De las dos finales (Copa del Rey y Europa League) perdidas por el magnífico Athletic de Bielsa en mayo de 2012 quedó una imagen perdurable: la de Iker Muniain (Pamplona, 1992) llorando sobre el césped el fin de un sueño maravilloso. Aquel equipo tocó techo y se descompuso meses después, pero lo que nadie podía predecir es que el cachorro favorito de San Mamés se iría diluyendo mes tras mes, temporada a temporada, hasta convertirse en un futbolista poco relevante, actualmente suplente, prolongación irreconocible del jugador que en 2009 se convirtió en el más joven en debutar con el Athletic y el más joven (hasta 2012) que metía un gol en la historia de la Primera División.
Sólo tenía 19 años, pero aquellas lágrimas desconsoladas en Bucarest tras perder la Europa League serían el inicio de su cuesta abajo. El verano anterior Munian había sido campeón de Europa con una selección sub-21 en la que también estaban sus amigos Javi Martínez (otro navarro del Athletic) y David de Gea. Nadie generaba tanto entusiasmo (con permiso de Gaizka Toquero) en Bilbao como ‘Bart Simpson’, el mote que le acompañó desde sus inicios por su parecido con el personaje televisivo.
La conexión ‘Torbe’
Joven, rico y famoso, Munian llevaban una vida habitual entre los chavales tocados por la varita mágica del éxito en el mundo del fútbol, una de cuyas costumbres suele ser presumir por las mañanas, en el vestuario, de mujeres conocidas la noche anterior. Muy unido a sus amigos, Muniain se pasaba las tardes con la pandilla, comiendo gusanitos, organizando fiestas, disfrutando de las mieles de su popularidad y conociendo personajes de la vida social vasca: una existencia que muchos hubiesen firmado a esa edad, pero que le dejó una huella tan imprevista como la terrible lesión que sufriría años después en el estadio Sánchez Pizjuán.
La explosión inesperada del caso ‘Torbe’ en el entorno de la selección absoluta es la resaca monumental de un desenfreno espoleado por su amistad con el productor pornográfico de Portugalete, hincha fanático del club vizcaíno, encarcelado actualmente por presunto abuso de menores y trata de blancas. Las revelaciones de una testigo protegida han colocado su nombre en la picota mediática justo antes del estreno de la Eurocopa, en una fase muy diferente de su carrera, sin haber vuelto aún a coger el ritmo anterior a su lesión (producida hace 14 meses). A sus 23 años, todavía célebre pero reserva en su equipo, Muniain no formaría parte de una selección española con 50 convocados. Quizá tampoco con 100.
Problemas con Osasuna
Los excesos del pasado persiguen a un futbolista que en su época de gloria, cuando era una de las mayores promesas del triunfante fútbol español, tenía tendencia a la ostentación infantil (en una ocasión, por ejemplo, celebró un gol mostrando un dibujo de Bart Simpson “haciendo un calvo”). Su relación con Osasuna siempre fue polémica. “No sé por qué tengo que tenerle cariño. A mí nunca me han dado nada y sigue sin dármelo. Desde que era pequeño me he enfrentado contra ellos y ahora que juego en el Athletic también. Yo soy del Athletic desde siempre”, dijo el jugador en una entrevista muy polémica en 2010.
Dos temporadas después, Muniain vio la quinta tarjeta amarilla en un partido contra la Real Sociedad y declaró que el árbitro Undiano Mallenco (navarro) le había amonestado a propósito para que no jugase el siguiente encuentro contra Osasuna. César Cruchaga, ex jugador rojillo, le respondió ante la prensa: “Para tapar lo que ha hecho, intentó rajar contra el árbitro y eso es de cagón y de ser muy poco hombre". Puñal, otro futbolista navarro, fue más moderado: “Me da un poco de lástima la situación. Más que nada por él. Es un buen chaval, pero cada vez que abre la boca mete la pata”.
“Perpetuo cachondeo”
Tampoco se comportaba con especial prudencia el futbolista del Athletic en las redes sociales, donde se intercambiaba mensajes –hoy muy comentados– con ‘Torbe’ (y De Gea, entre otros) que no pueden interpretarse de muchas maneras diferentes: “@IkerMuniain27 yo en madrid haciendo bukakes, te vienes a ver uno?”, preguntaba por ejemplo ‘Torbe’ en 2011.“Aquí, cenando con los brothers!! os quiero muchisimooooo!!!”, respondía el jugador. Fue muy difundida una foto con una actriz ´porno’ hecha durante una concentración en Madrid con la sub-21. “Muniain no es mal chico, pero vivía en perpetuo cachondeo”, explica a este periódico un conocido suyo del Athletic que guarda su identidad. (El mutismo sobre el jugador en Bilbao es generalizado; nadie quiere agrandar la herida y reclaman la presunción de inocencia).
Las relaciones entre Osasuna y Athletic de Bilbao son tensas por la costumbre del equipo vizcaíno de llevarse jugadores formados en el equipo de Chantrea, un barrio de Pamplona, convertida en la sucursal navarra del club vasco: otros casos recientes de renombre son Javi Martínez, Iraizoz o Pablo Orbaiz. En Pamplona, como cuentan diversos aficionados osasunistas a EL ESPAÑOL, el único jugador ‘emigrado’ a Bilbao que tiene problemas en la ciudad es Muniain, generalmente recluido en Chantrea cuando visita su lugar de origen. La afición no ha olvidado el gesto con el que mandó callar a Indar Gorri, la facción más radical de El Sadar, días después de aquellas polémicas declaraciones sobre el club navarro. En la ciudad cuentan que los ‘ultras’ rojillos querían buscar al hermano del jugador para darle una paliza en venganza (cosa que nunca sucedió).
Récord de partidos con la sub-21
La precocidad de ‘Bart’ fue tal que ostenta el récord de partidos con la selección sub-21, con 28. (También llegaría a debutar con la absoluta en un amistoso contra Venezuela en 2012). Eduardo, un pamplonés de su generación, recuerda un partido de Copa que jugó con su colegio, Luis Amigó, frente al Xantrea en 2005, cuando ambos tenían 12 años. “Habían venido incluso ojeadores a vernos, ya había rumores de que tenían chicos muy buenos en el equipo”, rememora por teléfono. “Se le veían muy buenas cualidades: era muy rápido y tenía el carácter de los futbolistas: mucha garra, espíritu ganador, quería tirarlas siempre… En cuanto podía te la liaba”.
Extremo izquierdo con querencia hacia la posición de segundo punta, Muniain llegó a la cantera del Athletic la temporada siguiente. Tuvo una de las progresiones más rápidas que se recuerdan en el club, hasta el punto de que con 16 años fue convocado por Joaquín Caparrós, entonces entrenador de los ‘leones’, para partidos amistosos. En 2009 jugaba ya en Primera (un récord en el club). El Athletic se encargó de protegerlo desde el principio: su familia se mudó a Vizcaya con él para prevenir problemas mayores, conocedores del potencial peligro, y apenas concedía entrevistas. Era un chaval de 18 años al que se auguraba un futuro espléndido y al que había que contener.
En las dos temporadas siguientes Muniain fue nominado al Golden Boy (premio al mejor futbolista de Europa menor de 21 años). Se le llegó a denominar incluso ‘el nuevo Messi’ por su estatura, su desarrollado tren inferior y una capacidad para el regate que hacía levantar al público del Athletic de sus asientos. En la primera y memorable temporada de Bielsa en Bilbao alcanzó las dos finales mencionadas y metió un gol para la historia durante la ida de los octavos de final de la Europa League en Old Trafford (2-3).
La lesión de Sevilla
Dos meses después, aquellas lágrimas sobre el césped de la final de Bucarest señalan el comienzo del declive. Bajó notablemente su rendimiento la siguiente temporada (aunque en junio de 2013 volvería a ganar la Eurocopa sub-21 con España, ya como suplente). En la 2013-2014 su figura volvió a adquirir brillo: marcó 7 goles en un equipo que sería cuarto en Liga. Y después se esfumó de nuevo, mientras otros compañeros (Javi Martínez, Fernando Llorente, Ander Herrera) fichaban por algunos de los mejores equipos del mundo y él no se subía a ese tren. El 5 de abril de 2015, ante el Sevilla, sufrió el primer golpe realmente grave de su carrera: rotura de ligamentos de la rodilla izquierda, una de las peores condenas para un futbolista profesional. Todavía no se ha recuperado completamente, a la luz de su comportamiento en los últimos meses (reapareció en diciembre: dos goles y ninguna asistencia desde entonces, con molestias musculares y bastante banquillo).
Además de sufrir las consecuencias de haber sido encumbrado tan joven, Muniain afronta ahora la mancha de su implicación en un posible caso de proxenetismo en una época de férrea vigilancia a los comportamientos de los futbolistas. El jugador ha asegurado que “los hechos relatados son absolutamente falsos”. “Espero que todos los seguidores que me han animado en el terreno de juego confíen en mí en estos momentos”, señaló en un breve comunicado. El precio de la fama y de la juerga podrían convertir a la ‘perla’ predilecta de San Mamés en otro Gurpegui, un jugador más recordado por un ‘affaire’ extradeportivo (su sanción por dopaje).
A sus 23 años, Muniain ya no es un chiquillo. Es casi un veterano: afronta su octava temporada en la élite con el doble desafío de recuperar el prestigio futbolístico y defender su inocencia. En el entorno del Athletic se insiste en que la paternidad “le ha cambiado”, como demostrarían las fotos que cuelga en su cuenta de Twitter (771.000 seguidores). La denuncia de la testigo protegida debería ser la última llamada de atención para un talento que parece perderse irremisiblemente, presionado por las expectativas y unos pecados de juventud que se cobran su peaje años después.
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