El partido, como tal, no tenía ni historia ni interés. Eso no es novedad. El Atlético traía renta suficiente de la ida (6-0) y los dieciseisavos de la Copa, en este formato, sólo sirven, en fin, para adelantar la hora de acostarse. Pero, dicho esto, en el Calderón, más allá del ambiente, el frío, las caras de ilusión de algunos niños -y del ‘Niño’, en particular- hubo noticia: Alessio Cerci volvió a disputar un partido con la rojiblanca dos años después. ¿Y ese quién es? Dijo algún aficionado. Pues bien, a modo de resumen, un atacante-extremo-centrocampista que pasó por hasta seis clubes antes de llegar al Torino. Allí explotó (21 goles en 73 partidos) y acabó fichando por el equipo de Simeone en 2014 por 15 millones de euros. ¿Y desde entonces? Dos cesiones (Milan y Génova), una lesión de rodilla y, finalmente, su vuelta. Sí, Cerci existe. Y no descarten que se quede tras las Navidades [Narración y estadísticas 4-1].



Alessio, ay, Alessio. Tiene nombre de héroe, maneras de dandi, un aire de divo a lo Cassano -creo que no hace falta decir nada más- y cierto parecido con Forlán. Así llegó al Calderón, bien peinadito, sonriente y en buena edad (27 años) tras su mejor temporada. Le había costado, pero ahí estaba. Había pasado por la Roma, el Brescia, el Pisa, el Atalanta, la Fiorentina y el Torino. Y allí, en este último, encontró su hueco. Marcó 21 goles, jugó 73 partidos y se sintió importante. Y por eso llegó el interés de Simeone, porque Cerci, después de dar muchas vueltas, había logrado explotar. ¿Hacía falta algo más? En principio, no, era un buen fichaje y a un precio razonable (15 millones de euros).



Ocurre, sin embargo, que todo sueño se acaba, que el sol no es eterno y que los días grises llegan. Sí, lo hacen sin que se pueda prever. Pero, al mismo tiempo, aparecen por alguna razón. Y Cerci, definitivamente, no se adaptó al Atlético de Madrid. Algunos lo han hecho, como Griezmann, Diego Costa o Carrasco; otros no lo hicieron, como Jackson o -aunque esté por confirmar- Gaitán, titular ante el Guijuelo. ¿Y él? Lo dicho. A su llegada, no cuajó. El método de Simeone, de exigencia máxima, no acabó de agradarle, y entonces empezaron los problemas…



El italiano tan solo disputó nueve partidos con el Atlético (con una asistencia y un gol). El último, el 14 de diciembre de 2014 frente al Villarreal. Y ahí, presuntamente, acabó todo. Primero, buscó refugio en el Milan como contraprestación por la llegada de Torres al Manzanares. Y después, al año siguiente, buscó la gloria en Génova. Pero allí, de nuevo, no cuajó, logrando tan solo cuatro goles en 11 partidos. Muy poco para lo que se esperaba de él y el preludio de lo que estaba por venir: su regreso a Madrid.



Este pasado verano, jugador y club decidieron que lo mejor es que se marchara. El Bolonia, de hecho, llegó a preguntar por él. Sin embargo, su lesión de rodilla lo echó todo al traste. Y Cerci, finalmente, tuvo que resignarse y esperar que el club le dejara salir en invierno. ¿Y qué ocurre ahora? Que el jugador ha recibido el alta médica y Simeone no descarta quedárselo. “Nunca dejo a nadie de lado. En las dificultades están las oportunidades, y él ha pasado por dificultades”, sentenció en la rueda de prensa previa al partido contra el Guijuelo.



¿Y qué hará él? Depende. El Atlético, salvo que cambien las cosas, no puede fichar en verano y, por tanto, tampoco puede dejar salir a ningún jugador alegremente. Por tanto, el atacante, con su voluntad, su trabajo y su disposición será el que decida. Si convence al Cholo, será uno más; si no lo hace, entonces saldrá este invierno o, quizás, en julio. Todo está por ver. Lo único real es que Cerci existe. Sí, está en el Atlético, con su aire de dandi y todas esas cosas. Y sí, también con algunos minutos, los disputados este martes en los dieciseisavos de la Copa del Rey (entró por Saúl en el minuto 61). Y este, en teoría, es el principio de una hueva historia. ¿O quizá el final? No está muy claro. En resumen, que el Atlético estará en octavos, y a partir de ahí... 

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