Madrid

Volvió Bale. Volvió el que estaba siendo el mejor jugador del Madrid hasta que se lesionó. Volvió el futbolista desequilibrante, completo, rápido y goleador que tiene el club blanco. Y como volvió, el Bernabéu sacó una sonrisa. Eso fue motivo suficiente, justo al serio partido que hicieron, para que el Madrid haya entrado en la felicidad completa. [Narración y estadísticas: Real Madrid 2-0 Espanyol]

Antes de la aparición del galés, que fue en la segunda parte, el Madrid salió con siete cambios respecto al Nápoles. El mensaje de Zidane era claro. El partido ante el Espanyol era mucho menos exigente que los de la próxima semana, durísima, con dos visitas a la Comunidad Valenciana: el miércoles a Mestalla y el domingo al Estadio de la Cerámica. La idea estaba definida: al Espanyol se le podía ganar con el equipo B. Así fue.

Otra cosa es que los jugadores menos habituales de Zidane sean los que son, de tal calidad que bien podrían ser un equipo campeón en cualquiera de las otras ligas europeas. Porque estaría mal decir que el Madrid ganó con los suplentes sino se da el nombre de los protagonistas: Casilla, Pepe, Nacho, Kovacic, Lucas, Isco y Morata. Si estos son suplentes, con el significado que tiene en el fútbol (peores), que se escondan otros. 

La victoria ante el Espanyol es posible que sea la más rara de todas las que lleva el Madrid en relación táctica-resultado. El Madrid se lo trabajó, tuvo en todo momento clara sus ideas, arrolló por momentos, dominó siempre (la primera ocasión del Espanyol fue en el minuto 60) y jugó como quiso. Pero le faltó gol y alguna que otra ocasión clara. El Madrid, para que lo entiendan, se lo tomó con calma. Marcó en minuto 33 con un portentoso cabezazo de Morata (fue un remate clásico del '9' de un gran equipo) y a partir de ahí, también lo había hecho antes, jugó con tranquilidad. Sin prisas pero sin pausa.  

El problema para el Madrid es que la ventaja era mínima y en el Bernabéu ya conocen algún que otro susto en estas situaciones. Esta vez no lo hubo porque el Espanyol aportó poco, por no decir nada. Pocas veces se podrá ver al conjunto catalán en una situación tan cercana como la de este sábado de puntuar en el Bernabéu. En resultado, 1-0, porque la sensación era de goleada. Pero en el fútbol cuenta lo primero, no lo segundo. Los pericos no ganan en Chamartín desde 1996 y tampoco lo hicieron con Diego López, aplaudido en su vuelta a una casa con los ánimos más calmados que cuando él estaba.

La irrupción de Bale

La monotonía de este partido soso la rompió Bale. Su salida al campo dio un aire de ilusión a la grada del Bernabéu. El galés, el mejor en lo que iba de temporada hasta que se lesionó en Lisboa, reapareció tres meses después. Y lo hizo de la forma más épica posible, con gol y buenos minutos. Marcó después de una larga carrera, con una definición pegada al palo, imposible de parar. Las lesiones podrán parar a Bale, le podrán dejar con dudas, le minaran la moral, pero jamás le harán perder velocidad. ¡Qué carrera se pegó para marcar su gol!

Con sus errores, habrá que reconocerle a Zidane la gestión de plantilla que ha hecho. A mediados de febrero ha llegado con un equipo enchufado en el que los teóricos suplentes (las lesiones han ido regalándoles titularidades) estén en perfecto estado. Eso es mérito del entrenador, que ha ido mezclando jugadores, sin modificar demasiado el esquema, y que eso le ha valido para estar líder de forma muy sólida y para, salvo catástrofe en Italia, llegar a cuartos de la Champions. Y, además, esa buena gestión contrasta con el poco nivel de los suplentes de su más inmediato rival. También la comparación con el Barcelona engrandece al Madrid en este aspecto.

Como el famoso anuncio de hace ya varias décadas: y el Madrid qué, ¿otra vez líder de Liga? Así es. Y no parece que lo vaya a perder. La semana que ahora comienza, con Valencia y Villarreal en el horizonte, se presenta clave para decidir el torneo. Si gana en ambas plazas, casi imposible que pierda la Liga. Y si no gana en ninguno de los dos estadios, podrá seguir siendo líder. Es el Madrid a febrero de 2017. Un equipo feliz y sólido.

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