El fútbol, en teoría, avanza. Al menos, en lo tecnológico. Ya saben, que si el ojo de Halcón, que si el videoarbitraje… Sin embargo, en muchos estadios el problema no son las decisiones de los colegiados, sino lo que ocurre en las gradas de los estadios. El último incidente ha ocurrido en el partido de la liga de Serbia entre el Partizan y el Rad, ambos clubes de Belgrado. En dicho enfrentamiento, tras el partido, Everton, jugador brasileño del Partizan, se fue llorando a los vestuarios. La razón: los insultos racistas de la afición local, que no paró de cargar contra él durante todo el choque.

Incident na meču Rad - Partizan



Por poner orden a lo ocurrido. Este domingo, el Rad recibía al Partizan en su estadio, el Kralj Petar I, en un partido de la liga serbia. Y, en principio, todo se desarrolló con normalidad: Djurdjevic marcó para el conjunto visitante en el minuto 55 y el partido, a pesar de los insultos de los ultras, acabó como cualquier otro. Pero, tras el pitido del colegiado Srdjan Jovanovic, se montó un espectáculo lamentable: Everton se dirigió a la grada de los ultras y se echó mano al escudo. Y, a partir de ahí, los jugadores de ambos equipos se empezaron a increpar.



Todo el problema surge por parte de los ultras del Rad, unos de los más violentos de toda Europa y de clara ideología ‘nazi’. Ellos, como es habitual en el Kralj Petar I, se pasaron el partido insultado, increpando y haciendo el mono contra el brasileño Everton. Y, claro, al jugador no le gustó y se dirigió a ellos al final del partido en un gesto que provocó todo lo demás.

Los ultras del Rad durante un partido de Europa League. Foto de archivo



Sacar un buen resultado era básico de cara a las aspiraciones del Partizan de Belgrado, que es segundo a seis puntos del Estrella Roja. El Rad, por su parte, tiene pocas opciones de luchar por la liga: es décimo a 33 puntos del liderato.



Tras el partido, todo se aclaró en los vestuarios. El árbitro, en el acta, constató que Everton se dirigió a la grada y se formó una tángana. Después, en el túnel de vestuarios, todo se desarrolló con normalidad. Los jugadores y los directivos actuaron como si no hubiera pasado nada, y se dieron la mano en señal de paz. Un triste incidente de los muchos que ocurren en el fútbol europeo a menudo, y que ojalá y sea solventado próximamente. 

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