El Bayer Leverkusen afrontará este miércoles en el Calderón la vuelta de octavos de la Champions League repleto de bajas. Para remontar el 2-4 de la ida, Tayfun Korkut no podrá contar con nada menos que cinco de sus hombres clave: los centrales Toprak y Tah, el ariete Kiessling y el capitán Bender (todos ellos por lesión); así como el prometedor lateral diestro Benjamin Henricks. Sin embargo, al técnico turco se le ha sumado una baja de última hora: Kai Havertz, la joven 'perla' que está llamada a suceder a Mesut Özil y que en la ida ante el Atlético deslumbró a toda Europa.
Un contratiempo añadido que deja prácticamente en cuadro a un Leverkusen que necesita obrar una auténtica gesta para remontar en el Calderón. Y todo por 'culpa' de los exámenes de Selectividad, los cuales impedirán a Havertz volver a formar de mediapunta por detrás de Chicharito, como en la ida, donde jugó su primer partido como titular con sólo 17 años en la Champions League. Una progresión de vértigo, si tenemos en cuenta que su debut deportivo con el primer equipo se produjo el pasado 15 de octubre.
Ante el Atlético, su actuación suscitó grandes elogios por parte de la prensa alemana, que no dudó en alabar su brillante futuro y en calificarlo de "sucesor de Özil". E, incluso, ya especularon con el supuesto interés del Real Madrid en hacerse con sus servicios de cara a la próxima temporada. A pesar de ello, en el minuto 56 fue sustituido por Kevin Volland, con el que Tayfun quiso situar dos puntas en el ataque. Pero lo cierto es que Havertz ya se ha ganado un puesto en los planes del técnico, con quien ya ha disputado 13 partidos, en los que ha logrado cuatro asistencias.
Alto y espigado (mide 1,86 metros), contrasta con la imagen estereotípica del 'diez' tradicional. Sin embargo, su técnica recuerda a la del mediapunta del Arsenal y su físico le permite porfiar en duelos aéreos con los centrales, lo cual le permite asociarse con el punta prolongando pases largos, como se vio varias veces en la ida ante el Atlético. Además, su perfil zurdo le suele hacer imprevisible ante los defensores, que suelen tener problemas para anticipar el espacio por el que tratará de driblar.
Por otra parte, su participación resulta clave en la construcción del juego del Leverkusen: promedia casi 60 pases por partido, más que sus compañeros Calhanoglu -cuya sanción indudablemente le ha ayudado a progresar en el primer equipo- y Charles Aránguiz, una cifra ligeramente inferior a los 65 pases por partido que reparte Mesut Özil, el hombre al que está llamado a suceder.