Joan Plaza dijo que Sergio Llull era “un monstruo” tras el primer partido de las semifinales entre Real Madrid y Unicaja. Lo que no sabía era que se iba a encontrar con varios más durante la eliminatoria. Jaycee Carroll apareció en el segundo encuentro y Luka Doncic y Anthony Randolph lo hicieron después, en un tercer duelo en Málaga que, como era de esperar, resultó un auténtico dolor de muelas. El Martín Carpena albergó un duelo a todo o nada para los locales que no defraudó en absoluto. El sufrimiento de los visitantes fue extremo, casi todo el partido por debajo en el marcador. Pero valió la pena: a la hora de la verdad, llegaron la remontada y la clasificación para la sexta final consecutiva de la ACB [Narración y estadísticas: 73-76].
El 3-0 madridista empezó a consumarse en la segunda mitad. El más joven del lugar fue el culpable de que lo que parecía una victoria segura malagueña pasase a ser la consumación de una nueva final en la era Laso. Doncic vuelve a las andadas en el tramo más decisivo del curso. Nada agradecen más sus compañeros que la recuperación de ese talento suyo tan abundante. Sus puntos, rebotes y asistencias fueron la clave para que el Madrid empezase a mirar de tú a tú a un Unicaja tan sólido como para amagar con romper el partido varias veces.
No pudieron. Ni con el balcánico ni con los tapones y la clase de Randolph. Suyo fue también medio triunfo. Se va a quedar en la capital española y esa es una noticia inmejorable para su equipo. Cuando aparece de esta manera, el Madrid es mucho mejor Madrid. Con lo mal que lo pasaron los suyos por dentro, el advenimiento del norteamericano fue una bendición. Se perdió el rebote, pero no la guerra que planteó Unicaja.
El sobresaliente se lo llevaron Alberto Díaz y Carlos Suárez. ¿Qué sería del campeón de la Eurocup sin sus dos grandes exponentes nacionales? El chaval dirige, mete triples y hasta rebotea; el capitán aporta tanto desde el perímetro como en la zona, capturando todo lo que puede. El bien se lo llevaron Smith, Brooks, Musli y Fogg, con el notable para otros dos jugadores: Nemanja Nedovic y Christian Eyenga. Uno estuvo a punto de darle el triunfo a los suyos cuando el Madrid ya parecía cantar victoria gracias a sus tiros imposibles. El otro, parece mentira que acabe de llegar, tiró del carro cuando peor dadas venían y el rival empezaba a mostrar su cara habitual.
Con Llull, como ya es costumbre, sobran las palabras. Cuando no encuentra el tono en ataque, lo hace en la dirección de juego. Y Ayón, desde luego, es otro que lleva dando el callo partido tras partido desde lo de Estambul. Además, la garra sobresalió cuando más tuvo que apretar los dientes el Madrid. De Nocioni y Reyes, para variar. Están empeñados en reivindicarse día tras día en esta postemporada.
Tantos aparecieron en las filas de Laso que, a pesar de la emoción permanente hasta el final, no hubo machada de Unicaja. La historia decía que remontar un 2-0 en contra era prácticamente una entelequia y así volvió a ser. Aunque en Málaga demostraron que los imposibles pueden existir. Y, por lo vivido allí, quedó clara otra cosa: este Madrid se merece tanto o más crédito que el de Ferrándiz y Sáinz. Queda una última batalla, la decisiva por el título contra Baskonia o Valencia Basket, para seguir confirmándolo.
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