De Oxford a Mallorca: Marcus Cooper Walz se hace con el oro en la modalidad K1 de 1000 metros
El palista, a sus 21 años, se hizo con el oro y suma la sexta medalla para la delegación española. Su padre es inglés y su madre, alemana. Llegó a España cuando tenía tres meses.
16 agosto, 2016 15:18Noticias relacionadas
Marcus Cooper Walz ha conseguido este martes la medalla de oro en la modalidad K1 1000 metros de piragüismo. El joven palista de 21 años, nacido en Oxford (Inglaterra) pero criado en Mallorca, consigue así su primera medalla olímpica, sexta de la delegación española en estos Juegos Olímpicos de Río tras las logradas por Mireia Belmonte (oro y bronce), Maialen Chourraut (oro), Rafa Nadal y Marc López (oro) y Lidia Valentín (bronce).
El piragüista español comenzó su concurso en la modalidad K1 muy fuerte, colocándose por detrás de los dos favoritos, pero les dejó distancia hasta los metros finales. Se puso quinto y aguardó desde esa distancia para dar la sorpresa. Como un león a la caza de su presa, los fue siguiendo hasta lanzarse a por ellos. En los últimos metros, cuando ya nadie lo esperaba, apretó y se metió entre los tres primeros palistas para asaltar la primera plaza a pocos metros de la meta.
El español, con un tiempo de 3:31.447, quedó por delante de Josef Dostal (República Checa) y Roman Anoshkin (Rusia), segundo (3:32.145) y tercero respectivamente (3:33.363). Y lo hizo con una remontada en los últimos 250 metros, en los que pasó del quinto al primer puesto. De lo terrenal a lo divino, de la sensación de poder llevarse a su casa tan solo un diploma a recoger el preciado oro (cuarto de la delegación española en estos Juegos).
PADRE INGLÉS Y MADRE ALEMANA
Marcus no se apellida Cooper Walz por casualidad. Su padre es inglés y su madre, alemana. Él, fruto de esa unión, nació en Oxford; pero cuando todavía no podía hablar, se trasladó a Mallorca, donde ya vivían sus abuelos. Y allí, a los 12 años, mientras a otros les dio por jugar al fútbol o al baloncesto, él se decantó por el piragüismo en un club de verano al que fue acompañado por un amigo. Y así, sin avisar, fue progresando hasta proclamarse campeón del mundo sub 23. Sin embargo, pese a su precocidad, jamás imaginó que pudiera acudir a Río este año -su objetivo pasaba por Tokio-. Ni siquiera pensó en ganar una medalla. Pero, contra todo pronóstico, lo consiguió.
Su entrenamiento, sin embargo, la ha hecho en Madrid, en la residencia Blume, lejos del mar que tanto extraña (aunque las tres últimas semanas del preolímpico las haya preparado en Orense). Él, en la capital de España, entrena en el pantano de Picadas. Allí se le puede ver habitualmente. Ese chico rubio que llegó con 15 años y que a sus 21 no para de progresar. Poco importa que eche de menos a su familia o que extrañe su querida isla. Su dura preparación, tan exigente como eficaz, bien vale esta medalla de oro que no se esperaba nadie. Ni siquiera él.
De hecho, para más inri, consiguió su plaza para los Juegos de Río de rebote, tras heredarla de un piragüista húngaro que, al clasificarse también para K2, dejó un cupo libre en K1.
Pero poco importa lo anterior o que viniera de ser bronce en el Mundial de Moscú de 2014 (k1) y plata en el Mundial de Milán de 2015 (k2). Con esta medalla, a sus 21 años, deja de ser una promesa para ser considerado una realidad. Quizás, el futuro David Cal. El relevo en una disciplina que siempre ha dado muchas alegrías a la delegación española. Y que, al parecer, las va seguir dando siempre que lo desee Marcus.
Su medalla llega, además, cuando peor lo estaba pasando el conjunto de deportistas olímpicos. España, que en estos seis días tan solo había conseguido hacerse con seis medallas -incluso perdiendo alguna segura como la de Miguel Ángel López-, se ha hecho con un metal cuando nadie lo esperaba y en una disciplina con la que no se contaba. Quizás, quién sabe, la remontada de una delegación que por momentos estaba dando por bueno igualar los resultados de Sídney, cuando tan solo se pudieron recoger 11 medallas.