La historia del automovilismo está llena de trágicas muertes, tanto de pilotos como de trabajadores o espectadores. El último caso, el del español que falleció durante el Rally de Montecarlo este jueves después de que fuese arrollado por el neozelandés Hayden Paddon, del equipo Hyundai. Y es que este accidente sucedido en el marco del WRC -World Rally Championship- es el ejemplo perfecto de que la seguridad al volante -especialmente en los rallies- dista mucho de ser perfecta.
Y eso que, tanto la FIA -de la cual depende el campeonato- como los organizadores de los 13 eventos que componen el calendario, han tratado en multitud de ocasiones de prevenir los accidentes, que suelen acabar de manera trágica. En concreto, para los espectadores, que exentos de cinturones y cascos son los más perjudicados cuando un coche se sale del trazado. ¿Es, pues, una cuestión de una regulación deficiente? O, por el contrario, ¿se trata de un comportamiento temerario por parte de los espectadores? Hay un poco de ambas.
La seguridad, una garantía imposible
Porque las estadísticas indican que hay más accidentes mortales en eventos locales, regionales o nacionales que en una prueba de renombre como el Mundial del WRC. Son, de hecho, los que alcanzan un mayor nivel mediático y suelen estar más relacionados con la falta de seguridad por parte de los organizadores -quienes tampoco disponen de medios suficientes para poder garantizarla- que con una conducta temeraria por parte de los aficionados.
El ejemplo es que, en un campeonato como el WRC, en 2015 estuvo a punto de perder la vida el piloto de Ford Ott Tanak, cuando su Fiesta acabó hundido cinco metros bajo la superficie en un lago durante el Rally de México. Entonces se habló de nuevo sobre la seguridad en el WRC e, incluso, el finlandés demandó a la FIA mejoras en este sentido, proponiendo a Jarmo Lehtinen, ex-copiloto de Mikko Hirvonen, para que liderase dicho esfuerzo.
Fue en vano. La FIA no modificó ni una línea de la reglamentación al respecto. Eso sí, unos meses después emitió un breve recordatorio de las recomendaciones dirigido a los organizadores y a los espectadores de rallies. Una guía práctica que resume las prohibiciones y estipulaciones para evitar que los accidentes se conviertan en tragedias en el WRC.
La principal preocupación por parte de la FIA es la de determinar los puntos de seguridad en los tramos peligrosos dentro de un tramo. Para ello, los organizadores deben discernir entre tres niveles de peligrosidad: desde lugares donde se exigen "requisitos de seguridad generales" hasta "aquellos puntos críticos que requieren de una atención especial respecto a la seguridad".
¿Espectadores temerarios?
En todos los tramos peligrosos la FIA permite la presencia de espectadores. Sin embargo, exige que se señalicen adecuadamente y, en el caso de ser de nivel 3 -el máximo-, añaden que sólo estará permitido posicionarse si la zona es elevada respecto al trazado. En estas zonas, se debe "indicar de color amarillo o verde la zona delimitada en la que puede situarse el público", señala la FIA, al igual que en todos aquellos puntos considerados no peligrosos. Eso sí, advierte de que "la colocación física se instrumentará en árboles, postes, piquetas, etc.", es decir, en zonas lo más protegidas que se pueda. Para el resto del tramo, existen zonas prohibidas que "siempre deberán estar señalizadas en rojo" con carteles o señales.
En el caso concreto de este viernes, fuentes de la Real Federación Española de Automovilismo (RFEDA) apuntan que el lugar donde tuvo lugar el accidente de Hayden Paddon no era una zona habilitada para el público. Esto ocurre con cualquier ubicación a ras de carretera, que no está en un punto elevado o en una zona de trayectoria normal del coche.
Por tanto, el español fallecido se encontraba en un lugar donde puede ir a impactar un vehículo en caso de salida o accidente. "Incluso aunque no haya ninguna señalización, el sentido común de cualquier persona que conozca cómo funciona esto, o incluso que no lo conozca, sabe que no es un lugar para ponerse", se apunta también desde la RFEDA.
La regulación es algo ambigua, pero podría evitar más tragedias si se siguiese al pie de la letra. El problema es que, ni siquiera en eventos organizados por la FIA, existe una capacidad operativa para controlar que todas las zonas prohibidas sean cercadas o que, en zonas de peligro moderado, no se permita que los espectadores traspasen los límites indicados. Y es que, a pesar de las indicaciones, dar unos pasos en el arcén para tomar una buena foto puede resultar letal.