En la vida, como en el deporte, todo el mundo necesita referentes. Algunos alcanzan esa especie de estatus por lo que son capaces de hacer sentir a los aficionados que les siguen. El patrón siempre se repite: ellos no saben cómo ni por qué, pero consiguen hacer vibrar y crear sensaciones y emociones muy especiales a aquellos que los tienen por ídolos o que simplemente se ven identificados en ellos, en sus casos y en sus trayectorias. Es el caso del aficionado que se ve reflejado en el campo o en la pista.
Sin embargo, hay otros referentes que sí saben por qué despiertan pasiones y grandes sentimientos, y es que siempre han hecho partícipes de su lucha a los aficionados, a sus compañeros de viaje. El deporte, como la vida misma, a veces también se convierte en una lucha. Lo malo es cuando ambas se unen y todo sigue siendo una pelea por la supervivencia. Es ahí cuando personas como el mítico Lee Elder se convierten en absolutos referentes. En tiempos en los que la lucha contra el racismo está muy activa en el deporte, sobre todo en el fútbol, el fútbol americano, el baloncesto o la Fórmula 1, más figuras como la de Lee Elder son necesarias.
Elder, historia viva
El mítico golfista Lee Elder ha estado acostumbrado durante toda su vida a tener que pelear contra las adversidades. Él sí sabe, a diferencia de muchos otros que se cuelgan las medallas, lo que es luchar contra el racismo y lo que es hacerlo en una época donde no se sabía lo que eran la igualdad o la tolerancia. Los Estados Unidos de los años 60 y 70 no eran precisamente un paraíso para una persona negra, como tampoco lo era el golf. Sin embargo, ahí está el ejemplo de Elder, ahora recompensado en el Masters de Augusta que está a punto de concluir.
Gracias a su esfuerzo, a su dedicación y a no tener miedo a jugarse la vida, o al menos no mostrarlo, consiguió grandísimos avances en el mundo del golf para que años después, jugadores como Tiger Woods pudieran convertirse en los mejores del mundo a pesar de ser de raza negra. Sin embargo, el éxito de Tiger no hubiera sido posible seguramente sin la enorme labor de personas como Lee Elder o como Charlie Sifford, pioneros en esta lucha.
Además, la labor de estos jugadores quedó aún más engrandecida cuando consiguieron conquistar uno de los reductos mejor protegidos por las élites blancas estadounidenses. El golf era suyo y no estaban dispuestos a compartirlo con nadie más. Así fue al menos hasta los años 70. Mientras algunos deportistas como Muhammad Ali ya eran una referencia mundial, jugadores como Sifford o Elder habían tenido que pelear durante décadas para poder ganar un torneo en el que el resto de jugadores eran blancos o incluso para obtener su tarjeta del PGA y poder competir en la élite.
En el año 1975, Lee Elder derribó una de las barreras más importantes en la historia del golf al convertirse en el primer jugador negro que conseguía jugar The Masters, el Masters de Augusta. Y lo hizo a pesar de que el club de golf propietario del torneo no permitía a las personas de raza negra participar en él, sino que solo podían ocupar puestos menores como trabajadores de organización, empleados, camareros o servicios de limpieza. Tras su primera participación en el torneo más prestigioso del golf, Lee se convirtió en un icono para todos ellos y ya es parte de la historia del certamen la gran despedida que todos ellos le dieron al salir de las instalaciones, cuando detuvieron sus labores y fueron a aplaudirle para agradecerle su ejemplo y su lucha incansable.
El Mandela del golf
La labor tan importante que Lee Elder realizó durante toda su vida ha tenido un valor incalculable y por ello siempre ha sido considerado como el Nelson Mandela de su deporte. Además, el propio Elder tuvo su propia experiencia con el racismo en Sudáfrica en plena época del Apartheid. Este tipo de episodios fueron los que forjaron una personalidad fuerte, inquebrantable y soñadora que nunca dejó de luchar por la igualdad y el respeto social de todas las etnias.
Su vida siempre ha estado marcada por la desgracia y es que perdió a su padre cuando solo era un niño en la Segunda Guerra Mundial. Además, poco tiempo después, su madre también falleció por aquello que en la época llamaban ‘morir de pena’, y es que la muerte de su marido, el padre de Lee Elder, había supuesto un mazazo tan terrible que no pudo superar. Desde ese momento, Elder quedó bajo la responsabilidad de sus 9 hermanos aunque era él, quien se había buscado un trabajo de caddie, el que conseguía llevar dinero a casa para la supervivencia de todos. Unos años más tarde, fue adoptado por su tía Sarah con quien se fue a Los Ángeles y donde aprendió a jugar al golf.
Ya convertido en jugador profesional, llegó a codearse con grandes estrellas del momento, algunas de las cuales se convirtieron en grandes apoyos para él. Sin duda, una de sus amistades más intensas, y gracias a la cual hizo honor a su apodo de el ‘Nelson Mandela del golf’, fue el sudafricano Gary Player. Natural de Johannesburgo y ganador de 9 grandes, Player está considerado como uno de los tres grandes de la historia del golf junto a Jack Nicklaus y Arnold Palmer.
Además, forjó una gran amistad con Elder, a quien invitó a Sudáfrica en varias ocasiones durante la época del Apartheid, lo que les acarreó graves problemas a ambos, en especial a Lee, que fue perseguido y que recibió incluso acusaciones de traición a los Estados Unidos. Él había nacido en Dallas y consideraban una bajeza que tuviera una amistad con un sudafricano como Player y que además acudiera allí. El conflicto llegaba a tal extremo que incluso Gary Player tenía que pedir permiso al presidente del país, Jacobus Johannes Fouché, para permitir la entrada de Elder.
Sin embargo, esa no fue la mayor penuria que tuvo que pasar durante sus años como profesional ya que, durante sus participaciones en el Masters de Augusta y varios torneos de importancia, Lee se veía obligado a alojarse en dos casas a la vez en el campo, apartadas de todo, para no ser perseguido y acosado. Solo así, sin que le gente supiera en cuál de las dos casas residía en cada momento, consiguió eludir a aquellos que buscaban su desgracia y su fin, así como el final de los jugadores de raza negra en el golf.
Su momento de gloria
Sin embargo, todos estos episodios lamentables, todas estas huidas, batallas y luchas contra una sociedad retrógrada y anclada en el pasado más rancio, terminaron, al menos para él, que ahora en la recta final de su vida puede respirar tranquilo y orgullo de todo lo que ha conseguido. Ejemplos como el suyo y el de Charlie Sifford abrieron una puerta a la esperanza para que otros llegaran por detrás y lo aprovecharan en busca de la ansiada igualdad y normalidad.
En esta edición del Masters de Augusta que ya termina, Lee Elder ha tenido el merecido homenaje que siempre ha merecido y se ha convertido en uno de los honorary starters del torneo, las leyendas que llevan a cabo el saque de honor en la primera mañana de The Masters cuando el sol todavía está despertando. Esta labor, que corría a cargo de los tres grandes y que ahora solo llevaban a cabo Nicklaus y Player tras la muerte de Palmer, se inició en el año 1963 con las figuras de Jock Hutchison y Fred McLeod, y ahora ha acogido al gran Lee Elder.
A pesar de que por su delicado estado de salud no pudo ni siquiera ejecutar un golpe, su mera presencia, acompañado por el respirador que le mantiene con vida, ha sido suficiente para recompensarle toda su lucha, su trabajo y su esfuerzo durante una carrera y una trayectoria que abrió nuevas fronteras en el golf y en el mundo del deporte.
Lee, visiblemente orgulloso y emocionado, recogió todo el calor, el respeto y el cariño de los asistentes y aseguró estar viviendo uno de los momentos más bonitos e importantes de toda su vida. Personalidades como Bubba Watson, Cameron Champ o Phil Mickelson no quisieron perderse el momento y también estuvieron arropando a Lee en lo que ya es un momento para la historia del Masters y del golf en general, en una época en la que la lucha contra el racismo está tan visible y arraigada en el deporte estadounidense.
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