Los grandes jugadores del fútbol pueden estar en baja forma, fallar goles o tener malos días. Son humanos y estar una temporada entera a su mejor nivel es imposible. Pero al final, aparecen cuando más importante es el partido. Son héroes, marcan la diferencia, son los mejores. Cristiano, tan criticado este año, apareció en el día en el que tenía que aparecer. Hizo un partido legendario en Múnich. Por eso es el mejor del Madrid y el mejor del mundo en numerosos años. [Narración y estadísticas: Bayern 1-2 Real Madrid]
A menudo se juzga a los jugadores, y más a los delanteros, por los goles que tiene, como si fuera una foto fija, como si todos esos datos indicarán sencillamente una cifra. Los datos siempre hay que extrapolarlos a la realidad. Por ejemplo, en esta Champions, Messi tiene once goles, pero en ninguna de las citas relevantes hizo acto de presencia. Ni ante el PSG (ida y vuelta) ni mucho menos este martes en Turín. En cambio, Cristiano apenas tiene goles este año, solo dos antes de Múnich, pero apareció en el momento clave.
Ante el Bayern marcó el gol del empate (en un gran remate de primeras a pase de Carvajal), minutos después provocó la expulsión de Javi Martínez y más tarde marcó el 1-2, metiendo el pie a un centro de Asensio. Y eso es al fin y al cabo el líder de un equipo, el jugador determinante que debe ser Cristiano. Cuantas veces se ha escuchado este año que el portugués estaba acabado y que restaba en el juego. Indudable es que Ronaldo ya no es el de hace unos años, pero no se puede negar que sigue siendo el líder del Madrid. Y en el Allianz Arena, uno de esos estadios donde se crean héroes, Cristiano resucitó con todas sus fuerzas. En el que será su mejor partido de la temporada, dio medio pase a un Madrid que disfrutó mucho en Múnich.
Llegó a tal punto la superioridad del Madrid que seguramente ni Zidane pueda salir contento al 100%, ya que hicieron un partido para ganar por mucho más. El encuentro le salió perfecto y salvo algunos borrones, fue excelente. El 1-2 se quedó muy corto y solo Neuer evitó que aquello no acabara en goleada, no muy alejada de la que hizo en 2014. El portero del Bayern, que se 'tragó' el segundo gol, sacó tres manos que eran gol. Hubo varias acciones en las que Neuer cumplió expectativas y convirtió goles en paradas. Y si él no podía, estaba el palo, donde golpeó un remate de Benzema.
El Madrid tuvo ocasiones de todo tipo y por todos lados y por eso dejó la sensación de que el 1-2 supo a poco. Ya tiene mérito que en Múnich un resultado así te sepa a poco. Pero esa fue la grandeza de los de Zidane, que bailó a su 'maestro' Ancelotti, que se quedó sin ideas ante la ausencia por lesión de Lewandowski. Toda la segunda parte encerró el Madrid al Bayern en su área, también antes de que los alemanes se quedaran con uno menos por la mencionada expulsión de Javi Martínez. Y acabó escuchando "olés" en la grada, que se mezclaban con los pitos de los aficionados locales a su equipo.
El mérito del Madrid es enorme porque remontó un primer gol de Arturo Vidal, que marcó con un portentoso cabezazo a la salida de un córner. El chileno, además, falló un penalti que no era (manos de Carvajal) en la primera parte y dio vida a un Madrid entonces más tímido. Se sobrepuso a eso y bordó el fútbol en la segunda parte, una mitad en la que hasta Zidane acertó en los cambios, quitando a Bale (sacando a Asensio, que se presentó a Europa con un recital) y a un Benzema cansado. Seguirán diciendo que el francés gana por la flor, pero en Múnich no se gana por eso. Se gana por un planteamiento medido que coronó al Madrid, ya merecedor de cotas más altas que las actuales.
El resultado puedo ser de escándalo, pero se quedó en la mínima. Incluso le anularon un gol a Ramos (sí, también marcó de cabeza) por fuera de juego. Lo era, estaba adelantado el camero. Al final, el Bayern tiene algo de vida ya que un 1-2 es difícil de remontar, pero posible. Imposible hubiera sido remontar un 1-4 que, sin exagerar, es lo que el Madrid tuvo para poder llevarse a la capital de España en este partido de ida.
En un espectacular partido, los blancos, de negro en Múnich, demostraron que este equipo cuando quiere es imparable. El primer paso para la Duodécima y la historia que eso arrastra lo hizo en Múnich. Disfrutó del fútbol, lo bordó y ganó. El Madrid, feliz tras su partido más difícil del año. Huele a grandes cosas este equipo.
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