En la mitomanía del fútbol contemporáneo, el Tottenham de Mauricio Pochettino lidera un movimiento contracultural. Frente a una idea hipercapitalista de este deporte, representada por los petrodólares que pretenden dominar el viejo continente, el club londinense se ha erigido como un singular conjunto de reconocible personalidad, que se ha cimentado sobre la sólida apuesta por la juventud y los jugadores de la casa que ha defendido su técnico. Frente a las estrellas, el equipo. Frente a los faxes, el diálogo. El entrenador argentino personifica todo el optimismo de una entidad acostumbrada hasta su llegada a vivir en la banalidad perpetua. Sin grandes sobresaltos, sin grandes alegrías, y con buenos resultados: el pasado fin de semana inició la Premier League con victoria ante el Newcastle (0-2).
Durante los últimos dos años, el Tottenham, de la mano del míster, ha sido la escuadra que más encuentros ha ganado (45), que más puntos ha acumulado (156), que más goles ha anotado (155) y que menos ha encajado (61). En este tiempo, ha progresado en regularidad y en competitividad. Ha adaptado su juego a los distintos contextos que exige una competición tan dura como la inglesa y ha constituido un once de garantías capaz de dar la talla en ambas áreas, catapultándose, en definitiva, como un equipo completo sin más fisuras que la inexperiencia puntual de la que adolece una plantilla tan descaradamente joven.
Sin embargo, en esta Premier League de grandes historias, que vio triunfar en 2016 el proyecto de cenicienta del Leicester y, un año después, el renacimiento del Chelsea tras una ruptura tan dolorosa como la sufrieron los ‘blues’ a manos de José Mourinho -un ídolo caído en Stamford Bridge-, Pochettino, como le ha sucedido a la Juventus de Turín en la Champions, se ha tenido que conformar, por partida doble, con un pobre segundo puesto. Después de haber estado tan cerca. Después de haber estado, a la postre, tan lejos. Como el amigo que al fondo de la barra aguarda, ilusionado, a que le saquen a bailar, el Tottenham lleva tiempo esperando saborear, de nuevo, una gloria que en el barrio no se degusta desde 1961.
El único grande que no ha fichado
Los ‘Spurs’ sueñan con un título de campeones que, desde que se jubilara Sir Alex Ferguson en 2013, se antoja más accesible que nunca. La conquista parece cuestión de tiempo. ¿O de dinero? A diferencia de sus rivales, la entidad de Daniel Levy todavía no ha comparecido en el presente mercado de fichajes. Y eso, en la Premier, es una novedad. Un fenómeno que roza lo paranormal.
Con más de 1.100 millones de euros invertidos en nuevas adquisiciones, los clubes ingleses se benefician de los réditos económicos que reportan los derechos televisivos para perfilarse como los grandes animadores de la banca. Entre Chealsea, United, City, Liverpool, Arsenal y Everton, la cantidad desembolsada asciende a casi 750 ‘kilos’. La consolidación de Mourinho, la última bala de Wenger o Guardiola, año II, son – y serán- los posibles titulares de una competición que crece a golpe de talonario y que recibe con los brazos abiertos a estrellas como Morata, Bernardo Silva, Lacazette, Mendy, Danilo o Lindelöf.
En contraste con este derroche, el Tottenham, el único grande de Europa junto con el Atlético de Madrid -sancionado sin poder fichar- que no ha incorporado ningún jugador a sus filas, a pesar de que su entrenador haya alarmado en varias ocasiones de la necesidad de contratar los servicios de otros puntales: “El equilibrio del equipo es lo más importante y necesitamos nuevos jugadores para traer nueva energía. Es importante actualizar el equipo y que los mejores jugadores tengan competencia”. “Si yo soy Dele Alli y cuando miro atrás no veo a nadie que me compita el puesto, hacer una o dos carreras da igual porque, a fin de cuentas, siempre voy a jugar de titular”, declaró recientemente.
¿Tiene razón Pochettino?
Lo cierto es que parece complicado mejorar el once titular de los ‘Lilywhites’, cuya razón de ser gira en torno a la manida premisa de que todos los jugadores son igual de importantes y que en el antiguo White Hart Lane ha adquirido mayor resonancia que en ningún otro lado. Donde otros alinean a Alexis Sánchez, Hazard, Pogba o Silva, Pochettino ha tejido un sistema de piezas a priori menos célebres que, sin embargo, funcionan a la perfección. Jugadores que en otro escenario no rendirían a tan alto nivel se han convertido con la camiseta blanca en imprescindibles. En recursos cincelados ‘ad hoc’ para jugar en este Tottenham.
Suena extraño concebir un equipo titular con otro portero tan fiable como Hugo Lloris, con una pareja de centrales tan solvente como Vertonghen – Alderweireld o con un mediocentro tan efectivo como Dier. Por su parte, no hay otro tridente de jugadores que entienda mejor el papel llegador que debe desempeñar la línea de mediapuntas como Son o Sissoko, Erikson, y, ante todo, Dele Alli, lo más cercano a un galáctico que brilla en el ecosistema de los ‘Spurs’. Su talento goleador, su visión y su capacidad incisiva, digna de un bisturí de cirujano, así lo atestiguan. Tampoco el talentoso ‘9’, Harry Kane, tiene un sustituto en el panorama actual.
Sin embargo, para entender la petición del míster no hay que observar el tapete, sino el banquillo. Pese a que las aspiraciones del club londinense dependen, en gran medida, de mantener este bloque ganador, Pochettino es consciente de que la temporada es muy larga. Y la decepcionante participación de los ingleses en la última Champions lo confirma. Los jóvenes Harry Winks, Cameron Carter-Vickers, Kyle Walker-Peters y Josh Onomah son una premisa pero no una realidad. Además, los secundarios Vincent Janssen y Georges-Kévin N'koudou deberán ofrecer un mejor rendimiento si pretenden entrar en los planes del argentino, que, entretanto, reclama la llegada de refuerzos de lujo como el ‘toffee’ Barkley para asegurar la regularidad de los resultados del equipo.
Suenan para venir
Pochettino cree en la cantera. Es una realidad. Innegable y evidente a estas alturas del partido. Pero contra colosos como el United, el Chealsea o el City, con los que no puede competir en poder económico, no basta con savia joven. Para satisfacer los anhelos de su técnico, Daniel Levy, según la prensa británica, estaría buscando un relevo al nuevo lateral citizen, Kyle Walker, y un central de proyección, como Dávinson Sánchez, el internacional colombiano de 21 años por el que el Ajax pediría unos 33 millones de euros. Además, el mencionado Barkley y un desaparecido Martial completarían la carta de deseos del entrenador, que, lleguen o no, continuará dignificando el juego de su equipo. Con o sin millones. Con o sin fichajes. Porque en Tottenham lo tienen claro: frente a todo, Pochettino.
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