Si ustedes desempolvan la libreta de partidos de Simeone en su etapa tan exitosa en el Atlético de Madrid, seguramente no encontrarán un partido tan malo como el protagonizado este sábado en Vitoria. El Atlético no solo no fue 'cholista' sino que se quedó sin identidad. Parecía como si hubiera retrasado en el tiempo a aquellos años de Manzano, César Ferrando o Pepe Murcia, donde el equipo rojiblanco se paseaba por los campos de España sin alma ni ganas. [Narración y estadísticas: Deportivo Alavés 0-0 Atlético de Madrid]
Hace seis días, el Atlético empató en Bilbao (2-2), hace tres también empató en Eibar (2-2) y en la última provincia vasca que le faltaba tampoco ganó. En su particular Vuelta al País Vasco (ha visitado en una semana sus tres provincias) el Atlético se lleva unas sensaciones malas, con un pase en Copa entre medias, pero diciendo adiós a la Liga. Son siete puntos los que tiene de diferencia con el Madrid con dos partidos más que los blancos. Sería un milagro, una hazaña descomunal, que este Atlético ganara la Liga. Es algo que ni se huele por el Calderón, lugar donde también parece alejarse la tercera plaza, a priori el objetivo rojiblanco de esta temporada.
Además del pobre juego y de la ausencia de ocasiones (la primera fue un disparo débil de Koke en el 80'), el Atlético dejó una imagen de impotencia y de cabreo. Totalmente superado por el Alavés, hasta el siempre correcto Carrasco se cabreó cuando fue cambiado por Simeone y Godín acabó desquiciado ante Deyverson, escupitajos incluidos (del uno al otro y del otro al uno) en el último minuto de partido.
El Alavés tuvo ocasiones de todo tipo y bien se mereció no solo ganar sino hacerlo por más de un gol. Hizo un partido completísimo al que solo le faltó lo más importante, el gol. El equipo vasco, que no tendrá ningún problema para salvarse salvo catástrofe en los próximos 18 partidos, pilotó en cuatro futbolistas que el año que viene, si la lógica así lo dicta, estarán en equipos mucho más potentes: Theo Hernández (cedido en el Alavés por el propio Atlético), Marcos Llorente (cedido por el Real Madrid), Víctor Camarasa (cedido por el Levante) y Deyverson Silva (también cedido por el Levante).
El equipo de Pellegrino dio un baño a un Atleti espeso, dormido, excesivamente pasota. O no aguantó el ritmo frenético de enero o estaba mirando demasiado a la decisiva eliminatoria ante el Barcelona de Copa. Su rival, que también tiene una oportunidad histórica el próximo jueves, no quiso mirar a la Copa. Se esforzó, sacó todo el arsenal pero ni con eso le llegó. Y eso que gozó de ocasiones muy claras, empezando por un balón de Laguardia al larguero en el que el rechace le llegó a Deyverson, que solo sin portero cabeceó sorprendentemente arriba, o siguiendo por una sucesión de remates en la segunda parte. Lo intentó hasta el final, pero la puntería se la guardó, quien sabe, para la Copa.
Por no tener, el Atlético no tuvo ni una reacción que, por lo menos, disimulara su vulgar partido. Ya llegando al final tuvo alguna acción aislada, como un remate de Koke sin peligro, una falta de Griezmann que se fue rozando el larguero o un mano a mano de Gaitán con Pacheco, en el que el portero extremeño adivinó las intenciones del extremeño. Eso fue el Atleti de la peor versión en años. Fue en Vitoria, ciudad que quedará marcada ya por un feo partido que deja tocado al conjunto rojiblanco en Liga. Salvo milagro, el Atlético dice adiós a la Liga. Le queda la Copa, y más tarde la Champions, para salvar su cara.