La ilusión con Xavi Hernández se ha instalado en la Ciudad Condal. La presentación del nuevo entrenador del FC Barcelona fue como la celebración de un título. Quizá la mala situación por la que pasa la entidad, tanto deportiva como económica, invita a que la afición se movilice con cualquier cosa. En cualquier caso, rozó el esperpento con un Joan Laporta que quiso ser protagonista en el día del hombre en el que no confió de primeras. Toda la confianza que le ha trasladado este lunes tendrá que refrendarse cumpliendo objetivos.
Levantar una entidad en la quiebra económica y deportiva tras la herencia recibida será una ardua tarea. Sin mayor experiencia que su paso por Qatar, Xavi coge las riendas de un vestuario que, eso sí, conoce a la perfección. Ha dejado claro cuáles son las líneas para volver a la senda del éxito y estas, sobre todo, pasan por la forma de jugar. Presentado como "hijo de Cruyff", devolver el juego vistoso al Barça será una de las líneas rojas.
Ahora, lo que no cambia en el Barça son los jugadores. Serán los mismos que los del famoso "es lo que hay" que prácticamente le costó el puesto a Ronald Koeman. Este lunes dio pistas de que dará el liderazgo a los capitanes y Ter Stegen, con los que tiene amistad tras compartir vestuario. "El Barça no se puede permitir empatar o perder, hay que ganar cada partido", es el mensaje que lanzó a la grada del Camp Nou poniendo el listón alto.
Asume que es un proyecto "a medio-largo plazo", pero se ha presentado como un sargento al nuevo vestuario: "No hace falta ser duro. Es un tema de orden y de normas, algo que ocurre en todas le empresas y en los clubes. Cuando no ha habido normas hemos ido mal". En España le recuerdan más como jardinero, por su preocupación como jugador del césped en los partidos. Además de los aspectos citados en esa rueda de prensa, tiene varias flores que regar en este jardín mustio que es el Barça.
La sombra de Guardiola
Las comparaciones son odiosas, pero todo el mundo en Can Barça ha puesto al nivel de Cruyff y Guardiola el desembarco de Xavi en el banquillo culé. Él mismo ha asumido el reto: "Que me comparen con Guardiola es un éxito". Eso sí, cuando le preguntaban por los exjugadores que se la han pegado en los banquillos (Pirlo, Lampard...), el de Terrassa confiaba en "estar en el grupo de los Pep, Zidane... más que en el otro".
Lidiar con el éxito del que también él fue responsable desde el campo y cumplir con las expectativas generadas será trascendental. Él no pasó por el B, como sí hicieron tanto Guardiola como Luis Enrique, los entrenadores con más éxito de este siglo para el Barça y que también conocían el ADN culé. Estos dos consiguieron sendos tripletes (y sextetes), por lo que el peso de esa exigencia que el mismo Xavi se ha querido poner será protagonista durante su trayectoria.
Devolver la ilusión
Desde que se produjo la oficialidad de su llegada al banquillo, los culés se han mostrado exultantes y es algo más que necesario. La Covid-19 ha abierto una brecha importante en la relación entre los socios y el club. La llegada de Laporta a la presidencia contó con el respaldo de la mayoría, pero este no se ha visto reflejado en el campo. Los diferentes escándalos que han explotado, desde la salida de Messi al estado de las cuentas, no todos los culés confían en la entidad.
Con el Camp Nou en unas cifras críticas de asistencia de público, Xavi tiene que recuperar las ganas de ver a este Barça. La afición viene de tres etapas complicadas en cuanto al fútbol que practicaba su equipo. Valverde rompió con el estilo, Setién no lo terminó de encontrar y Koeman lo sacrificó para buscar resultados. Además, hay un problema generalizado en España con el coste de las entradas; en el Barcelona se agudiza por sus problemas con los abonos.
La Champions
Es una obligación para un club como el Barça pasar a los octavos de final, pero este año tiene un plus de importancia. Xavi tendrá tras el parón dos partidos fundamentales para conseguir el billete de esta temporada hacia las rondas finales ante el Benfica en Lisboa y el Bayern en Múnich. Sobre todo será trascendental el primero, ya que son rivales directos. La victoria será innegociable en este viaje a Portugal y será su segundo encuentro a los mandos de esta plantilla.
El dinero que se consigue por ir superando rondas en la máxima competición continental es vital para las cuentas económicas culés. Las dos derrotas cosechadas han disminuido ya esta cantidad que reparte la Champions League. Aunque ya se han asegurado la cifra que se recibe al llegar a la fase de grupos, por cada ronda que se supera se ingresan cantidades muy grandes. La situación económica del club necesita de estos resultados.
La cantera
Con un hombre salido de La Masía al mando solo se puede esperar que saque adelante a los grandes proyectos de estrellas que tiene el equipo culé. "Tenemos una generación de muy jóvenes con mucho rendimiento con 17, 18 años... Tenemos que ayudarles a que este rendimiento sea continuo", señalaba Xavi destacando esta importancia que tendrán los canteranos en su nuevo proyecto.
La realidad es que tiene los mimbres necesarios con nombres como Eric García, Alejandro Baldé, Nico González, Pedri, Gavi y Ansu Fati. El primer objetivo será restar responsabilidad a estos jugadores, tal y como explicaba con el peso de los veteranos. El segundo pasará por gestionar su crecimiento, sobre todo con el impacto que han tenido tanto Nico como Gavi este año y el peso ya habitual de Pedri y Ansu Fati sobre el juego. El sino final será el de crear una plantilla en la que La Masía tenga el mismo impacto que tenía en la del mejor Barça de la historia.
La red de Laporta
No ha llegado a estar todavía un año completo en la presidencia, pero Joan Laporta se ha quedado sin red que proteja a su proyecto. Xavi tendrá que cargar con la responsabilidad de ser la última bala del presidente con una de las peores plantillas que se recuerdan en la entidad y con la presión de no poder hacer grandes fichajes por los problemas económicos. Han manifestado ambos su máxima confianza, pero los hilos que mantienen el telar son muy finos y endebles. Esta muestra de sintonía era necesaria.
Pero Xavi ni tan siquiera estaba en su plan inicial, las cuentas del club todavía están en una situación crítica y la sensación de que no está cumpliendo con el cambio prometido se ha instalado en Can Barça. La presión social ha hecho que acelerase el aterrizaje inevitable de Hernández en el banquillo culé. Laporta no está mandando, lo hacen los avalistas y la sensación de que todo puede acabar con la conversión en S. A. D. sigue en el aire. Ser cómplice de algo así sería la tumba de su proyecto y ahora hay otra leyenda involucrada.
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