La FIFA celebró su entrega de premios The Best con polémica incluida. El organismo internacional quería homenajear a todos los futbolistas por su apuesta en el deporte y su relevancia en tiempos de la Covid-19. Frente a restricciones, a millones de contagios y a protocolos de estricto cumplimiento, había que poner en valor la participación de los profesionales en un deporte de masas. Sin embargo, su noche contó con alguna que otra sorpresa que puso en duda la realidad de los premios y que, además, provocó reacciones como la de Megan Rapinoe.
El primero de los imprevistos se dio con el galardón a mejor entrenador. Klopp, del Liverpool, superaba al campeón de la Champions League, Flick, para acabar con la tradición de que el mejor técnico del planeta es el que se ha llevado el torneo europeo la pasada temporada. Sin embargo, fueron mayores las críticas cuando se dio a conocer el mejor once femenino del mundo. Un premio que contó con la presencia de la nueva The Best, Lucy Bronze, pero que también dio hueco a jugadoras que apenas han disputado minutos durante el 2020. Es el caso de la estadounidense Rapinoe.
La veterana de 35 años renunció, vía redes sociales, al premio recibido. La californiana agradecía que la hubieran incluido en el mejor once, pero los datos de su temporada no eran coherentes con la nominación. Rapinoe lleva sin jugar desde marzo mientras que otras muchas jugadoras han disputado encuentros a final de verano, como la Champions femenina, o siguen jugándose un contagio por la Covid-19 en las competiciones nacionales. La delantera, siempre revolucionaria, volvió a demostrar sus principios.
"Me sorprendió que cubriera los requerimientos para ser elegida ya que no he jugado desde marzo", señalaba tajante en un comunicado emitido poco después de conocer su inclusión en el mejor once. Vero Boquete, histórica del fútbol español, revelaba la misma sensación que su compañera en la alineación: "Ha sido una sorpresa estar en el once. Quizás las otras jugadoras han considerado toda mi carrera". Porque, aunque todas las miradas se dirijan hacia la FIFA, cabe recordar que son las jugadoras de todo el planeta las que eligen al mejor once como sucede en el masculino.
Han sido las propias protagonistas las que han abierto el debate. Especialmente Megan Rapinoe, combativa hasta el final y aunque eso suponga restar valor a un premio recibido por ella misma. La estadounidense, sincera como acostumbra, ligó la designación en el once a la falta de conocimiento sobre el fútbol femenino.
"El hecho de que haya sido elegida revela una vez más que para impulsar nuestro deporte, tenemos que invertir para que más jugadoras tengan la oportunidad de ser vistas en televisión en sus países y globalmente mientras compiten para sus equipos y selecciones". La explicación es muy sencilla: si no ves partidos, el voto irá para la más popular. Y ahí Rapinoe, por su impacto social, es única e inigualable.
El valor de premios como el The Best vuelve a estar en cuestión. Bien vote la prensa, la afición, los expertos y los jugadores o, como en el caso del mejor once, solo los compañeros de profesión. Rapinoe lo tiene claro y el apoyo de numerosas aficionadas, o de alguna que otra jugadora, pone en evidencia la falta de peso de los galardones.
Es más, no es la primera vez que Rapinoe 'boicotea' los premios de la FIFA. Ya en 2017, cuando se nominó a la joven Deyna Castellanos a mejor jugadora, la estadounidense desacreditó al organismo. Según la delantera, era un ejemplo de que a la FIFA "no le interesa" el fútbol femenino. La cuestión era que Deyna tenía 18 años, jugaba en un equipo universitario y no había disputado ningún partido con la selección venezolana, pero sí se había metido en la pelea por el Premio Puskas. En la actualidad su calidad ya no está en duda y juega para el Atlético de Madrid.
Un rostro mundial
La teoría de Rapinoe parte de que en el fútbol femenino se vota, ante el desconocimiento, a la persona más popular. Y bien sea por sus declaraciones o por golazos como el de Castellanos, son esas cualidades y no las puramente futbolísticas las que les permiten ser elegidas entre las mejores jugadoras del planeta. El caso de Rapinoe es evidente.
Esta temporada jugó sus últimos partidos en marzo. Y solo fueron tres encuentros correspondientes a la SheBelieves Cup. Luego renunció a la Challenge Cup, que se disputó en una burbuja organizada por la liga norteamericana. Tampoco estuvo presente en la NWSL Fall Series que nació para sustituir a la competición tradicional. Hasta 2021, como ella misma ha adelantado, no reaparecerá. Tres partidos, por lo tanto, han sido suficientes para estar en el mejor once de planeta.
El impacto de Rapinoe no caduca. O, como mínimo, le quedan muchos años por delante. Además de haberse llevado premios de mejor jugadora del planeta, tanto con el Balón de Oro como con el The Best, o de haber liderado a una selección de Estados Unidos campeona de mundo, Megan Rapinoe representa la lucha por la igualdad. Años de romper los esquemas con el fin de darle al fútbol femenino el lugar merecido. Tal es su experiencia como activista que hasta tiene un libro donde reflexiona sobre todo lo sucedido en los últimos años de protagonista mundial.
La delantera reconoció su homosexualidad en 2012 y acababa con el tabú del mundo del deporte. Fue un gran punto a su favor, pero sería en su particular batalla contra Donald Trump y los principios ideológicos que el ya expresidente norteamericano representaba la que le daría un lugar en los titulares. En 2016 hincó la rodilla en solidaridad con Colin Kaepernick, que recuperó este gesto para defender públicamente la igualdad racial a la par que denunciaba la violencia policial. Y, tras ganar el Mundial de 2019, lideró la negativa a acudir a la Casa Blanca para seguir con el protocolo.
Rapinoe fue capaz hasta de, junto a varias compañeras, denunciar públicamente en 2016 la diferencia de salarios que pagaba la federación nacional con respecto a la selección masculina. Un enfado que en 2019 se transformaría en demanda formal y que en 2020, tras el fallo de un juez, quedó en el olvido. "Nunca pararemos de luchar por la igualdad", espetó la jugadora.
Ahora, todo este recorrido como futbolista activista, como ella misma ha reconocido, puede haberle valido una presencia en el mejor once del planeta en un año para borrar.
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