Serbia quería que el partido por el oro olímpico de 2016 tuviese idénticos protagonistas que los de la final mundialista de 2014. Un torneo en el que, por cierto, la selección balcánica también acabó cuarta de su grupo en la primera fase. Poco impedimento para acabar con Croacia y ahora Australia (61-87) en los cruces. Y no de cualquier manera, al menos en la semifinal, resuelta a favor de los hombres de Djordjevic desde los primeros minutos. La baza de ir por el lado "débil" del cuadro fue aprovechada, y con creces, a partir de una venganza contundente de los serbios, que perdieron contra el rival oceánico en primera fase (80-95). Ahora, vuelve a esperar Estados Unidos en la final (domingo a las 20:45), mientras que Australia peleará por el bronce contra España (domingo a las 16:30).
Si hubo un jugador con especial sed de vendetta en las filas serbias, ése fue Milos Teodosic. Amado y odiado a partes iguales, está claro que el base no deja indiferente a nadie. Y que, a la hora de la verdad, casi siempre aparece para sacar las castañas del fuego a su selección. Esta vez, la causa del rebelde de Valjevo era más que loable: llevar a su país a toda una final olímpica.
Así lo hizo, firmando 22 puntos y cinco asistencias, con unos porcentajes dignos de mención (7/10 en tiros de dos y 2/4 en triples). Markovic, Raduljica y Macvan le secundaron con garantías (14, 11 y 11 puntos respectivamente), también con buenas sensaciones del joven y prometedor Jokic (9 puntos y 11 rebotes).
Pero lo que decantó la balanza con claridad a favor de Serbia fue, sobre todo, la defensa. Tan intensa y efectiva como para dejar en únicamente cinco puntos a Australia en el primer cuarto, 14 en el segundo y 61 al sonido de la bocina. Con 43 rebotes favorables a la selección balcánica (por 30 australianos), todo fue más fácil.
En el bando aussie, tan sólo se salvaron de la quema dos habituales como Patty Mills (13) y Joe Ingles (12), también Motum (13). La revelación olímpica del baloncesto masculino cuajó el peor partido posible en el peor momento posible, quedándole el posible consuelo del bronce. Aunque, con España como adversario, quién sabe si la final de consolación no será un engorro más que una oportunidad.
Por su parte, a los pupilos de Djordjevic les toca volver a verse las caras con los estadounidenses. Ya lo hicieron en la fase de grupos (victoria yankee por la mínima, 94-91) y también en la final del Mundial de España. Entonces, les costó lo suyo perderle la cara al encuentro. Aunque todos los pronósticos apuntan en su contra, ¿serán capaces los serbios de sorprender al mundo este domingo? Será difícil, pero, visto lo visto, nunca imposible.