Existe un cántico en la afición del Real Madrid que representa muy bien lo que es ese equipo en los días europeos. "Cuando llego al Bernabéu, en el ambiente se nota, adelante Real Madrid, vas a ser campeón de Europa". Así es. Cuando uno va a un partido de Champions al Santiago Bernabéu todo es diferente.
El aroma es otro, huele diferente por Chamartín. Pasear por el estadio blanco en los minutos previos es comprobar la ilusión, confianza y esperanza que existe en el madridismo. El público, los primeros críticos cada fin de semana, cambian. La grada, siempre tranquila y poco proclive a animar, empuja convirtiendo al Bernabéu en un estadio que también sabe ganar partidos.
Y de todo ello se impregna un equipo que cambió la cara radicalmente. De un equipo sin alma en Liga se pasa a uno ultracompetitivo, muy ambicioso y con garra ilimitada ante el PSG. Es el mismo Madrid con idénticos jugadores. Pero es otra competición. Y otro rival. Y otros focos. De ahí el 3-1 ante el conjunto francés.
La excitación cambia al Madrid
A Zidane, como a todo el madridismo, le "pone" la Champions. Así lo reconoció él tras la victoria al PSG. No quiso andarse con rodeos y comentó que "la Champions es una competición que nos pone". Y la excitación fue real. Desde el primer minuto no hubo ningún balón que no se peleara, ejemplo de las ganas con las que afrontó el partido.
Jugadores que hasta ahora habían sido irrelevantes en la temporada, a los que se les había criticado por su bajísimo nivel en este curso, recuperaron el crédito con un partido para enmarcar. Varane se doctoró, Marcelo resucitó, Kroos resurgió, Isco se desfondó, Cristiano decidió, Asensio desequilibró y hasta Zidane acertó. El Madrid se puso un traje diferente al de este año.
Aseguraba el técnico francés que él es el mismo que ayer y que no se considera mejor entrenador hoy como tampoco peor hace unas fechas. A Zidane, siempre cuestionado, le faltaba un partido así este año. Después de un año horrible en decisiones tácticas, y con una gestión de la plantilla contraria a la del año pasado, Zizou acertó, y de forma notable, ante el PSG.
Zidane no alinea, arriesga para ganar
Su lectura del partido fue impecable. Desde el inicio, con Isco de titular cuando nadie lo esperaba, sacrificando así a la BBC, hasta el final, sacando a Asensio, clave en los dos goles que desequilibraron el duelo. Pero más que sacar al mallorquín, a Bale y a Lucas, la decisión de quitar a Casemiro, su ancla en el centro del campo, fue arriesgada y brillante a la vez.
Al brasileño se le veía agotado y Zidane, que normalmente es hombre de cambios lineales, hombre por hombre, se salió del guión quitándole y dando entrada a un jugador mucho más ofensivo. La jugada le salió bien, porque tanto el 2-1 como el 3-1 llegaron por la banda de Asensio, asistente en ambos goles. También acertó sacando del campo a un Benzema peleón pero lejos del nivel para dar entrada a Bale en un momento que el partido pedía algo diferente.
Marcelo no se pasea, corre para brillar
Para entender al Real Madrid del doblete de 2017 es imprescindible ver el papel que tuvieron los dos laterales, especialmente Marcelo. La figura ofensiva del brasileño aporta un plus de velocidad + calidad al equipo y da nuevos aires a un equipo que en ataque necesita precisamente de ideas renovadas.
Su partido fue total. Corrió la banda como en los viejos tiempos, estuvo correcto en defensa (su gran deficiencia cuando hace un buen papel en ataque) y especialmente se asoció bien cuando se colocó en una especie de extremo cada vez que atacó. Y el gol, el tercero, tras una jugada en la que él interviene en el inicio y acaba en un ejemplo de pundonor.
No hay dudas de que este encuentro ante el PSG ha sido el mejor de la temporada de un Marcelo muy lejos de su nivel a lo largo del curso. El lateral brasileño demostró este miércoles la relevancia en un equipo que juega mucho más alegre, profundo y con más alternativas cuando su lateral izquierdo hace bien las cosas.
Cristiano no falla, marca para decidir
En los últimos partidos ha mejorado sus registros goleadores en Liga, al marcar un hat-trick ante la Real Sociedad y dos goles en Mestalla, pero el año de Cristiano en lo que a goles se refiere estaba siendo malo... en las competiciones domésticas. Porque en Europa es otra cosa. Ronaldo es ya la mejor cara de la Champions. Es una máquina competitiva y goleadora.
Bien es verdad que sus goles ante el PSG no fueron de una brillantez mayúscula ni de grandes esfuerzos futbolísticos (el primero de penalti, el segundo de rebote) pero ahí estuvo. Cristiano tiene ese punto de grandeza que le hace aparecer siempre en los momentos decisivos. No habrá estado fino ante Girona, Betis o Levante, pero cuando llega el PSG, como hace menos de un año ante Bayern, Atlético y Juventus, ahí está. Y por eso gana Balones de Oro, porque sus goles no pueden ser más relevantes.
Asensio, electrizante, más decisivo que Neymar y Mbappé
No costó 222 millones de euros, al contrario, solo cuatro, pero en 10 minutos eléctricos cambió la eliminatoria, al igual que lo hiciera en la de cuartos de la temporada pasada ante el Bayern de Múnich. Marco Asensio tiene ángel. Irregular este año, aunque Zidane tampoco confió mucho en él, salió en el 79' y en el 83' ya brindó el primer gol. En el 86', el segundo.
Es estéril el debate sobre si Asensio es mejor, por ejemplo, que Mbappé, pero sí es real la comparación directa en lo que a relevancia se refiere. Y también valdría con Neymar. Mientras las dos estrellas del PSG crearon miedo cada vez que tocaban el balón, pero a la hora de la verdad ni marcaron ni asistieron (no fueron decisivos), Asensio sí lo consiguió con dos asistencias de gol y cambiando el curso del partido en esos últimos 10 minutos frenéticos.
El Madrid no cae, respeta a Europa
Ambición. Esa es la clave. El Madrid en la Champions podrá perder, porque esto es fútbol, un deporte donde se cae más que se gana, pero si claudica lo hará de pie y luchando hasta el final. Por eso siempre hay que tener confianza en los blancos en Europa. Podrán llegar heridos y tocados, horribles en Liga y Copa, que cuando se colocan el parche de las 12 Copas de Europa hay que hacer caso al otro mensaje que lleva en su camiseta en los partidos de Champions: respect.
Quizá deba analizarse en un futuro no muy lejano al Madrid de la Copa de Europa y su amor eterno por esta competición. Sus cambios de actitud, su fiabilidad en estas citas, su fidelidad continua. Es un milagro que este Madrid tan destrozado en Liga haya cambiado de esa manera para ganar, cómodamente en el resultado, al temible PSG.
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