Robinho, en un fotomontaje de su época como jugador y la imagen de su ficha policial

Robinho, en un fotomontaje de su época como jugador y la imagen de su ficha policial

Fútbol

Esta es la vida de Robinho, en prisión por violación: vive en una celda de 8 metros y trabaja para lograr reducir la condena

El exjugador brasileño comparte celda con otro recluso, arregla radios, cultiva plantas y forma parte del club de lectura del penal de Tremembé.

Más información: El Tribunal Superior de Justicia de Brasil pide que Robinho cumpla su pena por violación en su país

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Robinho fue durante años un ídolo del fútbol brasileño e internacional. Brilló en clubes como Santos, Real Madrid, Manchester City o AC Milan, y vistió la camiseta de la selección de Brasil en 100 ocasiones.

Hoy, a los 41 años, su realidad es diametralmente opuesta: se encuentra preso en la cárcel de Tremembé, en el estado de Sao Paulo, cumpliendo una condena de nueve años por violación en grupo, un delito cometido en el año 2013 en una discoteca de Milán junto a otros cinco hombres.

Tras años de recursos legales, la sentencia fue ratificada y empezó a cumplirla en su país natal, Brasil, donde reside debido a que la ley prohíbe extraditar a ciudadanos brasileños.

El exfutbolista habita una celda de apenas ocho metros cuadrados, la cual comparte con un recluso de 22 años condenado por incitar a otra persona al suicidio o la autolesión.

Ambos se encuentran internos en el penal Dr. José Augusto César Salgado, conocido popularmente como "la cárcel de los famosos", por haber albergado a criminales de alto perfil, incluidos asesinos de gran repercusión mediática y personajes públicos caídos en desgracia.

En ese entorno de alta vigilancia y hacinamiento —la prisión alberga a más de 2.500 personas—, Robinho trata de sobrellevar su condena sin generar conflictos. Según su abogado, Mario Rosso, "mantiene la cabeza baja y avanza con calma. Es un preso ejemplar y no ha tenido problemas con otros internos. Se mantiene ocupado".

Durante la celebración de un gol con su último club.

Durante la celebración de un gol con su último club. Bruno Cantini/ Clube Atlético Mineiro

Acortando la pena

Una de las estrategias del brasileño para intentar reducir su condena consiste en acogerse a los beneficios que permite la legislación penitenciaria brasileña: por cada 12 horas trabajadas, puede recortar un día de su condena.

Con ese objetivo, completó un curso de 600 horas de electrónica y actualmente se dedica a reparar radios y televisores dentro del centro penitenciario.

Además, participa activamente en otras actividades formativas y laborales. Se unió al club de lectura del penal, ha cultivado hortalizas y plantas en las áreas designadas para jardinería y completó los diez módulos del programa de educación para el trabajo y la ciudadanía, una iniciativa orientada a la rehabilitación de los internos.

Fuera de esas actividades formales, también dedica tiempo a una de sus pasiones: el fútbol. A pesar de no contar con botas propias, suele pedir prestadas las de otros reclusos para disputar partidos y entretenía a otros internos con su talento en el campo, en un intento de encontrar momentos de normalidad en una rutina marcada por el encierro.

Visitas restringidas

Robinho tiene permitidas visitas de sus familiares más cercanos, aunque con limitaciones estrictas. Solo pueden acceder su esposa Vivian, sus hijos —entre ellos Robinho Jr., de 17 años— y sus padres. Cuando lo hacen, pueden llevar alimentos, bebidas, ropa, juegos de mesa como ajedrez o damas, materiales de escritura y revistas o libros, siempre que no sean de contenido pornográfico.

A pesar de estas visitas, Robinho no pudo beneficiarse de la salida temporal de 11 días que sí se concedió a otros presos durante la pasada Navidad, por lo que pasó las fiestas sin contacto directo con su familia. Su hijo, quien sueña con jugar algún día junto a Neymar en el Santos, es uno de los que más lo visita.

La historia negra de la cárcel

El penal de Tremembé no solo es conocido por el perfil de sus reclusos, sino también por sus peculiaridades.

Según reportes de medios brasileños, en colaboración con periodistas especializados como Ullisses Campbell, existe una especie de red de contactos sentimentales entre reclusos y reclusas de otro penal situado a cinco kilómetros.

Se trata de una versión rudimentaria de Tinder, en la que los internos intercambian fotos y cartas que son revisadas por los guardias antes de ser entregadas.

Este sistema ha dado pie a historias insólitas. En una de ellas, un preso terminó comprometido con una nueva pareja tras rechazar a una mujer condenada por apuñalar a su esposo 56 veces, alegando que en persona no era tan atractiva como en las fotos. Él, por su parte, estaba en prisión por haber asesinado a su propio hermano.

Proceso judicial largo

Robinho fue condenado por participar en una violación colectiva a una mujer albanesa en una discoteca de Milán en enero de 2013, cuando jugaba en el AC Milan. Aunque el fallo original se produjo en 2017, los recursos interpuestos por sus abogados alargaron el proceso durante años.

En diciembre de 2020, el Tribunal de Apelaciones de Milán ratificó la sentencia, señalando que el futbolista "menospreció" y "humilló brutalmente" a la víctima.

Uno de los elementos clave en la condena fueron intercepciones telefónicas en las que Robinho y los otros implicados comentaban con tono burlón lo sucedido. En una de las grabaciones, el brasileño decía: “Me da risa porque no me interesa, la mujer estaba borracha, ni sabe lo que pasó”.

La justicia italiana pidió su extradición en 2022, pero el Estado brasileño se negó amparándose en su legislación. Finalmente, el Superior Tribunal de Justicia de Brasil dictaminó que Robinho debía cumplir la condena en su país, lo que le llevó directamente a prisión en marzo de 2023.

Regreso al fútbol fallido

Antes de que se ejecutara la sentencia, Robinho intentó volver al Santos en 2020, el club donde se formó y que lo catapultó a la fama. Firmó un contrato con salario mínimo, pero la presión mediática y social, junto con la retirada del patrocinio de una de las principales marcas que apoyaban al equipo, provocaron la rescisión inmediata de su contrato.

El exjugador, que en sus mejores años fue considerado una de las grandes promesas del fútbol brasileño, disputó 137 partidos con el Real Madrid, 53 con el Manchester City y 144 con el AC Milan.

Su trayectoria internacional y su presencia constante en la selección brasileña le otorgaron fama mundial, pero su legado ha quedado irremediablemente marcado por uno de los crímenes más graves cometidos por un deportista de élite en los últimos años.

Hoy, lejos de los estadios y de los focos, Robinho enfrenta su condena en una celda de pocos metros cuadrados, aferrándose al trabajo y a la buena conducta para intentar reducir el tiempo entre rejas. Mientras tanto, su imagen como estrella del fútbol ha quedado sepultada bajo el peso de una verdad judicial que no dejó lugar a dudas.