Uno se pone delante del televisor y le da un poco de pena ver las gradas del estadio así. Además ahora resulta que el estadio en cuestión se llama Reale Arena pero los amantes del fútbol (de cierta edad) siempre recordaremos Anoeta o incluso Atocha y si cierro los ojos aún veo a Meho Kodro, untado de barro hasta las cejas correr por el césped peleando balones. En fin, que no me quiero poner nostálgico.
Zidane sabía que pintaban hechuras de partido largo y decidió que Valverde jugaría los noventa minutos. Imanol también sacó un once lleno de peloteros que juegan bien al fútbol. Precisión y toque. Carácter y a correr. No hay nada como tener un estilo. La Real apretó la salida de balón y el Madrid sin embargo no se achicó, tuvo pausa y buenos modos. Poca historia en la primera parte. Casemiro capital, aunque la tarjeta en el salto con Mikel Merino era más bien de color naranja. Ramos y Varane segurísimos. Zubeldia fundamental, me alegro sobremanera por esas estrellas que serán siempre anónimas, Odegaard apagado. Nada más. Sin Hazard, Benzema juega al solitario.
Con la segunda parte empezó la fiesta del VAR. A los cinco minutos Vinicius encaró la portería y el planeta entero hubiera apostado 10 a 1 a que no metería gol, pero Llorente trabó la pierna derecha del brasileño y el disparo salió mordido. 11 metros dijo el trencilla y se abrió la veda de las interpretaciones. Ramos a lo suyo. Tres segundos de carrerilla y miles de apuestas entre amigos. Esta vez a la derecha y raso, rozando el poste. Perfecto.
No amainó la tormenta de su juego la Real Sociedad y siguió apretando el área de Courtois, Oyarzabal estaba pero no estaba, hoy no fue el estilete que se le presume ser. No sé por qué pero siempre que lo veo jugar pienso que calza casi un 48 de pie. No es broma. A la hora de partido, Mikel dejó el césped y salió Januzaj, siete minutos más tarde soltó un latigazo que empató el partido. Estrada Fernández anuló la algarabía pitando fuera de juego posicional de Mikel Merino y dos minutos después Karim marcaba el dos cero controlando como un prestidigitador con el hombro, ¿mano?. El VAR dijo que no. Si Piqué quería sopa, ya llevaba dos tazas.
La Real nunca dejó de creer y William José le dio mordiente al ataque. Merino marcó un golazo. 2-1. Y el Madrid acabó el partido sacando agua a cubos con Militao y Varane en la popa de un barco de hierro.
Se termina el domingo con un partidazo en el Reale Arena aunque yo siempre diré que lo he visto en Anoeta.