Una volea de Zidane en Glasgow. Un taconazo de Redondo en Manchester. Un recorte de Mijatovic en Ámsterdam. Un cabezazo de Ramos en Lisboa. Un hat-trick de Cristiano en Madrid. Y una jugada de Benzema en el Vicente Calderón.
Las Champions del Real Madrid se han escrito con momentos irrepetibles, con jugadas únicas, con destellos de calidad que influyen en el final. En todas las Ligas de Campeones que ganó el club blanco hubo un momento que pasa a la historia, de esos que después se ponen en los videomarcadores del Bernabéu para que las generaciones futuras no olviden que años atrás hubo algún genio que, con su arte, hizo ganar al Madrid. La Champions de 2017, se consiga o no, quedará para el Madrid como la de la jugada de Benzema.
En un partido que estaba teniendo un ritmo frenético, con la intensidad más alta vista en los últimos derbis, hubo un momento en el que se paró el tiempo en el Vicente Calderón. Era el minuto 41 y Benzema cogió un balón cercano al saque de esquina, allí donde solo se puede pasar, centrar o buscar un saque de banda o, como éxito, un córner. Pero Karim, el '9' que no es '9', sacó su lado virtuoso e inventó la jugada del partido. Y de la temporada.
Estaba el francés en la banda y con un sutil movimiento mareó a Godín y Savic, a los que tenía pegado. No es que pudiera solo con uno, sino que lo hizo con dos. Y después con tres, porque apareció Giménez. Y no solo los mareó, sino que dribló de una manera que dibujó la mejor jugada en tiempo. Además de su brillantez, destaca por lo importante que era, con el Atlético ganando 2-0 y el Madrid buscando salir del pozo en el que se había metido.
'Bailó' Benzema por uno de los fondos y después le brindó el gol a Kroos, que falló, aunque después arregló la jugada Isco, cogiendo y metiendo el rechace. Fueron dos regates, porque al primero le acompañó otro mejor en la línea de fondo. Todavía es inexplicable que hiciera eso. Y ni el propio jugador sabía como lo hizo, como aseguraba Zidane en rueda de prensa. "No pensaba que fuera a acabar esa jugada así y le pregunté como había salido de allí. Él tampoco lo sabía", decía entre risas el técnico francés, que llega a segunda final de Champions consecutivas, ambas en sus primeros dos años en los banquillos.
Recuerda esa jugada a la de Emilio Butragueño ante el Cádiz, la que más se recuerda del actual director del Director de Relaciones Institucionales del Real Madrid. Entonces esa no tuvo la importancia de esta, que da una final de Champions, pero la brillantez es prácticamente la misma.
Por como sucedió, todos vieron en Benzema un toque argentino, el que le puso Fernando Redondo con su famosísimo taconazo en Old Trafford en el año 2000. Esa jugada, que fue el preludio de la Octava, marcó a una generación, fue la imagen durante años de los éxitos del Real Madrid. Nadie recordó entonces quien marcó ese gol (Raúl), sino el que había hecho esa barbaridad. Con esta obra de arte de Benzema puede pasar igual.
Esta jugada borra de un plumazo la peor temporada de Benzema. Así es el fútbol, injusto muchas veces, poco analizable otras. Al final, los jugadores de gran nivel tienen que aparecer en días y las situaciones como la de este miércoles. Karim ha jugado mal este año. Eso no se puede negar. Solo le salvaron partidos muy contados (San Mamés, Eibar...). Estuvo apático en otros tantos, sin ganas en algunos y estático en momentos importantes. Pero estuvo cuando había que estar.
Benzema ha sido objeto de muchas críticas por lo poco que aportaba en el ataque. Con el Cristiano más '9' que nunca, esa figura asociativa del francés tenía ya menos relevancia. Este año tiene menos goles que Morata, su rival más cercano, y no estaba entre los cinco jugadores más decisivos del Madrid. Hasta ahora, claro.
Paciente con los pitos del Bernabéu, que le llegaban en uno de cada dos partidos, no se recuerda una salida de tono de Karim a pesar de que no es de los jugadores más queridos por el madridismo. Sus escándalos extradeportivos tampoco ayudaron a que se ganara ese cariño que si tienen otros jugadores. Hasta Morata recibió más aplausos que el de Lyon.
Ahora Benzema ya tiene ese margen de error. Si se equivoca en otros partidos, se ha ganado el derecho a fallar. Acertó el día que había que hacerlo y su jugada ya es parte de la historia europea del Madrid. Estará presente en el Bernabéu y en la memoria del madridismo. Fue la jugada que cambió un derbi, evitó una debacle y clasificó al Madrid para su segunda final consecutiva. Karim, tan genial a veces como para patentar una jugada.
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