Cuando Zinedine Zidane se sentó este sábado en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva de Valdebebas ya sabía que continuaba tres temporadas más en el Real Madrid, hasta 2020. El francés hizo público lo que ya había cerrado en privado y dejó sin debate una de las pocas inquietudes que tenían los blancos para esta temporada. Zizou, con un discurso siempre medido, se salió de la norma para dar algún que otro titular. "Mi historia con el Madrid no es de dinero ni de contratos. El Madrid y yo nunca vamos a discutir", dijo.
Zidane confirmó su continuidad días después de su sexto título como entrenador (una media de un título cada 100 días) y a horas de otro de los retos del verano, la Supercopa de España, que regala dos Clásicos más (el primero, este domingo, partido de ida, 22:00 horas) en un año que acabará con otro Real Madrid - Barcelona (20 de diciembre, jornada 17 de Liga).
"La Supercopa de España tiene un valor especial porque es un trofeo, pero sabemos que al ser ante el Barcelona es algo más", comentó Zidane en rueda de prensa. Esa es la clave de este trofeo sin importancia cuando pierdes pero colocada en la vitrina cuando ganas. Que sea un Clásico convierte a la Supercopa en un titulo relevante: no es lo mismo caer ante tu eterno rival que ante otro cualquiera.
Con títulos bajo el brazo, ninguna victoria al Barça
Con claro favoritismo de los blancos, que llegan en un estado de alegría constante que dura ya más de un año respecto a un Barça todavía por descubrir, la Supercopa de España también podría servir para que el Real Madrid actual se quite una de las pocas espinas: ganar al Barcelona.
Porque este equipo de Zidane, desde que comenzó a ganar títulos (el primero fue el 28 de mayo de 2016, la Undécima), ha sido incapaz de superar a su eterno rival, aunque bien es verdad que no ha perdido en el Camp Nou, donde juega este domingo. Pero de tres partidos (dos oficiales y un amistoso), los blancos solo se pudieron llevar un punto que, eso sí, les supo de maravilla porque llegó en el último minuto y les acabó dando la Liga después.
Contra este Madrid tan exitoso nadie pudo: ni el Atlético de Simeone, goleado en el Calderón y en el Bernabéu, ni el Bayern de Ancelotti, bailado en Múnich y resistiendo agónicamente en Madrid, ni la entonces temible Juventus, también goleada en una final. Todos iban pasando, en España y en Europa, y caían ante un Zidane que había planificado todo, con dos equipos en una misma plantilla.
Todos... menos el Barcelona. Porque los culés resistieron en dos momentos claves en la temporada, aunque después no les sirviera para nada. El Barça es el único de los grandes de Europa que encontró el antídoto para detener al ciclón blanco en lo que al cara a cara se refiere. Un 1-1 en el Camp Nou en diciembre de 2016, un 2-3 en el Bernabeu en abril de este año y, por último y sin importancia real, el 2-3 del amistoso de pretemporada en Estados Unidos.
Es la conquista del Clásico uno de los pocos retos que le queda a Zidane, que por primera vez en un Barça-Madrid se encontrará a otro entrenador que no sea Luis Enrique. El técnico asturiano si planteó bien los duelos ante el Madrid y podría considerarse clave en esa resistencia culé. Ahora, con Valverde, el Barça llega desdibujado, con un verano desastroso en los despachos. Eso sí, tiene a Messi. Jugará el argentino acompañado de prácticamente los mismos que el año pasado: solo cambiará a Neymar por Deulofeu y a Aleix Vidal por Sergi Roberto.
Su única victoria, hace año y medio, clave en el actual Madrid
Sí ganó Zidane en el Camp Nou, en abril de 2016, semanas antes de proclamarse campeón de Europa por primera vez, aunque todavía el Madrid no era el de ahora, ya que ese mismo año perdió la Liga y en Champions sufrió en todas las rondas claves ante Wolfsburgo, City y Atlético.
Aunque aquél 1-2 no le valió a los blancos para ganar la Liga, si sirvió para todo lo que vino después. Aquella conquista del Madrid al Camp Nou fue clave para entender al actual equipo de Zidane: ganó con 10 jugadores (habían expulsado a Ramos), con un gol legal anulado y remontando un 1-0.
Además, el Barça llegaba con 10 puntos de ventaja, en el ambiente se esperaba una goleada culé y el golpe fue tremendo. Los culés perdieron tres partidos consecutivos, acabaron ganando la Liga por un punto, y cayeron días después en Champions ante el Atlético. El Madrid había dejado muy herido al Barça y se había autoconvencido que desde ese día podían hacer grandes cosas.
Ahora el Madrid tendrá que controlar todo ese optimismo que les rodea permanentemente. Existe el riesgo de que el próximo miércoles, en el partido de vuelta, el Barcelona levante un título en el Bernabéu, algo que no hará mucha gracia a los blancos. En ese encuentro también tienen que pensar Valverde y Zidane. La Supercopa de España es única en Europa y tiene dos partidos. Y prórroga.
El francés podría hacer alguna rotación en su equipo, dando entrada a Theo Hernández en el lateral izquierdo, a Nacho en el centro de la defensa o a Kovacic en el centro del campo. No se descarta alguna que otra sorpresa, véase Casilla o Marco Asensio. Ya saben, Zidane es previsible en rueda de prensa pero regateador con sus intenciones en el campo. Cristiano podrá tener minutos, pero todavía su titularidad se antoja difícil. No estará Modric, que arrastra una sanción de hace tres años.
En un Clásico en el que el Barça no hará el pasillo al Madrid como supercampeón de Europa, se dirime si los culés pueden acercarse a los blancos después de los cambios que han tenido. Los últimos meses dicen que los de Zidane están muy por encima, pero el partido por excelencia del fútbol español no entiende de lógicas. El Camp Nou examina a dos proyectos antagónicos en fútbol, filosofía y despachos.
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