Si usted pide a un amigo o un familiar madridista que le diga que puede caracterizar al Real Madrid, seguramente le conteste la lucha hasta el final, el creer en sus posibilidades aún cuando todo está perdido. En el ADN blanco está ese espíritu de remontadas y esa sensación de vivir al límite siempre. En resumen, una cosa tan española como dejar las cosas para el final.
Últimamente, los datos hablan de un Real Madrid competitivo en los momentos claves, cuando está contra las cuerdas, pero algo desenchufado en los minutos iniciales y de igualdad. Es como no estudiar en todo el curso y ponerse el día anterior del examen. Posiblemente apruebas un día, también otro, sacas un 9 en otro examen pero antes o después acabas suspendiendo. Tanto va el cántaro a la fuente que...
De los últimos ocho partidos del Real Madrid, en seis ha llegado a ir perdiendo, obligado a remontar. De esos seis, acabó saliendo victorioso en cuatro, pero perdió puntos en Valencia (derrota) y ante Las Palmas (empate). Y todos esos duelos son en las últimas fechas, con Liga y Champions en juego.
La moneda le salió cara en los dos partidos de Champions ante el Nápoles, en Villarreal y el último ante el Betis, pero jugar con fuego siempre acaba siendo un riesgo innecesario. Y el de este sábado no es precisamente el partido que pueda antojarse como los anteriores. El Madrid visita San Mamés (16:15 horas) en una de los encuentros a domicilio más difíciles que le quedan en Liga y con la incógnita de como funciona el equipo tras el susto del pasado domingo. Después vendrá un parón por selecciones que nunca se sabe si es bueno, pero que lo hará será dejar dos semanas la incertidumbre de un equipo al que le viene un abril infernal: Atlético, ida Bayern, Sporting en Gijón, vuelta Bayern y Barcelona.
La obligación de remontar partidos no es una cosa que tampoco venga del último mes ni se puede considerar excepción. Es una cosa que se repite durante toda la temporada y en todas las competiciones. De los ocho partidos que ha jugado en Champions, en cuatro ha llegado a ir perdiendo, los dos mencionados ante el Nápoles y el primer duelo ante el Sporting en el Bernabéu y el segundo ante el Legia en Varsovia. También le pasó en Copa, ya que exceptuando la intrascendente eliminatoria ante la Cultural Leonesa, ante el Celta fue perdiendo en la ida y en la vuelta y ante el Sevilla también en el segundo partido, aunque, eso sí, con la eliminatoria decidida.
Vivir al límite, rozar el desastre y acabar remontando no es que sea una cosa nueva en el Madrid. Al contrario, es ya parte del ADN del club. Las grandes alegrías del madridismo en los últimos años han venido así: desde la Liga de Capello de la que ahora se cumplen 10 años, en la que en cada fin de semana había una remontada épica, a la Décima Copa de Europa, ganada como ya saben, con el gol de Ramos en el 93' cuando el Madrid estaba buscando el exilio en Lisboa. Y es indudable que de esa forma los éxitos saben mejor, aunque cuesta creer que todo esté preparado.
En San Mamés, los de Zidane se juegan menos de lo que se podían jugar hace una semana. La derrota del Barcelona en Riazor el pasado domingo les da algo más de aire. Se pueden permitir un pinchazo, aunque lógicamente no sería lo adecuado. Bilbao siempre es una plaza difícil de torear, pero el Madrid irá allí con todo y el Athletic no es tan peligroso como otros años. Eso sí, San Mamés sigue siendo un estadio duro: no conoce la derrota de su equipo en los últimos 19 partidos.
Regresa Gareth Bale al once blanco, una vez que ha acabado la sanción, seguramente exagerada, de dos partidos que le pusieron por su expulsión ante Las Palmas. Con el galés podrá repetirse la BBC. El Madrid solo tiene las bajas de Varane y Pepe, lo que obliga al siempre cumplidor Nacho a jugar en el centro de la defensa. En el Athletic, Valverde perdió a San José, fijo en su esquema, que no se verá modificado en ataque: Williams, Raúl García, Muniain y Aduriz.
El partido en la catedral del fútbol español es el último ante el parón y el Madrid no tiene excusas de cansancio. Ha tenido la primera semana en mucho tiempo, y posiblemente la única que vaya a tener hasta final de temporada, sin partido y llega libre de cargas a Bilbao. Además después de San Mamés llega un parón, por lo que no hay que hacer rotaciones de cara al futuro. Será uno de los partidos 'gordos' que le quedan a los de Zidane, uno de esos en los que se juega la Liga. El Madrid se juega más que perder la Liga, no perder la cómoda ventaja que tiene de dos puntos y cinco virtuales.
Noticias relacionadas
- La internacionalidad merecida de Illarramendi: el jugador que más pases da y más kilómetros corre
- Bolas inversamente calientes
- La venganza de Ancelotti
- El Leicester, para el Atlético: ¿Quién dijo que el Real Madrid tenía suerte en Champions?
- Atlético - Leicester, Bayern - Real Madrid y Juventus - Barcelona, en cuartos de Champions
- Presentan un manual para combatir la violencia en el deporte infantil