El fracaso español, anunciado hace tres semanas por Georgia y bosquejado hace sólo una por Croacia, cristalizó en la incompetencia de la ‘Roja’ a la hora de contestar la fórmula concebida por Antonio Conte para vengar la afrenta de 2012: un sistema con cinco centrocampistas que aseguraba la superioridad numérica en la zona de construcción y cortocircuitó el juego de la selección. España quiso jugar como siempre, pero no pudo: fue avasallada durante tres cuartas partes del choque.
A España le faltó un plan B. No supo contrarrestar la superioridad italiana en todo el campo, ni desbloquear el atasco en la salida de balón ni coordinarse en la presión. Del Bosque introdujo mejoras en la segunda parte, pero España vivió de De Gea. Cuando más esperanza había en el milagro, la lesión de Aduriz condenó a la Selección al surrealismo: el díscolo Pedro entrando antes que otros abnegados compañeros para jugar de ‘9’ (en ausencia de un tercer delantero en la convocatoria). España dejó a De Rossi jugar solo 50 minutos y no mandó hasta el minuto 70 de partido (siempre con el riesgo del 0-2 en las contras italianas).
Las explicaciones del seleccionador ante un auditorio aturdido pero respetuoso no terminaron de convencer a los periodistas. Negó la habitual hipótesis del cansancio y recordó que su equipo “no ha sido nunca físico, sino técnico”. La fatiga, dijo después, “es a veces imposible de medir y demostrar”. España, en efecto, buscó el área contraria hasta el minuto 90. Y sin embargo es difícil recordar muchas anticipaciones de los centrales, recuperaciones de los mediocentros o duelos individuales ganados en un partido que Italia ganó con intensidad física y un concepto diáfano: sin el balón en los pies, España es una selección más.
Del Bosque había prometido tener la pelota y la iniciativa (porque “no hay cansancio con la pelota”), pero Conte tenía el antídoto: “Tendremos que correr mucho con balón y sin balón”, había avisado. Italia presionó el inicio de jugada obsesivamente, asfixió al aislado Busquets y obligó a España a jugar en largo: una mala alternativa para la selección más baja del torneo frente al trío de centrales más conjuntado del planeta.
Un banquillo poco utilizado
¿Tenía razón Del Bosque al buscar un ‘once’ fijo, o debió de apostar por el doble pivote? Ante una selección guerrera y descansada, que había jugado con suplentes su partido anterior, ¿no merecía una oportunidad, entre otros, Koke? ¿No era Thiago en 2014 el reemplazo de Xavi? ¿Dónde está Isco, otro presunto continuador del arte hispano? La falta de ‘plan B’ de España se extiende a los jugadores. El empecinamiento del seleccionador en sus alineación de gala tiene otra luz bajo el discurso de Piqué: “Hay que ser realista, no tenemos el nivel de hace unos años”, dijo tras el partido. “Hay que hacer autocrítica. Sabíamos que no éramos favoritos, el torneo nos ha metido por el camino más difícil y se nos ha hecho una montaña ver todo lo que teníamos por delante […] No solo es el nivel de los futbolistas. El estilo de juego en el que creíamos ya no es tan efectivo, es algo que debemos reflexionar. Si de algo nos sirve la eliminación es para ponernos en nuestro sitio”.
La estatura futbolística de Xavi, Alonso, Villa o Pujol (también Casillas) crece en paralelo al desencanto de estos años. Se retiren o no tras el verano futbolistas míticos que han dado ya quizá lo mejor de sí a una Selección difícilmente repetible, España necesita el afianzamiento final de los futbolistas jóvenes. Del Bosque insistió varias veces el lunes en que el fútbol español, bajo su batuta o la de otro, tiene recursos sobrados para permanecer en la élite “durante muchos años”. Frente a la tentación comprensible de igualar el partido contra Italia con la derrota ante Chile en 2014, la ostensible mejoría del equipo en el segundo tiempo es un clavo para agarrarse y un signo del trabajo realizado por el seleccionador en su travesía del desierto.
Transición a medio hacer
En estas horas es difícil todavía evaluar si la transición en la Selección está concluida. Algunos datos contradicen las peticiones de renovación absoluta. Sólo cinco jugadores presentes en Maracaná aquella tarde estaban en el once inicial que perdió contra Italia (Ramos, Busquets, Iniesta, Alba y Silva). Si la Eurocopa deja algo firmemente establecido es la renovación de la portería y la delantera, donde Morata parece aspirar al trono de Villa sin discusión. Otras observaciones oportunistas sobre la edad de algunos jugadores tienen menos peso si se observa el magnífico encuentro de Buffon (38 años), Bonnuci (29), Barzagli (35) y Chiellini (31) en la ‘azzurra’.
Lo que viene
Termina para la Selección un torneo vacilante: jugó muy bien dos partidos y rescató en cinco días el crédito perdido en dos años. Mantuvo la compostura durante media hora más, hasta que Croacia le encontró los remiendos. Cuando Perisic cortó el último hilo en aquel contraataque maldito, España sintió frío. El rayo antes del trueno. La falta de un sucesor idóneo para Del Bosque y el retraso a noviembre de las elecciónes en la Real Federación de Fútbol complican el avance a la siguiente fase: el Mundial de 2018. Es improbable que los candidatos alcancen un consenso para escoger un seleccionador si el actual decidiese retirarse, como parece verosímil, antes de esa fecha. España no tiene tanto tiempo para decidir si persevera en el estilo: Italia le espera en octubre dentro del grupo de clasificación a Rusia. Joaquín Caparrós (el favorito, aunque de otra escuela), Julen Lopetegui, Marcelino García Toral, Ernesto Valverde o Paco Jémez son los nombres más probables para un eventual reemplazo. En el campo, en el vestuario y en los despachos, España busca un ‘plan B’ después de una caída que resucita espectros olvidados.
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