El Sevilla, posiblemente, no está al nivel que todos esperan en el Sánchez Pizjuán. Quizás no juega como el de la temporada pasada ni es tan fiable. Pero, tal y como ha arrancado la temporada, mientras los jugadores se adaptan a Sampaoli y él hace lo propio, la afición tiene muchas razones paras ser optimista. La primera, que pese a que el equipo no termina por estar afinado, va sacando los resultados adelante (tres victorias y dos empates en Liga), a lo que hay que sumarle las tablas en Turín, contra la Juventus y en Champions. Y si encima se le gana al Betis con un gol de Mercado (1-0), entonces, es difícil que las cosas vayan mejor [Resultado y estadísticas: 1-0].
En el derbi, como se esperaba, hubo intensidad. Qué menos para un partido de tal calibre. Pero faltó fútbol, al menos, en los primeros 45 minutos. El Betis, encerrado, esperó su oportunidad a la contra, pero no encontró a Rubén Castro, que tuvo que salir de su zona de confort para buscar la pelota en el centro del campo. Y el Sevilla, movido por la necesidad de comparecer en casa, arriesgó algo más. O, como poco, intentó encontrar el gol. Probó Vietto. Y Vitolo. Y Nasri. Y el ‘Mudo’ Vázquez. Eso sí, ninguno de ellos lo hizo con claridad. ¿Resultado? El encuentro, atascado, se descompuso en el centro del campo, entre ‘cariños’ de los jugadores y una batalla inconexa sin resultados de cara a puerta.
Ocurre que, entre todo ese ir y venir, el gol tuvo que llegar a balón parado. Nasri la puso y Mercado, en el área pequeña, la empujo con la cabeza para hacer el primero. Y, una vez abierto el marcador, la dinámica del partido cambió. Incluso, el Betis estuvo a punto de hacer el empate con un gol de Álex Alegría mal anulado por un fuera de juego inexistente. La constancia de que en esos minutos de locura el partido podría haber ido a cualquier parte. O, sencillamente, uno de los dos podría haber sacado más tajada. En este caso, el Sevilla, que tuvo en las votas del ‘Mudo’ Vázquez la mejor oportunidad desde ese momento hasta el final del partido, un disparo que se fue muy cerca del palo.
No hubo tregua hasta el final. Pero las ocasiones y las áreas volvieron a pasar a un segundo plano. El partido, de nuevo, se detuvo en el centro del campo, entre idas y venidas hacia ninguna parte. Con Nasri, omnipresente durante todo el encuentro, manejando los tiempos. Y un resultado, un 1-0, que no hace justicia con la intensidad, pero sí con el juego. El gol, ya saben, llegó a balón parado, y esa es quizá la circunstancia que mejor define el partido. Un encuentro que pone en el mapa un derbi que es de justicia que encuentre su espacio entre los mejores de Europa. Esta vez, quizás, sin el fútbol esperado, pero con todos los ingredientes para ser consumido por cualquier aficionado al fútbol.
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