Cuando Zidane asumió la responsabilidad de comandar el Real Madrid, trajo bajo el brazo su propio vademecum, una suerte de manual futbolístico que tanto los jugadores como la grada supieron aceptar. Su preceptiva rezaba los tres principios capitales de su disciplina: la promoción de la cantera, la máxima de que la alineación de la BBC es innegociable y la clara apuesta por una posición, por un espacio concreto del campo que hasta su llegada había sido propiedad de su máximo rival, el Barcelona. Discípulo de Ancelotti, el entrenador francés urdió un sistema en el que el centro de todo el Universo no era el Sol, sino la medular.
De esta apuesta en firme por el puesto que él mismo había elevado, derivó la relevancia que durante su mandato han cobrado los Isco, Kroos, Asensio, Modric y compañía, alumnos aventajados de una escuela, de un modo de entender el fútbol, que ahora, en plena carburación de los motores de 'La Fábrica', cuenta con un devoto más. Se llama Óscar Rodríguez, de 19 años, y es uno de los siete canteranos que Zidane ha reclutado para la gira de pretemporada por Estados Unidos. Este domingo jugó 45 minutos ante el Manchester United y en el partido de la madrugada del miércoles, contra el Manchester City, marcó el primero de los muchos goles que se le auguran con la camiseta merengue.
Su gran estreno no ha extrañado a nadie. Quienes lo conocen sostienen que goza de mimbres para ser el mejor centrocampista de su generación en España o incluso en Europa. Es un '10' al uso. Tiene llegada y en los metros finales posee la verdad. Su juego encaja en el perfil que hoy por hoy se talla en el Bernabéu: atesora una técnica depurada, que concilia potencia y colocación, y una visión de juego que lo hace idóneo para matar los partidos con una caricia -un tacón- o una cuchillada -un pase interior-. Su tobillo es flexible a la par que elegante.
Es capaz de conducir, de asistir, y en carrera, lanzado y erguido, evoca al añorado Steven Gerrard. Su desplazamiento en largo, producto del driver que maneja en su pie derecho, es otra de las especialidades de un repertorio que se ha forjado durante los mejores años de lanzadores como Xabi Alonso o Toni Kroos.
Además, posee una de las virtudes que más se aprecian en la Casa Blanca: el liderazgo. Guti, su entrenador en el juvenil A, ha sido quien más se lo ha impulsado. Capitán de una generación sin precedentes que, en la última temporada, ha conquistado el triplete, sus apariciones en los momentos más críticos son todo un maná para sus compañeros. Porque el juego de Óscar no resulta soso; sus movimientos gozan de la chispa más desbordante. A todos sus actos los contagia de desparpajo, de sorpresa.
No obstante, si su estilo de juego armoniza con el tipo de centrocampista que hoy se solicita en Concha Espina, su personalidad entronca con la identidad que a lo largo de toda su historia ha caracterizado al madridismo. En su DNI se reconocen los cuatro requisitos básicos para vestir el escudo del Real: calidad, clase, competitividad y afán de victoria.
Óscar es futbolista, pero podría haber sido francotirador. Su precisión en los lanzamientos de falta es absoluta. Los marca de todos los colores: desde la izquierda, desde la derecha, con rosca, con folha seca. Tan efectiva como la puntería de David Beckham, la suya es otro de los sellos que estampa en cada encuentro. El último, contra el Manchester City. Una muestra más de su talento goleador, el mismo con el que ha anotado más de 15 goles en la última campaña.
Muchos de ellos fundamentales, como el que mandó a la red contra el Málaga en la Copa de Campeones. Al más puro estilo de Iniesta en Johannesburgo, Óscar marcó en el minuto 116 un tanto que valió un título. El Málaga concedió una falta en la frontal del área y eso, para ese Madrid juvenil, era medio gol. El canterano blanco teledirigió el balón a la escuadra, imposible para Kellyan.
Natural de Talavera de la Reina, Óscar llegó a Valdebebas en 2009 procedente de Los Navalmorales y ha militado en todas las categorías de la academia blanca desde alevines. El Real Madrid es consciente de la joya que brilla en su cantera y por eso llegó a un acuerdo con el jugador este verano para ampliar su contrato cuatro años más. El curso que viene deberá convencer a Solari, el técnico del Castilla. No parece complicado ahora que ya ha conquistado América.