Después de 30 años con Ángel María Villar al frente, la Real Federación Española de Fútbol afronta un salto al vacío sin precedentes. La detención por corrupción de quien ha sido su presidente desde 1988 sitúa ante el precipicio una estructura tan rígida y jerarquizada como clientelar en la mayoría de los casos que, de hecho, apenas ha encontrado oposición del primer al último día de su mandato. Lo que no consiguieron Gerardo González o Jorge Pérez puede lograrlo la UCO.
El caso Haití, los casos Recre y Marino, las sospechas sobre su propio hijo -Gorka, también detenido- tanto como director general y responsable de los servicios jurídicos de la Conmebol o por los favores de su padre en la organización de partidos amistosos, las dudas eternas sobre Juan Padrón -vicepresidente económico de la RFEF y a la sazón presidente de la territorial tinerfeña, también investigada y bajo sospecha por las concesiones al hijo de este último en el desarrollo de campos en las Canarias-, los casos del fútbol femenino y tantas otros le han tenido en la picota del primer al último nadie. Y, sin embargo, nadie pudo probar nada.
La oposición que encontró fue arrollada a su paso. Ni aquellos que se atrevieron a plantarle cara en unas elecciones y perdieron sin llegar siquiera al duelo a primera sangre -Gerardo González y Jorge Pérez ejercieron primero uno y otro después como su mano derecha desde el cargo de secretarios generales de la RFEF y acabaron renegando de él para retarle en las urnas- ni aquellos que presentaron batalla en las asambleas de la RFEF y cayeron siempre por una mayoría absoluta encontraron una jamás una vía de agua por la que propiciar el hundimiento.
Tampoco lo hicieron la prensa -hay que entonar el mea culpa tras tantas sospechas sin consumar- o las Fuerzas de Seguridad del Estado. Era Villar el indestructible. O eso creíamos.
La denuncia del CSD con motivo del caso Haití, primero por parte de Miguel Cardenal y después de la mano de José Ramón Lete dando continuidad a las pesquisas con los diferentes aportes de la información requerida, han asestado el primer golpe real a Ángel María Villar -aún está por ver si es superficial o mortal-, aunque quien realmente sale herido es el fútbol español.
La incertidumbre se sitúa en primer plano y los miedos afloran. Miedos, en primer lugar, por el calendario de la próxima temporada -de momento la RFEF ha decidido aplazar sine die la Asamblea de este jueves donde debían sortearse pese a que el presidente del CSD había señalado que su organismo se encargaría de tutelarlo- y, después, por saber quién tomará las riendas en ausencia del presidente.
Los Estatutos de la RFEF señalan en su artículo 34.7 que "en supuestos de ausencia, enfermedad o cualquier otra causa que impida transitoriamente desempeñar sus funciones, el Presidente será sustituido por los vicepresidentes en su orden, por el Tesorero y, en última instancia, por el miembro de mayor antigüedad, o por el de más edad si aquella fuera la misma". De acuerdo a esta normativa sería Joan Gaspart, expresidente del FC Barcelona, quien haría las funciones de Villar en una hipotética Asamblea, aunque el puesto también podría ocuparlo Esther Gascón, actual secretaria general de la federación.
En cualquier caso, el miedo se traslada más allá de las decisiones inmediatas si Villar se ve obligado a dimitir -y son ya muchas las voces que piden su cabeza-. ¿Quién podrá gobernar el fútbol español en el futuro? ¿Conseguirá unir a todas las partes una vez desaparezca la figura que ocupa el centro de este terreno de juego? ¿Tendrá intención de ello? Quizás esta última sea la pregunta clave, la fundamental, pues la RFEF es un organismo en disputa con la Liga de Fútbol Profesional (LFP) y más concretamente con Javier Tebas. ¿Cambiará esa relación sin la figura de Villar? ¿Intentará la LFP sacar provecho de una debilidad manifiesta de la RFEF?
Y las dudas se extienden aún más allá, pues si bien la transición en la Real Federación Española de Atletismo (RFEA) ha sido totalmente plácida con la llegada de Raúl Chapado tras los 27 años de José María Odriozola al frente, la propia RFEF puede enfrentarse a un proceso guerracivilista entre los candidatos continuistas del legado de Ángel María Villar -muy probablemente Luis Rubiales, actual presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles y previsto como vicepresidente segundo en la junta que iba a nombrar a Villar este miércoles, también aplazada- y los que querrán romper con su legado arrogándose la obligación de limpiar la RFEF de corrupción.
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