Martín Fourcade, abanderado en PyoengChang 2018, lo es todo en Francia: héroe nacional, referente y ejemplo. Se lo ha ganado. El biatleta, 11 veces campeón del mundo, ha terminado los Juegos Olímpicos de invierno con dos medallas de oro –que se suman a las otras tres conseguidas en Socchi 2014 (una plata y dos oros) y la única de Vancouver 2010 (plata)– y se ha convertido en leyenda tras concluir su participación con una victoria en la prueba de 15 kilómetros por escasos centímetros sobre el alemán Simón Schemmp. Hasta aquí, todo normal. Lo suyo es una noticia de alcance más allá de los Pirineos, pero no tendría más de un breve en cualquier periódico español. Sin embargo, su condición de ‘norcatalán’ y la apropiación del soberanismo de sus victorias extienden su legado más allá de lo imaginable.

La prensa cercana al independentismo –el diario ‘Ara’ y el Nacional.cat, por ejemplo– se ha apropiado de sus victorias. ¿El motivo? Martín Fourcade nació en el Ceret (El Vallespir, 1988), en un territorio que pertenecería al norte de Cataluña –separado jurídicamente del Principado con el tratado de los Pirineos que firmaron Felipe IV y Luis XIV en 1659–. Ese es uno de los argumentos utilizados por muchos para catalogar sus victorias como las primeras de Cataluña en los Juegos Olímpicos de invierno. El otro motivo ha sido la adscripción al territorio del propio deportista: “Yo me siento catalán y francés”, reconocía en una entrevista con BTFM TV.

Martín Fourcade gana su cuarta medalla de oro en los Juegos Olímpicos de invierno



Martín Fourcade, hijo de Giséle Vila y Marcel Fourcade, lo considera así desde bien pequeñito. Empezó a hacer biatlón en Font-Romeu y está adscrito a la escuela castrense de alta montaña de Chamonix, es miembro del equipo de esquí militar y tiene el rango de ‘segundo teniente’, según la denominación francesa. Por toda esa trayectoria, más sus medallas en campeonatos internacionales (hasta 25 preseas en total en Mundiales), Francia decidió elegirlo como su abanderado.



Pero, más allá de su nacionalidad francesa, Martín Fourcade, a pesar de no hablar catalán, siempre se ha considerado como tal. “Es el problema de los catalanes franceses jóvenes, que no lo aprenden en la escuela. Es una lástima. Estoy seguro de que, como mi padre, que lo aprendió solo, pronto lo haré y la próxima entrevista la podremos hacer así”, le reconoce a un periodista de Turiski.



Ni ha escondido su ‘segunda’ nacionalidad ni tampoco su forma de actuar. “Estoy orgulloso de serlo. Cuando puedo, saco la bandera”, reconoció en la misma entrevista. En lo que no quiso entrar es en el tema de la independencia. Martín Fourcade nunca ha querido pronunciarse sobre eso, aunque sí confesó que no se sintió bien al ver la violencia del 1 de octubre: “Fue un poco triste ver la forma en la que fue tratada la mitad de la población por querer votar su independencia. Lo menos que pueden hacer es escuchar a la gente”, sentenció, en declaraciones a BTFM TV.



De una u otra forma, Martín Fourcade, después de los Juegos de invierno de PyoengChang, se ha convertido en una leyenda del deporte mundial. Catalán o francés, sus 25 medallas en campeonatos del mundo y sus seis preseas olímpicas, lo sitúan como uno de los mitos del biatlón a nivel planetario. Su legado va más allá de fronteras o nacionalidades, es de todos. Se lo apropien unos u otros.

Martín Fourcade celebra su victoria en los Juegos olímpicos de invierno. Reuters

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