Juanito, entre otros, construyó un Real Madrid que hiciera lo que hiciera ganaba casi siempre. Vencía por ser los mejores, por buen juego y épica, pero también por inercia, por nombre. Y ese inolvidable equipo de la década de los 80 construyó un Santiago Bernabéu exigente, que engullía al rival jugara el partido que jugara. [Narración y estadísticas: Real Madrid 3-0 Deportivo Alavés]
En el 25 aniversario de la muerte del genio malagueño, con un Bernabéu homenajeándole como el artista que fue, el Deportivo Alavés probó lo injusto que es el Bernabéu. Se puede debatir si mereció perder, seguramente sí, pero ni mucho menos por 3-0. Sería malo si el Madrid saca una lectura equivocada con el resultado abultadísimo final.
Porque el equipo de Zidane fue ganando todo el encuentro 1-0. Y gracias. Los otros dos llegaron al final, cuando el Alavés se rindió y se descuidó. A este ritmo, el Madrid se quemará y podrá acordarse de todos los avisos que ha tenido. El último, este domingo, donde el cuadro vasco volvió a dejar la sensación de que el Madrid es muy frágil en muchos minutos de un partido. Fue el guión de tantas otras veces, con un Madrid ganando pero reculando y sin hambre de hacer más daño. Y eso dio alas al rival. La herida no fue a más porque uno se llama Madrid y otro, Alavés.
¿Es una cuestión de actitud o de fútbol? Si fuera la primera, sería casi un delito, ya que este Madrid está en plena lucha por la Liga, la primera en cinco años, la tercera en una década. Difícilmente puede haber una mayor gloria que la de ganar un título. Y falta de fútbol puede haber, pero es este equipo el mismo que ya demostró tantas otras veces que puede deslumbrar. En el fondo hay una ausencia de ideas, de pensar en más allá que un esquema fijo que generalmente funciona muy bien, pero que cuando no lo hace, el plan B, tácticamente, se resiente.
Vivió el Madrid todo el partido de la renta conseguida a la media hora de juego, cuando Benzema machacó a su excompañero Pacheco y puso el 1-0. El francés estaba en fuera de juego en el inicio de la jugada y si el famoso ya VAR estuviera instaurado, el gol no hubiera subido. La posición adelantada era tan objetiva como justa, pero el videoarbitraje, se supone, no examina la distancia: da igual un centímetro que 80. A donde no llega el VAR es a señalar un penalti, por lo que ya la nueva fórmula de arbitraje tiene lagunas. A Bale le hicieron uno, pocos minutos después del gol, no pitado.
Lo peor para el equipo de Zidane es que esta vez ni los avisos de su rival le despertaron. La tarde era plácida, con un tiempo veraniego y quizá apetecía más echarse la siesta que jugar/ver el fútbol. En otras ocasiones, los acercamientos del rival asustaban al Madrid. Esta vez ni eso. Deben dar gracias los blancos que el Alavés se quedó sin pólvora, y eso que sacó lo que generalmente saca. Un remate de cabeza de Deyverson se fue alto y, sobre todo, un disparo de Edgar, que entró solo por la banda, acabó pegado al palo. El Alavés perdonó y el Madrid lo agradeció.
El único que se salvó fue un Benzema, que por lo menos supo la importancia del duelo. Está de dulce el francés, que además de moverse más por el campo, mete goles decisivos. Al final también salvaron la imagen Isco y Nacho, que marcaron cuando el partido agonizaba y el Alavés había soltado el freno unos segundos.
Que el Madrid hiciera tan tímido partido no se puede achacar solo a sus errores. Delante tuvo a un Alavés que se confirmó como la gran sorpresa, para bien, de la Liga. Equipo rocoso, bien preparado, gusto por el balón, con jugadores peligrosos y que demostró que juega igual en Mendizorroza que en el Bernabéu. No se dio por perdido en un campo grande y peleó. Lo que tiene, salvación y final de Copa, es más que merecido.
Y lo que tiene el Madrid ahora, un liderato de la Liga, es algo trabajado en siete meses, pero que puede tirar en un solo mes. Abril es muy exigente (Atlético, Barcelona, Valencia, Bayern dos veces...) y se puede tirar todo en nueve partidos. Bien harían en aprender de la parsimonia ante el Alavés y no tirar el torneo como tantas otras veces. Este año sería un desastre no meter en las vitrinas del Bernabéu el título doméstico.
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