Andaba la Conmebol en una encrucijada el pasado 29 de noviembre cuando apareció la posibilidad de disputar la vuelta de la final de la Libertadores en el Santiago Bernabéu. Todo nació fruto de una conversación informal con Florentino Pérez, que no dudó en poner el estadio blanco a disposición de River y Boca para la disputa del partido más importante de la historia del fútbol sudamericano.
Las piedras, las peleas y los vergonzosos ataques con gas pimienta que se vivieron en El Monumental dejaron paso a las banderas, las bufandas y los cánticos de ambas aficiones. Madrid dio una lección de cómo se puede organizar un gran evento en solo una semana. Un éxito de la ciudad, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado... y del Real Madrid.
El fútbol debe ser una fiesta y no una guerra entre barras bravas. El Santiago Bernabéu fue la salvación para la Conmebol y para Argentina. River Plate se llevó el superclásico más importante, pero el Real Madrid fue el verdadero campeón de la Copa Libertadores. Un título que jamás podría ganar por razones físicas, pero que de forma moral y honorífica ya reposa en su grandiosa historia.
Florentino Pérez dio al coliseo blanco la única gran final que le faltaba y que ya se suma a la del Mundial 1982, la de la Eurocopa 1964, las cuatro de la Champions y las dos de Copa de la UEFA que ha albergado. La firme aplicación del "historia que tú hiciste, historia por hacer" que reza el himno madridista y que ya se ha convertido en una norma de obligatorio cumplimiento para el club.
Todos los madrileños, merengues o no, pueden enorgullecerse de la que siempre será recordada como la final interminable de la Libertadores. Una razón de más para presumir, pero también una enseñanza de que los violentos no tienen cabida en el fútbol. Sobran.
El fútbol demostró de nuevo que es el deporte rey por los aficionados y no por los ultras. Además, la fiesta dejará unos 42 millones de euros de impacto en Madrid, según los cálculos publicados en los días previos a la gran final. Un acontecimiento que no solo no ha sido un problema para la capital de España, sino que se ha convertido en una oportunidad.
Todo el mundo miraba a Madrid este domingo. De Argentina a China se seguía con lupa lo que ocurría en La Castellana. Y es que, Florentino Pérez, con el ofrecimiento del estadio, ha logrado la mejor campaña de imagen y turismo para la ciudad. Un triunfo castizo y español por la lección de civismo y diversión que se dio en un día para la historia.
El 9 de diciembre de 2018, el Real Madrid ganó la Copa Libertadores. No vendrá en su palmarés, pero sí en su leyenda. Ser el mejor club del mundo no solo se consigue a base de títulos. Don Santiago Bernabéu mostró el camino y su legado continúa. Estos son los valores del Real Madrid.