El 28 de julio de 1948, Ludwig “Poppa” Guttman acudió a la inauguración de los Juegos de Stoke Mandeville en Aylesbure (Inglaterra, Reino Unido). El prestigioso médico, especialista en neurología y en el estudio de las disfunciones físicas, no imaginaba por aquel entonces que su sueño de una competición deportiva para discapacitados, a imagen y semejanza de los Juegos Olímpicos, acabaría llegando tan lejos.
En aquel torneo simultáneo a las Olimpiadas de Londres participaron 16 exmilitares en silla de ruedas (14 varones y 2 mujeres), todos de nacionalidad británica, que compitieron en tiro con arco en los jardines del complejo hospitalario Stoke Mandeville, espacio de trabajo del doctor.
Una vida difícil en una época convulsa
La vida de Ludwig Guttmann (1889-1980) no estuvo exenta de dificultades. Natural de Silesia, llegó a ser considerando el neurólogo más importante de Alemania y ostentó la presidencia de la Comunidad Médica Judía en aquel país. Pero tras la consolidación del nazismo fue inhabilitado en el ejercicio de su profesión. Además, en su país fueron prohibidos el estudio y tratamiento de toda disfunción y discapacidad -dos de sus áreas de especialidad-, males a erradicar según la ideología del Tercer Reich. En marzo de 1939 hizo las maletas rumbo a Inglaterra, sin nada de dinero y acompañado únicamente por su esposa y sus dos hijos.
Tocaba empezar de cero, pero al menos la vida le brindaba una nueva oportunidad. Y Ludwig la iba a aprovechar en beneficio de toda la humanidad. Con el patrocinio del neurocirujano Hugh Cairns y la ayuda burocrática del Consejo de Asistencia a los Refugiados Académicos (CARA) pudo asentarse en Oxford, donde comenzó a investigar sobre el tratamiento y rehabilitación de los pacientes de heridas en la médula espinal. El objetivo del doctor era integrar a sus pacientes en la sociedad como miembros útiles y respetados, sea cual fuera su grado de discapacidad, una tesis muy cuestionada y nada popular en la Europa destruida de la posguerra.
Ludwig Guttmann adquirió la nacionalidad británica en 1945, en reconocimiento a su “buena labor a la patria” durante la Segunda Guerra Mundial, en la que ejerció como médico e investigador al servicio de los aliados. El proceso burocrático se desarrolló relativamente rápido para las convulsas circunstancias diplomáticas de aquella época.
La rápida consolidación de los Juegos Paralímpicos
Sus primeros logros en Reino Unido comenzaron en 1944, al fundar el primer centro monográfico de lesionados medulares en el hospital Stoke Mandeville. Lo novedoso del centro fue que en él la actividad deportiva no se consideraba una mera actividad recreativa, sino parte esencial de la rehabilitación física de los parapléjicos. Tan sólo cuatro años más tarde, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Londres, Guttman ya había sido capaz de organizar una competición de tiro con arco en silla de ruedas, los ya citados 'Juegos de Stoke Mandeville'.
El deporte se terminó de consolidar en el recinto hospitalario de Stoke-Mandeville gracias a los esfuerzos continuos y a la revolucionaria visión de “Poppa” Guttman. En 1952, a la pequeña competición de tiro con arco se incorporaron veteranos de guerra procedentes de los Países Bajos, dando lugar a los I Juegos internacionales de Stoke-Mandeville, enfrentando a atletas de Holanda y el Reino Unido. De esta forma, el deporte paralímpico dio el salto internacional y sus competiciones se adaptaron al formato actual de rivalidad entre distintos países.
En los años venideros el crecimiento del deporte paralímpico fue imparable. En 1960, la ciudad de Roma albergó I Juegos Paralímpicos, en los que participaron alrededor de 400 atletas en silla de ruedas de 23 países. Aunque no serían más que un aperitivo de todo lo que vino después. Cuatro años más tarde, los Juegos Paralímpicos se celebraron en Tokio con 370 atletas de 23 países; en 1968 se disputaron en Tel Aviv, con 750 atletas de 29 países; en 1972 tuvieron lugar en Heidelberg, con más de mil participantes.
El doctor Guttmann falleció de trombosis coronaria el 18 de marzo de 1980. Sus méritos en vida no pasaron inadvertidos y llegó a ser nombrado comandante de la Orden del Imperio Británico y Miembro de la Royal Society. También fue presidente de la International Medical Society of Paraplegia entre 1961 y 1970.
Sin embargo, el doctor no pudo presenciar grandes hitos paralímpicos, como la histórica cita la IX edición de los Juegos Paralímpicos de Barcelona 92, en la que se batieron todos los récords de participación e impacto mediático. A su ceremonia de apertura, celebrada el 3 de septiembre en el Estadio Olímpico del Montjuic, acudieron más de 65.000 espectadores, con presencia de la Casa Real incluida. También fue la primera ocasión que las todas las delegaciones se alojaron en las instalaciones de la Villa Olímpica, acondicionada para ser completamente accesible a todos los deportistas. Por otra parte, el previsible aumento de la competitividad y del número de participantes obligó a que se realizaran controles de dopaje.
El legado de Guttman
En la actualidad, Ludwig Guttman es considerado un referente global en el campo de la rehabilitación de pacientes con lesiones de la columna vertebral. Sin embargo, si por algo trascendió el legado del doctor fue por haber plantado en la arena de la Historia la semilla de los Juegos Paralímpicos, el mayor evento de deporte adaptado del planeta. Gracias a este acontecimiento, la sociedad ha evolucionado a la hora de comprender y acercarse a la discapacidad, alejándose de la ignorancia y del no menos peligroso paternalismo. De hecho, en más de una ocasión las marcas de los atletas paralímpicos han superado a las de sus colegas olímpicos.
Seguro que “Poppa”, que siempre consideró el deporte como un fenómeno de integración, se sentiría orgulloso si pudiera observar cómo ha evolucionado aquella competición amateur de tiro con arco hasta la actualidad, y hubiese disfrutado estos días como un espectador más de los últimos Juegos de Río de Janeiro, los cuales han contado con la participación de 4350 deportistas procedentes de 176 países.