El deporte necesita vender éxitos y esperanza. Como no hay nada en juego los clubes dan esperanza con fichajes. Una transacción es tan fácil como un acuerdo entre el que compra, el que vende y el jugador que cambia de conjunto pero en esa operación repetida una y mil veces hay mucha letra pequeña. Comisiones a agentes, acuerdos de derechos de imagen, primas, bonus, porcentajes de futuro… Muchas cosas que se escapan para los que lo vemos desde la distancia.
Recientemente la Real Sociedad aseguró el traspaso del meta Rulli, que llegaba procedente del Manchester City, equipo que le había comprado días antes del CD Maldonado uruguayo, club de segunda división que ya había cedido a Rulli a la Real las dos temporadas anteriores. Del mismo Maldonado también llegó a la Real Willian José. Los dos jugadores vienen de la segunda división uruguaya y no han jugado ni un solo minuto allí. Tampoco Calleri quien acaba de ser cedido del ya mencionado Maldonado al West Ham.
Y esto mosquea a la FIFA que quiere evitar estos “traspasos puente”, pasar de un club a otro con escala en un tercero en el que no juegan, pero no puede. El Maldonado compra y vende pero no consume. El cómo y los porqués de la última trampa de la trastienda del fútbol y sus fichajes.
De dónde ha salido el equipo
El CD Maldonado milita en la segunda categoría del fútbol charrúa. Es una institución con casi 90 años de historia pero que en 2009 tuvo que refundarse por graves problemas económicos. Un año más tarde, un grupo de inversores anglobrasileños adquirió el equipo. Al mando de este conjunto de empresarios está el británico Malcolm Caine, parte de la agencia de representación Stellar Group en la que destaca Jonathan Barnett el agente de Gareth Bale y Joe Hart. Otro de los socios propietarios del club es el abogado Graham Shear quien estuvo implicado en el traspaso fraudulento de Carlos Tévez al West Ham en 2007.
¿Por qué comprar un club en Uruguay? Básicamente los TPO (third party ownership), es decir, los propietarios de derechos de jugadores que no están ligados a clubes, eran intermediarios que promovían fichajes y adquirían parte de la valía de esos futbolistas. Con la crisis estos TPO se hicieron frecuentes, los famosos fondos de inversión que compraban porcentajes de los derechos de jugadores y los vendían al mejor postor. Operaban especialmente de Sudamérica a Europa, pero tenían que pagar impuestos en el país del club de procedencia.
Lo que ha hecho el grupo de Caine es buscar un lugar con menos gastos, la FIFA divide por escalafones las diferentes ligas teniendo las categorías más bajas menos impuestos que pagar. Uruguay está en la cuarta categoría, lo que según Bloomberg eso supone un ahorro del 40% en impuestos respecto a Argentina o Brasil qué están mejor valorados por la FIFA.
Al comprar un club en Uruguay esos inversores ahorraban en impuestos y evadían las cada vez más restrictivas medidas de la FIFA contra los TPO. Se creyó cortar el camino a los fondos de inversión en diciembre de 2014: “Ningún club o jugador podrá firmar un contrato con un tercera que conceda a dicho tercero participar, parcial o totalmente, del valor de un futuro traspaso del jugador” (Circular FIFA 1464 Artículo 18 ter 1). Es decir, negocios sólo entre clubes, jugador y agente del jugador, nada de fondos de inversión.
Lo que consiguieron Caine y su grupo con el CD Maldonado es disponer de una plataforma en la que operar a cambio de “inversión que incluye infraestructura, entrenador, conocimientos técnicos, instalaciones médicas y otros gastos en desarrollo y captación” (en palabras a Bloomberg). Una tapadera amparada por las normas, ya no son una tercera parte de la negociación, son tan válidos en esa transacción como el club comprador.
Los fondos de inversión que la FIFA quería controlar siempre recibieron apoyo de países que sufrieron la crisis como España y Portugal. Tanto es así que nuestra fútbol recurrió la circular FIFA que atacaba a las TPO ya que dañaba “la competencia igualitaria” argumentando que permitía a clubes modestos firmar más barato, es decir, el club firmaba a un talento sudamericano que se revalorizaba y ese beneficio iba casi de forma íntegra al fondo mientras que la FIFA quiere que las operaciones y el dinero se quede entre clubes.
Cómo actúa el Maldonado
La técnica del CD Maldonado no es nueva, pero ninguno había mostrado tanta actividad. Desde 2011 a finales de 2014 sus beneficios fueron 10 millones de euros con las compra-ventas de Alex Sandro al Oporto y las cesiones de Estigarribia al fútbol italiano y Willian José al español. Nada mal para un club que no forma, ellos aseguran la plataforma para que lleguen a Europa a buen precio y el club que vende en primer lugar se lleva un porcentaje de la futura operación y el precio inicial que acuerdan entre club de origen y Maldonado.
Desde entonces han potenciado su inversión: acaban de vender a Rulli y Willian José por encima de lo que pagaron, además han servido de trampolín a Allan y Piris (de Brasil a Udinese) y a Calleri por quien pagaron 11 millones y ya han recuperado 6 millones con cesiones primero al Sao Paulo y ahora al West Ham. Todos ellos fichajes que no jugaron en Uruguay, inversiones que se rentabilizaron al instante y que en caso de no revalorizarse consiguen dinero con continuas cesiones.
Un trato fallido bastante sonado fue el de Paulo Silas, brasileño que jugaba en San Lorenzo (Argentina) y que tras ganar el Mundial firmó por el Central Español (Uruguay) como paso previo para el fútbol europeo, pero su comprador cambió de opinión y Silas tuvo que jugar seis meses en Uruguay. Por si quedaban dudas, después se marchó a Europa.
El cómodo silencio de Uruguay
La FIFA quiere acabar con este tipo de movimientos y está en constante colaboración con la AFIP, la Administración Federal de Ingresos Públicos. Esta organización busca “delitos de evasión tributaria y asociación ilícita” en fichajes que no persigan un interés futbolístico, sino simple especulación financiera, evasión de impuestos y blanqueo de capitales.
En 2012 señaló diez clubes sudamericanos como “paraísos fiscales deportivos” (en Uruguay, Chile y Suiza) y su investigación facilitó las sanciones de varios conjuntos argentinos como Racing o Rosario Central por colaborar con estos “paraísos fiscales”. Actualmente la normativa no impide estos traspasos puente mientras se den entre clubes que no estén señalados por la AFIP. El CD Maldonado no es uno de ellos.
En Uruguay no interesa poner fin a estos movimientos, la Federación incrementó los impuestos a pagar de 4% a 12,5% en un intento de contentar a la FIFA y, de paso, a sus arcas. Uno de los que más provecho obtuvo fue Wilmar Valdez, que en 2008 como vicepresidente del Rentistas (Uruguay) firmó a Hulk para venderle al Oporto. Actualmente Wilmar Valdez es el presidente de la Federación Uruguaya de Fútbol (AUF) y miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA. Los traspasos puente no corren peligro.
Hecha la ley, hecha la trampa. Los fondos de inversión encontraron otro camino para hacer lo mismo. Esta vez el atajo pasa por una humilde ciudad uruguaya de 60.000 habitantes. Curiosamente ninguno de los jugadores ha pasado por allí, el nombre de CD Maldonado aparece en los comunicados que dan la bienvenida al fichaje y cómo ahí lo que importa es vender ilusión nadie pregunta. Un triángulo dentro de la legalidad que enfrenta a la FIFA con su propio negocio.
Mientras el máximo organismo recomendó que las comisiones a agentes no superaran el 3% del total de la operación las cifras muestran otra realidad, sirva como ejemplo el 2013: en aquel año los fichajes internacionales subieron un 4% respecto al curso anterior pero las comisiones experimentaron un auge del 31%, especialmente en Europa. Y se nota donde hay dinero, de 2010 a 2013 el 32% del total de dinero pagado en comisiones fue en Inglaterra, donde acaban de hacer uso del Maldonado tanto City como West Ham.
Cada vez cantidades mayores y más potencial de negocio, lo cual complica la tarea reguladora a la FIFA, no hay que olvidarse que si cierran ese camino se encontrará otro, no sería la primera vez.