Todo el mundo sabe que el tabaco mata, que el alcohol es malo o que los excesos, en un momento dado, acaban pasando factura. Eso no le pilla por sorpresa a nadie. Cualquiera es consciente de ello; y cualquiera, también, cae en malos comportamientos a pesar de las advertencias. Le pasa al ser humano y también a las empresas y a los clubes de fútbol. El ejemplo más claro lo ofrece este Barça, un equipo que ya venía avisado desde el curso pretérito de sus carencias en defensa, de sus problemas para sustituir a Xavi y de dar relevo a Iniesta, de la dependencia de Messi o de su poca profundidad de banquillo. Malos comportamientos que han derivado en un susto en la primera gran noche de la temporada. El Real Madrid, en la ida de la Supercopa de España (1-3), dejó entrever todas las carencias de una entidad que ha vivido del pasado sin tener claro su camino hacia el futuro.
PROBLEMAS EN DEFENSA
El origen de todos los males se origina con la marcha de Dani Alves. El brasileño, criticado durante sus últimos años como culé, se fue tras ganar un doblete (Copa y Liga). Desde entonces, la defensa ha hecho aguas. El curso pasado, con Sergi Roberto en el lateral derecho, los culés ganaron tan solo la Copa y demostraron tener problemas en la zaga, tal y como se ejemplificó en dos encuentros, ambos de Champions, en sendas derrotas en octavos y cuartos frente a PSG (4-0) y Juventus (3-0). Y esta campaña no ha comenzado mejor. Aleix Vidal no cumplió en la Supercopa de España. Todos los goles llegaron por su banda; y en todos dejó a Piqué solo.
PIQUÉ, DESBOCADO Y SIN NADIE QUE LO CONTROLE
El central azulgrana se ha autoproclamado en los últimos tiempos presidente, jugador, entrenador, portavoz, responsable de marketing y fundador de un medio de comunicación ‘independiente’. Sin embargo, eso no ha venido acompañado de un buen rendimiento sobre el césped. Piqué ha dado lecciones fuera del campo, pero no se ha aplicado dentro. En la previa de la Supercopa de España, acusó a la directiva de no hacer bien su trabajo –sobre todo, en lo relativo a la marcha de Neymar– y durante el partido dejó patentes todas sus carencias. Apareció, al final del encuentro, en todas las fotos de celebración del Madrid. El primer gol se lo metió en propia puerta y en los dos segundos fue incapaz de detener a Asensio y a Ronaldo antes de que dispararan a puerta.
INIESTA, A DÍA DE HOY, NO ESTÁ PARA 90 MINUTOS
La mala forma del manchego es un problema del Barça y de la selección. Iniesta lo ha sido todo y lo ha ganado todo. Y, además, lo ha hecho sin generar mucho ruido, de forma ejemplar. Sin embargo, da la sensación, para desgracia del deporte, que su fútbol se está diluyendo poco a poco. El curso pasado, en el que disputó 37 partidos, sólo jugó 90 minutos en 15 de ellos. Y esta temporada no la ha empezado mejor. Tras una buena primera parte, Valverde decidió cambiarlo en el minuto 67 por Sergi Roberto. Y, aunque el centrocampista todavía se lo puede permitir –por aquello de la pretemporada–, dejó patente que su tiempo se está acabando, máxime si aspira a ser titular y no a ayudar desde el banquillo.
EL DIBUJO TÁCTICO, EN CUESTIÓN
El Barcelona lleva años jugando con un 4-3-3. Así lo quisieron Rijkaard, Guardiola, Tito Vilanova, Roura, el ‘Tata’ Martino y Luis Enrique. Y es normal. Es el sistema que más éxitos le ha dado al conjunto azulgrana en los últimos años. Es más, ese dibujo táctico responde a la idea de juego de toque que lleva intrínseca la filosofía del club. Eso sí, la mayoría de estos –salvo Luis Enrique en su último curso– tuvieron a Iniesta o Xavi a buen nivel. Ahora ya no es así. Valverde tiene otros jugadores (Rakitic, André Gomes, Rafinha…) y, por tanto, tendrá que tomar la decisión de dejar todo igual o cambiar. Sin Neymar, tiene la excusa perfecta para, al menos, intentarlo.
DEULOFEU NO LLENA EL HUECO DE NEYMAR
El Barcelona repescó a Deulofeu para que fuera el sustituto de Neymar, pero en ningún caso para que cubriera su hueco de forma permanente. Y lo cierto, tras ver su primer partido oficial, es que el canterano está muy lejos de aproximarse en rendimiento al brasileño. Ante el Madrid, pasó totalmente desapercibido: ni encaró, ni centró ni encontró la complicidad de sus compañeros (Suárez y Messi). De hecho, Denis, que entró en su lugar en la segunda mitad, dejó mejores sensaciones que el extremo.
SIN MESSI Y SIN IDEAS
El Barcelona, sobre todo el curso pasado, dependió de Messi en exceso. Sin él, probablemente, habría acabado el año sin títulos. Y, claro, cuando no aparece, como ante el Madrid en la Supercopa, donde Kovacic lo anuló por completo, los culés lo pasan mal. En el partido de ida, sin él y sin ideas –ningún jugador del centro del campo fue capaz de proveer de balones a los de arriba–, el conjunto azulgrana es un equipo más vulgar. Máxime si Rakitic está fallón y Busquets no encuentra protección por parte de sus compañeros.
MALA PLANIFICACIÓN
El Barcelona, sin planificación respecto a los fichajes, sólo se ha puesto manos a la obra tras la marcha de Neymar. Hasta entonces, no había hecho ningún movimiento; y con el adiós del brasileño, los precios se han disparado. Las únicas adquisiciones de la directiva a día de hoy son Deulofeu, Semedo y Paulinho, que fue anunciado este martes.
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