Gemma Mengual y Ona Carbonell, las sirenas españolas por antonomasia, no brillaron lo suficiente como para remontar dos posiciones y subirse la podio Olímpico. Las dos catalanas hicieron vibrar al Centro Acuático Maria Lensk de Río, pero no tanto a los jueces, que con una puntuación de 186.6357, las dejaron en quinta posición, por detrás de los dúos de Rusia, China, Japón y Ucrania.
Las españolas, últimas en saltar al agua de la piscina sabiendo lo que habían hecho sus máximas rivales, hicieron un Flamenco soberbio, con sentimiento y garra que sólo ellas pueden mostrar en el agua, pero no fue suficiente. Las notas, 94,1333 en la rutina libre y 186,6357 en el total, las dejaron muy cerca de esa cuarta posición lograda por las ucranianas Ananasov y Voloshyna, las pupilas de Anna Tarrés.
Su versión flamenco del Concierto de Aranjuez, con música de Paco de Lucía, las dejó cerca del podio, pero no lo suficiente. “Hemos salido a darlo todo, a vaciarnos en el agua, y con eso nos quedamos”, reconocía Ona. “Lo hemos luchado como nunca y esa es la satisfacción máxima. Antes, los países estábamos más distanciados, pero ahora estamos mucho más cerca”, explicó en la zona mixta.
Las que se mostraron intratables durante toda la competición en Río fueron las rusas Natalia Ischenko y Svetlana Romashina, que han dado a su país su quinta presea dorada consecutiva en unos Juegos, e igualan a las legendarias Anastasias, el dúo formado por Davydova y Ermakova que a principios de los 2000 revolucionaron este deporte. Su ejercicio de Río fue simplemente precioso, con una coreografía cuajada de elementos técnicos de altísima dificultad y ejecutado con precisión milimétrica.
Su ejercicio libre de “Sirenas”, compuesto específicamente para estos Juegos, fue sublime y así lo reconocieron los jueces, aunque ellas no se mostraban totalmente convencidas de su victoria al salir del agua. “La verdad es que teníamos miedo de las chinas, como hace unos años temíamos a las españolas. Nuestro nivel no ha evolucionado tanto en los últimos años y las demás sí que lo han hecho”, reconocía Ischenko, ya con la medalla de oro colgada del cuello.
Por detrás de ellas, las chinas Xuechen Huang y Wenyan Xun, que desde que son entrenadas por la japonesa Tamako han subido un escalón en el podio olímpico, y aspiran a hacer lo propio en la competición de equipos que comienza el miércoles. En Río fueron las únicas capaces de acercarse ligeramente a las rusas, aunque la diferencia final fuera de algo más de dos puntos.
Muy por detrás quedaron las japonesas Inui y Mitsui, que pelearon duro con las ucranianas y las españolas para lograr la última de las medallas, la de bronce. Sólo tres puntos separaron a las niponas de las españolas, una diferencia mínima.
Con el diploma olímpico en la mano, las sirenas españolas tienen ahora que cerrar página y abrir una nueva. “Es mi despedida olímpica seguro”, anunciaba poco después de salir del agua la barcelonesa, de 39 años y madre de dos hijos.
Tiempo de abrir un nuevo ciclo en la sincronizada española, de buscar nuevas caras y de plantearse volver a estar en los escalones del podio en Tokio 2020. “Hay que seguir luchando”, resume Ona.
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