El fútbol es precioso cuando dos equipos se miran de tú a tú y protagonizan un partido de aquellos que se jugaban en el siglo XX, cuando al fútbol no habían llegado los millones de euros. Eso pasó en un Valencia - Barcelona intenso pero polémico, que se recrudeció con una botella volando en dirección a la cabeza de Neymar y con un penalti en el último minuto que incendió Mestalla.
Undiano Mallenco se cargó uno de los mejores partidos que se han visto en la Liga esta temporada. Era de los de antaño, de fútbol de un lado a otro, de área en área, de momentos de un nivel muy alto. El Valencia resucitó para regalar a Mestalla su mejor cara. Perdió, pero sus aficionados no pueden reprochar nada. Recordó al Valencia de principios de este siglo, que luchaba de tú a tú con los grandes, que ganaba títulos, que convertía Mestalla en un estadio peligrosísimo. Así fue, pero los ché no pudieron en un partido de alta exigencia que acabó explotando con la polémica del último minuto.
La verdad es que el colegiado navarro fue protagonista con un arbitraje malo. En todo lo que decidió... falló. Dio por válido un gol, el 0-1 del Barcelona, obra de Messi, que era fuera de juego de Luis Suárez. El uruguayo estaba adelantado cuando remató el argentino, impidiendo la visión de Diego Alvés. Hasta saltó Suárez para que el balón pasara, por lo que es imposible que se pueda alegar que el '9' culé no intervenía en la jugada. Después se comió un penalti, también claro, de Umtiti sobre Rodrigo. Un empujón que casi saca al delantero del campo y que para Undiano no fue nada. Tampoco vio amarilla en una clara falta de Busquets, la típica que corta un contraataque que hubiera sido la segunda y expulsión de centrocampista del Barcelona. Tres acciones muy claras que explotaron a Mestalla. También es verdad que los locales se salvaron de un mal mayor en la entrada que provocó la lesión de Iniesta.
Así como hay buena sintonía entre el Valencia y Barcelona en lo que los despachos se refiere; en el campo es otra historia. Después de una connivencia entre fichajes, con movimientos por el Mediterráneo de arriba a abajo, los 90 minutos de un partido son otra cosa. El partido de este sábado, en el estreno de Prandelli en la ciudad que tendrá que aguantar como mínimo año y medio, dejó bien claro la dureza de estos duelos. El Valencia se empleó a fondo para parar a los culés y en la primera parte cometió algunas faltas bastantes duras.
En los últimos años se ha ido calentando el ambiente hasta acabar con botellas y mecheros al vuelo, fruto también de la frustración de una afición que ha visto que en las tres últimas visitas ligueras del Barcelona, dos se han decidido con victorias culés en el último minuto. El botellazo a Neymar este sábado tiene su precedente en 2014, cuando Busquets marcó en el último minuto en Mestalla en un partido que acabó 0-1. Entonces, algo normal, los azulgranas, aquel día vestidos de rosa, lo celebraron en el córner contrario al que lo hicieron ahora. Festejo apoteósico con respuesta otra vez furiosa de la afición de Mestalla.
El partido tuvo de todo, desde la desgraciada lesión de Iniesta hasta el final de infarto, con un tonto penalti de Abdennour en el último minuto que echó abajo todo el planteamiento de Prandelli y dejó en nada la garra ché, que completó su mejor partido de toda la temporada y que demostró que ya es otro equipo. Las acciones polémicas, todas con fallos de Undiano, ocultan el despliegue del Valencia y también alguna de las carencias del Barcelona, que se llevó tres puntos como pudo irse de vacío.
Bastantes minutos después del 0-1, ya en la segunda parte, Mestalla vivió su mayor éxtasis en años con dos goles casi seguidos. Primero fue Munir, que no lo celebró, tras pase de Parejo. Después fue Rodrigo, exmadridista, que recibió un precioso pase picado de Nani. De repente, casi sin saberlo, el Valencia se había puesto por delante. Pero Suárez quiso aparecer en uno de los momentos más límites del Barcelona este año y se erigió en líder. Tras un paradón de Diego Alves (el partido también vio otro recital del brasileño) a cabezazo de Rakitic, el uruguayo, libre de marca, enganchó un balón y se fue a la red. Lo que no podía hacer Alves era parar y defender a la vez.
Precisamente, fue el Valencia el que ahondó en la crisis del Barcelona la temporada pasada, allá por abril, cuando los culés iban en caída libre en Liga. Aguantaron después, pero aquel encuentro en el Camp Nou supuso la explosión del equipo, que ya había sido eliminado en Champions y con el Real Madrid acechando en Liga. Fue un 1-2 en la misma temporada en la que el Barça metió a los valencianos un 7-0 en la Copa del Rey.
La enemistad cada vez más creciente contrasta con una posición de facilidad a la hora de negociaciones entre los dos clubes. Este verano, Munir fue de Barcelona a Valencia, y Alcácer y André Gomes de Valencia a Barcelona. Todo ello casi sin sudar en los despachos, como un trueque de los antiguos. No es una cosa de una temporada, ya que antes se hicieron otros traspasos como el de Villa, Mathieu o Jordi Alba, estos dos últimos todavía en la plantilla azulgrana. El trasvase se completa con Montoya, titular este sábado con el Valencia, al que llegó procedente de Barcelona pero sin pagar ya que le dieron la carta de libertad.
El 2-3 de Mestalla deja otro capítulo en el duelo entre dos equipos que ya no luchan por lo mismo, pero que en el cara a cara (casi) siempre están igualados. La batalla de este sábado se la llevó el Barcelona con un gol de penalti en el último minuto. Y eso recrudece la guerra futbolística entre dos equipos que protagonizaron su última pelea entre el esperpento arbitral y algunas botellas al viento.