Puede que sea la flor o la suerte. O quizás, simplemente, sea el destino. Da un poco igual. Lo cierto es que Ancelotti conquistó su segunda Supercopa de Alemania con el Bayern y su tercer título junto con la Bundesliga de la pasada temporada. Y lo hizo fiel al guión que lo ha consagrado como uno de los mejores entrenadores de la historia: con una victoria que versa entre la épica y la fortuna. Con su equipo remontando hasta en dos ocasiones durante el tiempo reglamentario, marcando el segundo gol en el último minuto -y con el VAR intentando echarlo todo al traste- y levantando la copa tras la tanda de penaltis ante el Dortmund (2-2, 4-5).
Ancelotti, de nuevo, salió victorioso. Y no lo tenía nada fácil. A la Supercopa llegaba con un equipo plagado de bajas (James, Thiago, Boateng, Neuer, Bernat y Alaba) y con una crisis amenazando su puesto tras caer en sus dos partidos en la Audi Cup. De hecho, la final tampoco la empezó bien el conjunto muniqués. Javi Martínez, en los primeros minutos del partido, erró al controlar un balón y le dejó el camino libre a Pulisic para que adelantara al Dortmund. Y, con el marcador en contra, al Bayern le tocó ir a contracorriente. Sin encontrar su juego ni las ocasiones. Pero, eso sí, con mucha fe.
Bastó eso para que los bávaros, en la primera mitad, recortaran distancias: Vidal se la puso a Kimmich y éste se la dejó a Lewandowski para que hiciera el empate a placer. Pero, marcado el gol, el juego global del Bayern no mejoró. De hecho, empeoró. El Dortmund, poco a poco, se volvió a hacer con la pelota, con Rode de refresco -entró en la segunda mitad- y el Signal Iduna Park ejerciendo de doceavo jugador. Así, el Borussia se volvió a adelantar tras un falló de los bávaros. Lewandowski erró el pase en una contra de libro y el equipo de Peter Bosz se tiró al cuello de su rival: Dembélé se la puso a Aubameyang y éste marcó el segundo tanto.
La victoria, a 10 minutos del final, estaba en el bolsillo del Dortmund. Sin embargo, el Bayern llegó a tiempo para forzar los penaltis. En el último minuto, en una jugada trabada, con el árbitro consultando el VAR, el conjunto de Ancelotti anotó el empate -en propia puerta de Burki- y mandó el partido a la tanda fatídica. Y allí, fin de la historia. Süle metió el sexto y Bartra lo falló. Y fin de la historia. Ancelotti, justo cuando peor estaba, cuando la soga más le apretaba al cuello, sale airoso y encara el inicio de la Bundesliga con un título. Y sí, quizás sea por la flor, pero qué más da.
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