El incidente que desató la ira del matrimonio Crutchlow se produjo en la última vuelta del Gran Premio de Italia de MotoGP, cuando Dani Pedrosa, que marchaba en la duodécima posición, trató de superar al piloto británico en la curva 10, un viraje de derechas al que se llega a 218 km/h. La mala fortuna hizo que el español perdiera la rueda delantera, se fuera al suelo y, en su caída, arrastrara a Cal Crutchlow. La carrera terminó ahí para ambos que, cuando se levantaron de la grava, intercambiaron unas palabras que concluyeron con los gestos airados del piloto del equipo LCR Honda.
“Al principio me dijo que había pasado algo. Me enfureció porque era como si me estuviese mintiendo diciendo que no era su culpa. Después se disculpó y ahí quedó todo. No se arregla nada pegándonos. Yo he tirado a otros pilotos y me puede volver a pasar”, explicó Crutchlow, al que se le salió el hombro en la caída: “No podía respirar bien, pero luego se puso en su sitio. Estoy bien para la próxima”.
Después de tres podios consecutivos que le habían aupado hasta la segunda posición de la general antes de llegar al GP de Italia, Pedrosa se ha visto ahora relegado a la quinta plaza -empatado a 68 puntos con su compañero de equipo- y a una distancia de 37 de Maverick Viñales, líder del campeonato del mundo de MotoGP.
“Me alegro de que ya no sea segundo de la general”, afirmó Crutchlow después de que su esposa Lucy se fuera hasta la puerta del box del piloto español para esperarlo tras la caída e increparlo. Fue Livio Suppo, team principal del Repsol Honda, quien tuvo que llamarle al orden y pedirle tranquilidad.
“He intentado hablar con Crutchlow después de la caída, pero estaba muy enfadado. Normal, yo también lo estaría. Si puedo y lo veo por aquí, lo volveremos a hablar. Lo siento por Cal, porque fue culpa mía”, añadió Pedrosa, que en ningún momento de la carrera se encontró cómodo con su Honda RC213V.
“Ha sido un día muy malo. No hemos tenido nada de agarre, ni delante ni atrás. Hemos tenido muchos problemas desde la primera vuelta. No he podido notar nada de la moto. No tenía control sobre la moto, ni siquiera en las rectas. Se me escapaba el manillar de las manos, se movía mucho de atrás, la electrónica trabajaba demasiado. Perdía tantas veces el manillar que luego no tenía frenos. Ha sido una de las peores carreras en cuanto a sensaciones”, zanjó Pedrosa con la mente puesta ya en el GP de Cataluña, que se disputará el próximo fin de semana en Montmeló.
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