Al igual que los buenos (casi) siempre ganan, los buenos siempre vuelven. Y España tenía que volver. Agazapada en los tres primeros encuentros, diluida sin encontrar las buenas sensaciones del pasado, la selección de baloncesto retomó sus andadas habituales ante Lituania. Apareció el porte del campeón, relució su orgullo herido en las primeras jornadas de competición olímpica. El partido tuvo color español desde el salto inicial ganado por Pau Gasol ante Jonas Valanciunas. Y nunca destiñó, por convicción propia y desazón ajena. Tanta como para sospechar que los lituanos pudieron dejarse llevar pensando en compromisos venideros [Narración y estadísticas: 109-59].
Todo salió a pedir de boca para el equipo español. No hubo ni un atisbo de dudas sobre la cancha brasileña por primer partido en el torneo. Desde el minuto uno, la intensidad de los hombres de Scariolo quedó fuera de toda reprobación. La defensa, ineficaz en las últimas fechas, fue la de los mejores días. Se peleó cada rebote, se robó cada balón al alcance y se salió a puntear los tiros exteriores lituanos. Sirvan algunos ejemplos: Felipe Reyes fue el titán que acostumbra bajo tableros, Claver se pareció al del Eurobasket 2015 y Pau Gasol (ya tercer máximo anotador olímpico) se merendó algún que otro pincho de merluza.
Si la actividad defensiva ya fue óptima, la ofensiva no se quedó atrás. Los triples que no quisieron entrar en las jornadas anteriores lo hicieron ante Lituania. Gasol (5/5) y Ricky Rubio (3/4) fueron los grandes exponentes de la mejoría global española desde el 6.75 (16 triples acertados). Precisamente, el tiro exterior fue la única gran arma báltica, con un Kuzminskas demasiado solo en el liderazgo de su selección (17), aunque apoyado por Kalnietis (16).
Visto lo competidos que fueron los dos amistosos previos a los Juegos entre ambos equipos, los lituanos pudieron perder sin remilgos. La derrota les convenía para evitar la segunda o cuarta plaza del grupo B y, a su vez, para optar a la primera o la tercera posición. Resumiendo, para entrar en la guerra que todos persiguen: evitar a Estados Unidos, ya sea en unos hipotéticos cuartos de final o semifinales. Porque los yankees, salvo sorpresa, acabarán primeros del grupo A.
Sea como sea, esta España ya está más cerca de parecerse a la que un día fue. De hecho, el gran sueño del baloncesto español quedó inaugurado precisamente ante Lituania un 1 de julio de 1999, con una victoria en los cuartos de final de un Eurobasket en el que los nuestros acabarían siendo plata. Después de aquella gran defensa de Iñaki De Miguel sobre Sabonis, vendrían todos los éxitos ya de sobra conocidos. Y pensar que los hombres entonces entrenados por Lolo Sáinz estuvieron a punto de hacer las maletas en segunda fase...
De regreso al presente, el duelo de generaciones doradas del lunes contra Argentina no será nada fácil, pero se afrontará con más garantías gracias al bálsamo de moral que otorga el triunfo sobre los lituanos. Sí, los buenos siempre vuelven. Y España amenaza con estar de vuelta.