Sus gafas le distinguen fácilmente. También sus primeras canas y el chándal que no abandona en cada partido. La sonrisa casi siempre le acompaña. David Wagner (Geinsheim, Alemania, 1971) es el protagonista en el inicio de la Premier League. Este joven técnico ha revolucionado por completo Huddersfield, una ciudad del centro de Inglaterra de algo más de 150.000 habitantes que está vibrando como nunca había pensado con su equipo de fútbol.
En su primer año en la Premier League, el Huddersfield está sorprendiendo al fútbol británico con dos victorias en los dos primeros partidos, seis puntos que a la larga pueden ser vitales para la salvación, único objetivo de un equipo más que humilde, con uno de los presupuestos más bajos de las grandes ligas europeas y con todas las papeletas para bajar a la Championship. Por ahora, el inicio ha sido perfecto: 0-3 al Crystal Palace en la primera jornada y 1-0 al Newcastle de Benítez este domingo.
De esa segunda división inglesa salió el pasado mes de mayo tras una agónica tanda de penaltis ante el Reading en el partido decisivo del playoffs de ascenso a la Premier. En un formato similar al que tiene la 2ª española, el Huddersfield, que había acabado quinto, subió tras dos eliminatorias, la última en Wembley, campo neutral donde se deciden todas las finales que existen en el fútbol inglés. The Terriers, como se les conoce, regresaban a la primera división 45 años después, justo la edad que tiene su entrenador.
David Wagner es, sin duda, el gran artífice del éxito del Huddersfield, sin olvidar al presidente Dean Hoyle, solo cuatro años más viejo que Wagner y propietario de la principal cadena de regalos y felicitaciones del Reino Unido. Ambos han formado un tándem perfecto basado en la lealtad y la confianza. Hoyle fue a por Wagner cuando era un desconocido. "¿Eres capaz de dar una identidad al club?", le preguntó. Quería construir algo más que lo que dictaran los resultados. Una vez conseguidas las dos cosas, identidad y éxitos deportivos, el entrenador le devolvió la confianza: "Estoy muy agradecido por lo que ha hecho este club conmigo. Seré muy leal".
Íntimo amigo de Jürgen Klopp
Para entender el auge de este técnico germano-estadounidense, hijo de un militar norteamericano, hay que ir a 94 kilómetros al oeste de Huddersfield. Su maestro está en Anfield Road. David Wagner es el mejor discípulo de Jürgen Klopp. Ambos fueron compañeros cuatro años en el Mainz en su época de futbolistas (1991-1995), donde establecieron la fuerte amistad que hoy resiste a pesar de la distancia y la rivalidad en el terreno de juego. Este año se medirán por primera vez en el campo. Será el 28 de octubre en Liverpool.
Wagner y Klopp compartieron habitación en muchas concentraciones de aquel Mainz y desde entonces se hicieron íntimos. Tanto que el actual entrenador del Liverpool es el padrino de la hija del técnico del Huddersfield. A su vez, Wagner fue el padrino de la boda de Klopp. Cuando le preguntaron sobre su discurso en el enlace del extécnico del Dortmund, Wagner fue conciso: "No lo recuerdo, bebí demasiada cerveza".
Sus caminos siguieron ligados también en los banquillos. Con Klopp un peldaño por encima, quizá porque le dio tiempo a empezar antes ya que tiene cinco años más, Wagner fue su hombre de confianza en la cantera del Dortmund, era el entrenador del primer filial del equipo alemán. Cuando Klopp 'emigró' a Liverpool, pidió a su amigo que le acompañara en el viaje. Wagner no quiso, pero justo un mes después aceptó la oferta del Huddersfield. Cuentan que Klopp, lejos de lo que hubiera sentido como afrenta, le animó a fichar por el equipo revelación de la Premier estas dos primeras jornadas.
Estaba entonces el humilde Huddersfield en Championship y quedarse allí ya era un éxito. No estaba en los planes ascender. El primer año mantuvo Wagner al equipo en la categoría y, al siguiente, consiguió el gran hito, subir a Premier League. Y lo hizo con un más que curioso plan que llevó a cabo en la pretemporada.
Una pretemporada en una isla desierta
David Wagner se llevó a toda su plantilla a una pequeña isla deshabitada de la costa de Suecia. Allí estuvieron cuatro días y tres noches. No se llevó ni un solo balón y les quitó los móviles. Tampoco había Internet. El entrenador quería que todos sus jugadores estuvieran aislados. El objetivo era que los futbolistas, muchos de ellos de nacionalidades diferentes, comenzaran a unirse y se necesitaran los unos a los otros.
Eso acabó haciendo mucho más efecto que cualquier otra táctica. "Sabíamos que teníamos muchos fichajes nuevos y nunca debemos olvidar que este es un club de fútbol inglés tradicional con más de 100 años de historia. Yo soy el primer entrenador no británico y aquí hay muchos extranjeros", aseguró Wagner a The Guardian.
En esa concentración no había electricidad y, según trascendió, tampoco baños y camas. Vivían en tiendas de campañas. Fue una aventura en plena naturaleza en la que los futbolistas tenían que buscarse la vida y, con ello, necesitaban a sus compañeros para sobrevivir en esos días. Solo les acompañaban tres guías.
"¿Cómo podemos hacer que los jugadores se unan muy rápidamente?", se preguntó Wagner. Él tuvo esa respuesta. "Cuanto mejor conozcas a tu compañero fuera del campo, más podrás trabajar con él en situaciones incómodas", explicó. Diez meses después, el Huddersfield ascendió y el técnico aseguró que aquella pretemporada fue clave para entender tal triunfo.
Wagner es una especie de copia de Klopp: mismos métodos, misma identidad y misma forma de llevar un vestuario. El entrenador del Huddersfield comparte manera de entender el fútbol, esa intensidad que se conoce al actual técnico del Dortmund. Eso sí, sus clubes actuales no son comparables. "No existe la posibilidad de que me pueda dar muchos consejos o se los de yo", explicó Wagner, que añadió que "seguro que hablaremos de la experiencia que haya tenido cada uno contra cualquier equipo".
Con estudios en Biología y Ciencias del Deporte, Wagner obligó a sus jugadores por contrato a vivir a unos 25 kilómetros de las instalaciones del club y trasladó la exigencia física de Alemania a Inglaterra. Convirtió al Huddersfield en un equipo 'familiar', dejando que la afición entrara en todos los entrenamientos. Creó esa identidad que le pidió el presidente.
"No somos el perro más grande, somos más pequeños, pero somos agresivos. No tenemos miedo. Nos gusta competir con perros grandes. Nunca nos rendimos", comentó Wagner en otra entrevista. "No estamos en la Premier para saludar. Queremos quedarnos", añadió. Ese es el objetivo ahora. Conseguirlo sería otro milagro de este 'miniKlopp' que está ya dejando su nombre en la difícil Premier.
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