Mientras la Fórmula 1 se prepara para abordar la temporada donde se juega su futuro con un reglamento que cambiará radicalmente el aspecto de los monoplazas, nuevas categorías complementarias y quién sabe si los rivales del futuro próximo surgen como respuesta a los retos de una evolución tecnológica que ya forma parte de nuestras vidas.
Coches eléctricos, realidad virtual y drones son conceptos que no sorprenden a nadie en el arranque de 2017. En un mundo donde el coche compartido y la alternativa eléctrica son ya una realidad que está cambiando el concepto de movilidad de la sociedad actual, la Formula E creada de la nada por el español Alejandro Agag ha visto el nicho y se ha consolidado atrayendo cada año a grandes marcas, la última Audi.
La categoría de monoplazas propulsados exclusivamente por energía eléctrica llegará a Nueva York, donde la Fórmula 1 nunca ha podido correr, y, días antes de que el Gran Circo comience su pretemporada, se celebrará el tercer ePrix en Buenos Aires, Argentina.
La alternativa que lleva las carreras a las ciudades es una realidad que crece año tras año gracias a combinar la esencia de las carreras clásicas de siempre con los avances de la sociedad. Se crean formatos hasta ahora desconocidos combinando realidad y ficción, gamers contra pilotos en un producto de masas, como en La Carrera del Millón de Dólares en Las Vegas.
Carreras sin gasolina y ahora sin pilotos
La respuesta de la Fórmula 1 a sus nuevos rivales pasa por ensalzar la figura de un piloto que afrontará un auténtico desafío físico para domar los coches más rápidos vistos sobre una pista en décadas.
Mientras, Roborace se presenta como un nuevo rival que surge de la evolución tecnológica. Un coche sin conductor es una apuesta arriesgada que adelanta un futuro al tiempo que anticipa los efectos de la quinta revolución industrial, que tantos titulares ha generado desde el Foro Económico Mundial de Davos.
Roborace pretende consolidarse como la primera carrera de automovilismo donde los coches competirán sobre un circuito de forma autónoma, sin intervención alguna de las manos y el instinto de Fernando Alonso o la agresividad de Max Verstappen.
Para 2018, el fundador de Tesla, Elon Musk, aspira a que podamos decir a nuestro coche que salga del garaje y venga a recogernos allí donde estemos. Lo que hoy parece ciencia ficción es ya una realidad en sus coches, a la espera de que la legislación permita a los coches viajar de forma autonóma por las carreteras.
Lo que puede parecer una locura es casi una realidad que muchos querrán ver competir sobre un circuito con la misma ilusión que los que llenaron las pistas para ver los coches más avanzados de la historia en el lejano 1950, cuando arrancó el Mundial de Fórmula 1.
La apuesta de uno de los principales fabricantes de neumáticos del mundo como Michelin por la atrevida propuesta de Roborace dice mucho de las posibilidades que esta nueva competición puede ofrecer en el futuro.
Inteligencia Artificial al volante
Además de Michelin, Roborace cuenta con la ayuda de Nvidia, que se encargará de aportar el ‘cerebro’ de un ‘monoplaza’ dotado con A.I. (Inteligencia Artificial), mientras que el fabricante de camiones eléctricos Charge proveerá los sistemas de propulsión eléctrica.
El objetivo de esta competición no sólo es crear carreras emocionantes, sino abrir las puertas al desarrollo de una tecnología de conducción autónoma que redunde en beneficio del consumidor final.
Las aplicaciones de Roborace a la producción de serie presentan a día de hoy un retorno en cuanto a hardware, software y sistemas mucho más importante para el futuro de la industria del automóvil y los problemas de movilidad que cualquier tecnología que la Fórmula 1 actual pueda ofrecer a los coches que conducimos hoy.