Wikipedia registra hasta 21 personas ‘famosas’ -o con historias dignas de contar- que se apellidan Shakespeare -sí, como el literato-. Entre ellas, por ejemplo, un ganador de la lotería que posteriormente fue asesinado -y cuya vida es digna de una novela-; un político canadiense que formó parte del movimiento anti-China; o un guitarrista jamaicano que toca reggae. En fin, gente con suerte. O quizás no. Porque todos, deducimos, llamarían la atención -y no se sabe si para bien- en el colegio. Qué se le va a hacer. Como lo hizo, probablemente, Craig Shakespeare (Birmingham, 1963), talentoso extremo en su niñez, jugador mediocre en su edad adulta y, desde hace menos de un mes, el técnico que ha conseguido resucitar al Leicester y alentar la remontada contra el Sevilla en la vuelta de los octavos de final de la Champions League.
Craig, en realidad, no ha hecho nada. El Leicester, tras despedir a Ranieri, ha vuelto a parecerse al que ganó la Premier League la temporada pasada, pero no por la influencia de su nuevo técnico, sino por la voluntad de sus jugadores, responsables máximos de la destitución del italiano. Eso parece un hecho consumado, de ahí que Shakespeare no se atribuya ningún mérito. Al menos, hasta ahora. Pero eso puede cambiar este martes si logra la hazaña de darle la vuelta al resultado de la ida contra el Sevilla (2-1) y mantener a los Foxes en Champions.
La heroica, a menos de 24 horas para que se dispute el partido, se contempla en Leicester como algo posible. El equipo, con Shakespeare al mando, ha cambiado su cara completamente en tiempo récord. Suma dos victorias en la Premier -de siete que lleva desde que comenzó el curso-, ha marcado seis goles -con doblete de Vardy incluido- y recibido tan solo dos. Es decir, los Foxes han vuelto a competir y a ser fiables. Sin poesía, porque eso quedará en la historia como patrimonio de Ranieri, pero cumpliendo.
¿De dónde ha salido Shakespeare?
En Inglaterra, tras confirmarse que Craig sustituiría a Ranieri, la prensa habló de él como el ‘hombre en la sombra’. ¿La razón? Shakespeare jamás ha llamado la atención más allá de su apellido. No lo hizo cuando era futbolista en activo, y tampoco lo había hecho hasta ahora como técnico. Como jugador, fue uno de muchos. Jugó 284 partidos con el Walsall, consiguiendo un ascenso a segunda división; fichó por el Sheffield Wednesday, pero apenas si disputó 17 encuentros; y culminó su carrera con unos buenos años en el West Bromwich Albion (hasta 112 choques disputados) y en el Grimsby Town (hasta 106 enfrentamientos). Después, otros tres clubes menores (Scunthorpe, Telford y Hednesford) y su retirada definitiva como jugador.
Su apellido, durante todos estos años, apenas si fue anecdótico allí donde jugó. Pero, una vez retirado, fue ganando puntos entre sus ‘colegas’. El ‘poeta de Birmingham’, como lo ha apodado una parte de la prensa, ocupó el puesto de interino en el West Bromwich y ha sido asistente en el Hull City y en varias épocas en el Leicester. Y todos los técnicos con los que ha coincidido, sin excepción, lo han alabado. Por eso mismo, Sam Allardyce lo nombró su ayudante en la selección inglesa y Ranieri aceptó contar con sus servicios durante la pasada campaña.
Ahora, tras resucitar al Leicester, tiene por delante la eliminatoria que lo puede aupar a una posición de privilegio dentro del continente. Y lo hará contra un Sevilla que jamás ha ganado en Inglaterra: ha disputado cuatro partidos con un balance de dos empates (Bolton Wanderers y Tottenham) y dos derrotas (Arsenal y Manchester City, ambas en Champions). Es decir, Sampaoli tendrá en su mano cambiar la dinámica del club hispalense, que también llega al encuentro tras dos empates (en ambos, 1-1) ante Leganés y Alavés.
Para ello, el técnico argentino dio descanso el fin de semana pasado a Nico Pareja, Mercado y Nasri, y tiene a Vitolo, que no jugó por sanción, en perfectas condiciones. Y el club, en busca del pase a cuartos, ha movilizado también a su afición a través del hashtag #Nuestrodíahallegado y un vídeo promocional. A partir de ahí, el fútbol será el encargado de decidir quién estará en cuartos de final. Si la poesía del Leicester y su Shakespeare, o el toque -también en verso- que propone Sampaoli desde Sevilla.
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