"¡Luchando así, juntos como equipo, somos capaces de todo!". Nikola Mirotic expresaba así el sentir general de la selección española de baloncesto en su Twitter. No era para menos: España acababa de humillar a Francia en los cuartos de final olímpicos (92-67) y el interior montenegrino había contribuido a lo grande en el triunfo: 23 puntos, cinco rebotes, dos asistencias y dos robos para una valoración de 26. O, lo que es lo mismo, su mejor partido con la camiseta de la absoluta desde que empezara a vestirla en el Eurobasket de 2015.
Sin ninguna duda, el jugador natural de Podgorica brilló como nunca en un marco incomparable: el primer partido de los cruces de unos Juegos, el evento deportivo en el que todos quieren estar. Su concurso en ataque fue impecable, con unos porcentajes dignos de mención tanto en tiros de dos (4/7, 57.1%) como en triples (5/8, 62.5%). De hecho, fue el jugador español que más se prodigó desde la larga distancia, con un éxito fundamental a la hora de explicar la victoria de Scariolo y los suyos.
El partido se encargó de dejar claro que era el día de Mirotic desde los primeros minutos. Cuando Francia amenazaba con comenzar mejor el duelo, el jugador de los Chicago Bulls apareció para abrir el marcador español. Un aviso en forma de canasta al que le siguieron, poco después, los primeros triples del '44'. No le apodan 'Threekola' por casualidad.
Sumando de tres en tres y de dos en dos, Mirotic jugó el papel de Gasol mientras éste se dedicaba al trabajo sucio en la pintura, a base de rebotes y tapones. Nada ni nadie podía parar al talento balcánico. Ni el paso por el banquillo mermaba su protagonismo ofensivo: balón que recibía, balón que tiraba. Y, en la mayoría de ocasiones, con acierto.
Pero el ex del Real Madrid no sólo se encontró cómodo en la tesitura de 'cuatro' abierto. Tampoco eludió ningún duelo interior, fajándose en la pintura, y no desentonando, ante las torres francesas. Por mucho que delante estuviesen los Diaw, Gobert, Lauvergne o Pietrus de turno, Mirotic no se achantó. Jugó más por dentro de lo que acostumbra y no sólo posteando, sino también cargando el rebote y bien plantado en la defensa zonal planteada por Scariolo. En definitiva, fue el partido soñado para uno de los hombres llamados a liderar el relevo generacional de la selección española.
Un año difícil
Mirotic necesitaba un partido así. Ya venía cuajando buenas actuaciones en los últimos compromisos de la primera fase olímpica, pero no con tanta contundencia. Tras un buen sprint final en el pasado Eurobasket, llevándose el oro continental, su segunda temporada en Estados Unidos estuvo marcada por las lesiones y la irregularidad. No sólo por su parte, sino por la de los Bulls en pleno, que pasaron de ser segundos de la Conferencia Este a no clasificarse para los playoffs.
Llegado el verano, el montenegrino no las tenía todas consigo al respecto de su presencia en Río con España. Llegaba la gran incógnita de buena parte de las listas de Scariolo desde que es seleccionador: la elección entre uno u otro nacionalizado, entre Serge Ibaka y el propio Mirotic. Y, según muchos, el NBA elegido iba a ser el congoleño. Pero, a última hora, el desgaste físico del nuevo jugador de los Orlando Magic, autodescartado para la cita olímpica, decantó la balanza a favor de 'Threekola'.
Volvía a la selección por segundo verano seguido, después de dos períodos estivales también consecutivos en los que priorizó el descanso y el trabajo individual frente a la oportunidad de competir con la absoluta (2013 y 2014). Tiempos en los que, incluso, se llegó a especular con su posible participación en torneos internacionales de la mano de la selección de su país natal, Montenegro.
No obstante, Mirotic acabó defendiendo los colores de la nación que le hizo vivir uno de los mejores momentos de su carrera: un Europeo sub20 de 2011 en el que, inconmensurable, lo dominó todo y a todos. MVP indiscutible de aquel torneo (27 puntos y 10 rebotes de promedio, con actuaciones de hasta 41 puntos), la imagen celebraticia con el oro y la 'txapela' en Bilbao difícilmente se borrará de su memoria.
Es más, le estimulará a seguir triunfando en compañía de los mayores. Ahora, con 25 años, le ha llegado la hora de ser uno de los puntales de la España que él, los Sergios, Ricky, Rudy y los Hernangómez heredarán de la generación del 80. Totalmente integrado en el grupo, destacando su amistad con Pau Gasol (fundamental para su adaptación a la NBA y a Chicago) o la buena sintonía perenne con sus excompañeros del Real Madrid, Mirotic sigue creciendo con la selección.
En el horizonte, un reto de envergadura considerable: Estados Unidos. El país que alberga a la mejor selección y a la mejor liga, donde Mirotic seguirá buscando hacerse un hueco la próxima temporada. Será en unos Bulls ya huérfanos de Gasol y Derrick Rose, ahora anfitriones de todo un ídolo local que regresa a casa, Dwyane Wade. Pero aún queda mucho hasta octubre. Por el momento, Niko intentará que su nombre vuelva a relucir en un escenario tan interesante como la semifinal contra los norteamericanos. Sería la confirmación de que, como la cancha empieza a dictar, Scariolo tenía razón.