El fracaso de 'La Roja' y la polarización creada por Luis Enrique, termómetro de la España en crisis
El eufemismo para referirse a la Selección refleja los problemas de la identidad nacional en contraste con el fervor patriótico en Marruecos.
7 diciembre, 2022 03:36España cayó eliminada del Mundial de Qatar después de perder en la tanda de penaltis ante Marruecos. Fue la crónica de una muerte anunciada de una Selección que fue de más a menos en el torneo y que no llegó a ilusionar ni tras el 7-0 a Costa Rica por la figura, siempre discutida, de Luis Enrique. El carácter y el estilo del entrenador se convirtieron en el peor enemigo para el equipo tanto dentro como fuera del campo.
La desolación de la selección española tras la tanda de penaltis contrastaba con el fervor patriótico de los marroquíes tras haber hecho Historia al lograr por primera vez el pase a los cuartos de final de un Mundial. No pudieron en 1986 pasar de octavos, la única vez que habían llegado antes hasta esta ronda, contra la Alemania de Rummenigge, Matthäus, Völler y compañía, pero sí lo lograron 36 años después ante una España sin alma ni corazón.
El fracaso de 'La Roja' es un reflejo de la crisis de identidad nacional en la sociedad. Precisamente, 'La Roja' no es más que un eufemismo creado durante la época gloriosa del fútbol nacional, el ciclo entre 2008 y 2012 en el que se ganaron un Mundial y dos Eurocopas, para evitar nombrar a España. Un mal endémico que se ha ido propagando por otros deportes para llamar La ÑBA (baloncesto masculino), Los Hispanos (balonmano masculino), Los y Las Red Sticks (hockey hierba masculino y femenino), Las Guerreras (balonmano femenino), Las Sirenas (natación sincronizada)... a las diferentes selecciones españolas.
'La Roja' nació como un 'chascarrillo' de Luis Aragonés en 2004 para buscar una mayor cohesión en torno a la Selección. Sin embargo, tras los éxitos, lo que fue una anécdota en pro de la unión, se convirtió en un eufemismo utilizado hasta por políticos y medios independentistas, tanto catalanes como vascos, para hablar de España e incluso poder celebrar sus títulos públicamente.
Poco a poco, con los años, España fue perdiendo identidad y liderazgo sobre el campo. Sin el ángel de Casillas, ni la inteligencia de Xavi, ni el carácter de Puyol, ni la creatividad de Iniesta... la Selección fue quedándose sin personalidad. Para más inri, Luis Enrique decidió 'jubilar' a Sergio Ramos, el último gran jefe de aquella generación. El seleccionador preferió a un capitán silencioso como Busquets que, a pesar de su enorme compromiso y profesionalidad, no tiene la jerarquía de ninguno de los anteriores ni en el campo ante los rivales y los árbitros ni en el propio vestuario de España.
Tesis radicales de Luis Enrique
Luis Enrique se autoimpuso el papel de líder supremo de la Selección. El asturiano quería ser el responsable de los éxitos y de los fracasos. Para ello mostró su cara más agria en sus comparecencias públicas y dividió a España entre decisiones polémicas, un estilo aburrido e innegociable y el 'conmigo o contra mí' como ley de obligado cumplimiento para sus futbolistas.
Esta polarización en su discurso provocó un severo rechazo de una gran parte de la sociedad que no llegó a conectar con la Selección. Luis Enrique quería seguidores que no cuestionaran su autoridad ni sus hechos. El seleccionador metió a sus jugadores en una burbuja y creó en torno al equipo nacional un ambiente de continuo enfrentamiento.
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Al igual que los postulados más extremistas de Vox y Podemos han polarizado la política española y han rebajado el nivel del debate en el Congreso de los Diputados, la Selección se convirtió en una lucha constante entre los pro y los anti de Luis Enrique. En la calle durante el Mundial no se ha discutido sobre si España debía jugar con o sin Morata o si el esquema era el mejor, sino que la gente se ha enfrentado por estar a favor o en contra de los streams de Luis Enrique o sobre si se subía o no a la 'Luchoneta'. Es decir, la caricaturización del fútbol al absurdo por estrategia del seleccionador.
Otra de las decisiones más polémicas de Luis Enrique fue la de retirar el pantalón azul marino en la equipación de la Selección a pocos días de comenzar un Mundial. Aquí vuelve a aparecer el eufemismo de 'La Roja' a escena, ya que fue una de las razones para vestir completamente de ese color en Qatar por el gusto particular del entrenador asturiano.
El seleccionador se excedió en su mando y cambió los colores de España por su cuenta y riesgo. Es difícil imaginar a Tite modificando la equipación de Brasil, a Scaloni la de Argentina o a Deschamps la de Francia, por poner tres claros ejemplos. La Selección ha perdido tanto su identidad en la etapa de Luis Enrique que hasta se dejó colores por el camino antes de fracasar en el Mundial.
La pérdida de los símbolos nacionales en el deporte ha ido de la mano de las concesiones políticas en este ámbito tanto a Cataluña o como al País Vasco durante los últimos años. Hace tan solo unas semanas, a finales de octubre, la Comisión de Cultura y Deporte del Congreso aprobó la nueva Ley del Deporte y con ella una iniciativa del PNV para que el País Vasco pueda participar con sus propias selecciones en pelota vasca y surf.
La concesión del PSOE al PNV estaba dentro del acuerdo entre ambos partidos para que los nacionalistas vascos votaran a favor de los Presupuestos del Estado realizados por el Gobierno de Sánchez. De esta forma, el deporte fue utilizado como moneda de cambio en pro de los intereses partidistas y, por primera vez, se podrá ver un enfrentamiento entre España y el País Vasco a nivel de selecciones.
La selección española de fútbol puso fin el pasado mes de marzo a un periodo de 18 años sin disputar un partido en Cataluña. Desde 2004 no jugaba España allí y es que el procés solo fue la consecuencia de un largo periodo de políticas independentistas en las que el deporte también jugó un papel protagonista. El empeño del presidente de la RFEF, Luis Rubiales, logró que la Selección regresara a Barcelona para jugar un amistoso contra Albania.
Otro ejemplo de desafección por la Selección se vivió en Bilbao el pasado año cuando a última hora el Ayuntamiento renunció a ser sede de la Eurocopa para evitar que España jugara en San Mamés sin público. La presión realizada por los representantes de Podemos y Bildu dio su fruto.
Precisamente, el partido independentista Bildu afirmó: "El País Vasco pierde como nación. Si se celebrara sin público, España gana y Euskal Herria pierde las alubias y el sentido de nación". La Selección, finalmente, jugó sus encuentros en Sevilla y con aficionados en las gradas.
La pérdida de identidad de la Selección y el poco espíritu que demostró en la tanda de penaltis que la dejó fuera del Mundial de Qatar contrastó con el ímpetu y la ilusión de los jugadores marroquíes. El combinado norteafricano luchó por el sueño de un país, tanto es así que hasta el rey Mohamed VI celebró en las calles de Rabat el triunfo de su selección sobre España.
La Selección sobre el césped del Education City Stadium solo fue un reflejo de la sociedad española y de su pérdida de identidad nacional. De igual forma, Luis Enrique demostró cómo la crispación y la división no son un buen camino para lograr el objetivo de todo un país. Quizá pudo ser el más fácil según su opinión, pero, sin duda, fue el menos correcto. La segunda estrella tendrá que esperar hasta que España cambie.