Las máximas están para no repetirlas, para extirparlas del vocabulario y despedirlas con una mano levantada y la otra inventando con los dedos sobre el teclado. Sin embargo, hay veces que hay que recurrir a ellas. Es inevitable. Al menos, en estos días, en Rusia. Ya le pesará a Perú, que fue protagonista de una de ellas, esa que dice que el que perdona… paga. Y así fue. Tras 36 años de ausencia en un Mundial, después de cuajar un partido merecedor de cualquier cosa menos de la derrota, se quedó a las puertas de conseguir una victoria o un empate [narración y estadísticas: 0-1].



Perú, realmente, jugó mejor, tuvo ocasiones, dispuso de un penalti, encerró a Dinamarca en su campo… Lo hizo, en resumen, todo bien. Entró por bandas, puso centros… y falló. Mucho. Y eso es lo que la dejó huérfana de la victoria. Sin Paolo Guerrero –entró en la segunda mitad– llegó al área sin medida. Vio a los daneses superados en todo momento, pero firmes en defensa. Incluso, pudo adelantarse antes del descanso tras un penalti. El VAR así lo decretó. Pero Cueva mandó el balón a las nubes y se fue llorando junto a sus compañeros.



Recibió el ánimo de todos en el vestuario y volvió a salir en la segunda mitad. Pero, entonces, golpeó Dinamarca. En una contra, Yurary recibió por el costado izquierdo, controló, levantó la cabeza y la metió dentro de la portería. Sí, Perú lo había hecho todo bien. Pero, de repente, se vio por detrás en el marcador. Pero no cejó en su empeño. Es más, Ricardo Gareca puso más pólvora sobre el terreno de juego y mandó a calentar a Paolo Guerrero. Y, a 20 minutos del final, entró el delantero.



Perú, entonces, se lo volvió a creer. ¡Y no es para menos! Paolo Guerrero tocó tres balones e hizo dos ocasiones: un remate de cabeza que fue a parar a las manos del portero y un taconazo que se marchó cerca del palo. Pero ni así. Carrillo, omnipresente durante todo el encuentro, apareció por la izquierda, por la derecha y por el centro. Da igual. La selección de Gareca, con Cueva como máximo exponente –y también como el más fallón de todos sus compañeros–, su equipo se chocó una y otra vez con la defensa danesa y con Schmeichel.



El fútbol, en fin, es así. Ni siquiera el VAR puede con todo. A veces, basta con llegar una vez a la portería contraria y marcar un gol. Se vio en el partido anterior con una estadística que pone de relieve todo esto: Argentina hizo casi 600 pases e Islandia sólo 60. ¿El resultado? Empate (1-1). Pues bien, en este tercer partido del sábado, Perú puso más sobre el campo: juego, ocasiones y visión. Perdió. Dinamarca sumó tres puntos que pueden ser vitales de cara a la clasificación para octavos. Las máximas, ya decimos, habría que erradicarlas, pero por algo existen. Y, sobre todo, se cumplen. Qué se le va a hacer. 

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