportivamente, no hay duda de que Giovinco, Villa o Kaká han sido mejores, pero en lo televisivo los billetes vienen de Reino Unido. La MLS ha firmado un contrato con Eurosport para Europa, excepto en las Islas británicas, donde Sky Sports ha pujado fuerte. Para la MLS, el rendimiento de Lampard es más importante ahí que en el campo.
Aun así, conviene matizar: antes la MLS llamaba a la puerta de las estrellas y ahora el camino es inverso. Las estrellas se ofrecen, quieren estar en Norteamérica jugando al fútbol y están dispuestas a hacer esfuerzos por ello. Jugadores como Andrea Pirlo o Drogba se han bajado el sueldo a dos millones de dólares anuales para conseguir equipo y otros como Nigel De Jong (medio millón anual) o Ashley Cole (300.000 dólares anuales) han rechazado ofertas mayores de la Premier para encontrar acomodo en California.
La diferencia entre el éxito y el fracaso viene marcada por la actitud del jugador. Los que se muestran comprometidos como Giovinco, Villa, Kaká o Drogba destacan y los que no, como Lampard, ensucian su legado.