6 de agosto de 2012. España y Brasil afrontaban el último partido de la fase de grupos del torneo olímpico de Londres. Con ambos equipos ya clasificados para cuartos de final, el ganador del duelo estaba abocado a pagar un precio demasiado cruel y alto: ir por el lado del cuadro de Estados Unidos antes de la final. El seleccionador nacional, Sergio Scariolo, intentó dejar claro por todos los medios que sus chicos pelearían la victoria como en cualquier otro encuentro.
Así fue durante los tres primeros cuartos, en los que el liderazgo de Pau Gasol llevó en volandas al equipo español. Tanto como para empezar el último periodo nueve puntos por delante en el marcador. Fue en esos diez últimos minutos cuando todo cambió. Brasil apretó el partido de la mano de un Leandrinho Barbosa desatado, la defensa española desapareció y algunos de los pilares del equipo, como Rudy Fernández o Calderón, vieron el desenlace desde el banquillo.
La conclusión fue que Brasil acabó llevándose el triunfo (82-88), con el regalo envenenado que eso implicaba: la segunda posición del grupo B y un hipotético enfrentamiento ante Estados Unidos en semifinales. Quien sucumbió ante los yankees en el duelo previo a la final acabó siendo Argentina (derrotó a la 'canarinha' en cuartos), pero las acusaciones de 'biscotto' (dejarse ganar) hacia España, aunque fugaces, existieron.
La vertiente española de la historia ya la conocen de sobra. Terceros del grupo B, los nuestros se impusieron ante Francia, cuyo entorno llegó a plantearse denunciar lo sucedido contra Brasil, en cuartos de final. También se venció a Rusia en semifinales y se alcanzó la segunda plata olímpica consecutiva tras un nuevo y disputado partido por el título olímpico contra USA. Las suspicacias de la última derrota española en aquel torneo (los rusos sí nos vencieron en primera fase) pasaron a ser cosa del pasado… Hasta hoy.
Una nueva encrucijada
9 de agosto de 2016. Este martes, cuatro años y tres días después de lo sucedido en Londres 2012, España y Brasil vuelven a medirse en un torneo olímpico y con las especulaciones por bandera. Hay nueve supervivientes de aquel encuentro en el bando español: Pau Gasol, Rudy, Sergio Rodríguez, Navarro, Calderón, Reyes, Claver, Llull y el seleccionador Scariolo. Por su parte, ocho hombres continúan en el equipo brasileño: Marcelinho Huertas, Raul Neto, Alex Garcia, Barbosa, Vieira, Giovannoni, Nené Hilario y el entrenador, Rubén Magnano.
La única salvedad de este encuentro con respecto a aquél es que Brasil es el anfitrión de los presentes Juegos Olímpicos, con todo lo que ello implica. En cuanto a las urgencias, son tantas o más que las de 2012 para ambos equipos. Ninguno consiguió ganar su primer partido olímpico (España cayó por 72-70 ante Croacia y Brasil hizo lo propio a manos de Lituania, 76-82), por lo que las cábalas ya aparecen en el horizonte.
Si los acontecimientos toman su transcurso normal en el grupo A, Estados Unidos se hará con la primera plaza. Por lo tanto, se enfrentará al cuarto clasificado del grupo B, donde se encuentran España y Brasil, en cuartos de final. Hay dos formas de que españoles y brasileños logren evitar al conjunto más temido del baloncesto olímpico hasta una hipotética final: ser primeros o terceros en el grupo B.
¿Qué implica la primera posibilidad para España? Afrontar cada partido restante de la primera fase a cara de perro y sin fallar. Es decir, contar por victorias los encuentros restantes ante Brasil, Nigeria, Lituania y Argentina. Teniendo en cuenta la complejidad del grupo B, no resultaría sorprendente que la vigente subcampeona olímpica vuelva a ser derrotada.
En ese caso, entra en juego la segunda variante especulativa: ser terceros, algo goloso y peligroso a la vez. Sugerente porque también implicaría evitar a USA hasta una hipotética final (se les esquivaría en semifinales) si los estadounidenses acaban encabezando el grupo A, como ocurrirá salvo hecatombe. Arriesgado porque implicaría perder más encuentros que el inaugural, y dejarse llevar o jugar con fuego siempre puede resultar un arma de doble filo.
Lo que tendría muchos visos de obligar a la generación dorada de nuestro baloncesto a un enfrentamiento antes de tiempo con el gran rival norteamericano sería una segunda o cuarta plaza del grupo. La primera opción implicaría un hipotético cruce en semifinales y, al menos, daría la posibilidad de pelear por el bronce (en caso de perder). La segunda posibilidad resultaría prácticamente letal: un supuesto enfrentamiento en los cuartos de final. De ahí que haya que empezar a hacer los deberes olímpicos desde ya, con Brasil como primer escollo.
Menos nombres, pero igualmente peligrosos
El anfitrión olímpico cuenta con dos bajas sensibles para este torneo de baloncesto: Tiago Splitter y Anderson Varejao, los dos NBA y ambos lesionados. Aun así, Brasil presenta entre sus integrantes a hasta cinco jugadores procedentes de la mejor liga del mundo: Huertas, Neto, Barbosa, Nené y Felicio. Su selección aparece en las quinielas por los títulos desde hace varios años, aunque siempre tapada o diluida por otros equipos con más caché.
La 'canarinha' cuenta con muchos jugadores ya veteranos (Huertas, Garcia, Barbosa, Vieira, Giovannoni, Nené), que precisamente son sus estrellas. Una similitud con España, cuyos principales exponentes también alcanzan o superan con amplitud la treintena. Otros hombres más jóvenes y conocidos para el aficionado a la ACB (Luz, Benite, Lima, Hettsheimeir…) completan el roster brasileño, marcado sobre todo por el físico en la pintura y las rachas de explosividad en el perímetro.
Jugar en casa les convierte en favoritos al podio olímpico de forma automática. Y su reacción final ante Lituania, aunque fracasada, da muestras de su peligrosidad: cayeron por tan sólo seis puntos cuando llegaron a hacerlo hasta por 30. Además, nadie duda de que habrá ánimo de revancha ante el equipo español por lo sucedido en 2012.
“España es el último campeón de Europa, eso no es poca cosa. Pero en los últimos enfrentamientos ellos nos han ganado una vez; y nosotros a ellos, otra. Así que las posibilidades para nosotros están abiertas. Aunque tendremos que estar muy atentos durante todo el partido. No les encuentro punto flaco”, advirtió el seleccionador brasileño, Magnano, en la previa.
“Igual nos viene bien tener un partido tan exigente para estimular nuestra reacción de una forma más contundente. Será un desafío complicado en un ambiente fantástico”, comentó, por su parte, Scariolo. Lanzando, de paso, un mensaje con reminiscencias al pasado: “Tenemos que pensar en jugar mejor el último cuarto”. El mismo que hace cuatro años avivó las sospechas de un 'biscotto' que, por desgracia o por fortuna, vuelve a estar en liza.