Decía Zidane tras el partido que lo que pasó en Varsovia fue raro. La definición del francés, de cara al exterior, es correcta, aunque corta. Raro es que el Madrid no goleara al Legia. Que no gane es sorprendente. Y que le llegaran a remontar el equipo más débil de toda la Champions es esperpéntico. El gélido 3-3 en la capital polaca, sin público y sin fútbol, será difícil de olvidar en la casa blanca. Fue casi un ridículo. [Narración y estadísticas: Legia de Varsovia 3-3 Real Madrid]
Zidane sorprendió sacando a Morata y Benzema. Y Cristiano y Bale. Nunca se había visto un Madrid tan ofensivo, con los cuatro delanteros que tiene, pero lo que acabó fue formando un quilombo en el equipo, con Kovacic (otra vez de los mejores en el Madrid) y Kroos achicando en el centro del campo. La táctica del francés se le vino abajo porque la BBC con Morata se ahogó. Si a eso le sumas la situación de alerta que vive el equipo en defensa, con diez partidos seguidos encajando gol, se puede explicar el desastre de partido que protagonizó en Varsovia.
Fue increíble como pasó el Real Madrid de ir ganando 0-2 a verse perdiendo ante el rival más flojo de toda la Champions. La pachorra se le fue de las manos y acabó en esperpento, con un 3-2 que sacó todas las miserias en defensa. Después empató, pero la imagen que dejan los blancos, de negro en Varsovia, está ya mostrada. Fue sencillamente una falta de actitud, de ganas. El Madrid empezó a andar y a desconectarse del partido. Los minutos finales de la primera parte y casi toda la segunda parte, el Real Madrid se encargó de insultar al propio fútbol. Difícil encontrar un partido tan malo, tan pasota del equipo de Zidane.
Ni la falta de público, que convirtió al partido en casi un amistoso, ni el cansancio acumulado ni la entidad del rival. Nada puede servir de excusa ante un partido tan malo y que pasa ya a la historia negra del Madrid en Europa. El débil Legia, que no jugaba Champions desde hace 20 años, que no había marcado hasta su doble enfrentamiento con el cuadro español, ha parado a un equipo que pretende ganar la competición. Ya marcó gol en el Bernabéu y ahora le hace tres, con un roto en la defensa que tan discutida estaba ya. Ha sido un desastre del Real Madrid, que no afectará a su clasificación (sería una hecatombe que se quedara fuera, tiene que perder en Lisboa y ante el Dortmund), pero que le hace perder el liderato del grupo, algo que no se sabe muy bien si ahora es bueno o malo.
Y eso que todo empezó, en el minuto 1, con un precioso gol de Bale, que celebró de la mejor manera su renovación. Cuando eso pasó ya se preparaba el Madrid para vivir una noche plácida, cantando goleada. El guión fue el lógico porque el Legia apenas creaba peligro, únicamente intentando salvar su cara y no acumular otra goleada más. El Madrid, así, se dio el gusto de darse un respiro, y empezó a amasar el balón y a aburrir el choque. Se contagió del frío y del nulo ambiente. Jugaba casi con desgana. Solo despertó para una gran jugada coral, con un precioso pase (a lo Iniesta) de Kovacic a Bale. El galés entró en el área, vio a Benzema solo en el punto del penalti y el francés remató de primeras. Era el 0-2.
Como si de un homenaje al Titanic se tratara, el Madrid se fue hundiendo poco a poco. La lentitud de su juego fue una lenta agonía que parecía no importar a Zidane, pero que los pocos que estaban en el estadio y todos los que lo veían por televisión se daban cuenta de la caída en la que se estaba sumergiendo el Madrid. Y no será porque el Legia no avisó. Antes del descanso, Odjidja-Ofoe se inventó un zapatazo desde fuera del área para demostrar que al cuadro polaco por lo menos le quedaba algo de coraje.
Lo que no se dio cuenta el Madrid es que eso sería el preludio de uno de las partes más malas en tiempo. El equipo español jugó andando y le dio absolutamente igual lo que se jugaba. Y así le fue. Si juega uno mucho con fuego acaba quemándose y eso le pasó al Madrid. En el inicio de la segunda mitad, Radovic vio la oportunidad de disparar ante la pasividad de la defensa. Remató y aprovechó la ayuda de Keylor Navas, que sigue encajando goles en cada partido. El costarricense es todo lo contrario a lo que fue el año pasado. La facilidad con la que encaja goles es ya preocupante.
Ni el 2-2 espoleó al Madrid. Siguió a lo suyo y, como merecía, recibió el castigo definitivo. En el minuto 83, el Legia volvió a acercarse al área y ahí hizo lo que quiso. Prijovic se colocó en la frontal y desde ahí le dio tiempo a controlar, mirar y asistir. Por detrás llegó Moulin y remató desde fuera del área. El barco se hundía definitiva. 3-2 para la historia. Si los 80 minutos antes fueron de paseo, aquí si que se dio cuenta el equipo de Zidane que estaba haciendo el ridículo. Dos minutos después de recibir el gol, Kovacic dejó el partido en el 3-3 final, gracias a un pase final de Carvajal de tacón. Bale y Lucas Vázquez levantaron las manos soltando la tensión. Ellos reflejaron de la mejor manera la situación en la que se había metido su equipo. El gol de Kovacic no quita la pésima imagen, pero sí salva el resultado.
No es que valga mucho tampoco el empate, porque el Madrid pierde la primera plaza (el Dortmund ganó 1-0 al Sporting de Lisboa con gol de André Ramos) y además se estrella en un partido a priori muy cómodo. Podrá alegar Zidane que fue un día malo, que la falta de público les dejó helados, que no hubo tensión. Nada valdrá para justificar uno de los partidos más malos del Real Madrid en los últimos años, dejándose remontar por el equipo más débil de toda la Champions. Este partido en Varsovia tardará en olvidarse. Logró sacar un punto y salvar la cara. Pero lo que no esconderá será su imagen.