Hubo un tiempo, no hace tanto, en que un campeonato del mundo del peso pesado detenía la rotación de la Tierra. Los combates de Jack Dempsey, Joe Louis o Rocky Marciano, Ali contra Foreman en Zaire, Ali y Frazier en Manila, los combates de Tyson, las batallas entre Riddick Bowe y Holyfield… El último gran combate de pesos pesados con el título en juego tuvo lugar en 2003, cuando el británico Lennox Lewis y el hermano mayor de Wladimir, Vitali Klitschko, batallaron en Los Ángeles durante seis intensos asaltos.
En aquel combate se impuso el británico por KO técnico debido a los cortes que tenía su rival, que estuvo bien cerca de ganar. Lewis, ya veterano, decidió anunciar su retirada tras este combate, lo que marcó el inicio de la etapa más triste y gris de la historia de los pesos completos. Un largo período dominado por dos gigantescos hermanos ucranianos, de eficiente técnica y gran pegada, pero de estilo tremendamente aburrido. Una era marcada, además, por la falta de aspirantes de calidad, incapaces de generar expectación o entusiasmo. Por primera vez en la historia, los campeonatos mundiales del pesado se disputan fundamentalmente en Europa, especialmente en Alemania, y no en Estados Unidos, lo que resulta bien significativo.
Este sábado, en Dusseldorf, Wladimir Klitschko, campeón del pesado para la WBA, IBF y WBO, intentará realizar su vigesimocuarta defensa exitosa del título mundial ante el peculiar y gigantesco imbatido británico Tyson Fury. Un pleito que debería haberse disputado el pasado 24 de octubre, pero que se pospuso por una lesión muscular en la pierna del campeón. Lo hará ante 54.000 espectadores.
Si en el resto del mundo no llama la atención, en Alemania le idolatran y bate récords de audiencia. En este caso, aunque el retador está sin probar, su chirriante personalidad y sus colosales dimensiones, más grande incluso que el propio Wladimir, ha generado más expectación que la retahíla de mediocres aspirantes a los que nos hemos tenido que acostumbrar en los últimos tiempos. Se enfrentarán dos personalidades absolutamente contrapuestas.
WLADIMIR KLITSCHKO
A sus 39 años tiene un récord de 64-3 (53) y no pierde un combate desde 2004, cuando contra todo pronóstico cayó derrotado ante el estadounidense Lamon Brewster. Ya en el campo amateur tuvo una carrera destacada que se inició proclamándose campeón mundial junior en 1993 y culminó con la medalla de oro en los Juegos de Atlanta 96. Con su hermano mayor Vitali campeón en versión WBC hasta 2012, ha dominado el peso pesado en la última década. Vitali finalmente anunció su retirada como campeón para dedicarse a la política en Ucrania y es en la actualidad el alcalde de Kiev.
Wladimir es culto, educado y elegante, habla cuatro idiomas y tiene un doctorado universitario en Ciencias del Deporte. Su gran afición es el ajedrez. Es un gigante que roza los dos metros de estatura y que suele subir al ring en torno a los 110 kilos de peso. Lleva nueve años como campeón, y con el tiempo ha desarrollado un estilo eficiente para aprovechar al máximo sus condiciones físicas exponiéndose a los mínimos riesgos.
A diferencia de su hermano, su mandíbula no es granítica, como se ha visto en las tres sorprendentes derrotas antes del límite que figuran en su palmarés, lo que le ha hecho adoptar un estilo mucho más cauteloso y precavido que, obviamente, va en detrimento del espectáculo. Su boxeo se basa en aprovechar un extraordinario jab que abre paso a una demoledora derecha. Todo desde la larga distancia y siempre minando a sus rivales sin prisas y sin riesgos, con continuos y exasperantes agarres cada vez que entra en una distancia que no le interesa.
Un estilo que perfeccionó, como Lennox Lewis, de la mano del gran entrenador Emanuel Steward. Tras la muerte de este, Wladimir tiene como entrenador a Jonathon Banks. A sus 39 años poco le queda ya que demostrar, aunque su objetivo será hacerse también con el título que le falta, el del Consejo Mundial de Boxeo. Un título que dejó vacante su hermano Vitali al colgar los guantes, y que está ahora en manos del estadounidense Deontay Wilder.
TYSON FURY
Físicamente es un portento, tan alto como Vitali y con un peso que ronda los 115 kilos. Pero este británico de 27 años, en lo personal, se encuentra en las antípodas del refinado campeón ucraniano. Fury procede de una familia Irish travellers, irlandeses nómadas, también llamados gypsies, un grupo con su propia jerga y con sus propias costumbres y códigos.
Es grupo étnico, el más discriminado en Irlanda según el Parlamento europeo, que tradicionalmente lleva una vida itinerante en caravanas y que se ha dedicado a la cría de perros y al comercio de caballos y de chatarra. Y también a las peleas bareknuckle o a puño desnudo, una forma primitiva de boxeo sin guantes con la que cruzan apuestas y con la que también dirimen cualquier conflicto. El padre de Tyson, conocido como Gypsy John Fury, fue boxeador profesional, pero donde destacó fue en los ilegales combates sin guantes. Ha pasado sus últimos cinco años en prisión por sacarle el ojo en una refriega a un antiguo amigo. El motivo de la disputa era una botella de cerveza por la que había discutido varios años antes en unas vacaciones en Chipre.
El retador nació en Manchester en 1988. Lo hizo de forma prematura, tres meses antes de lo esperado. Los doctores no le daban muchas opciones de vida. La familia Fury ya había perdido a dos niñas recién nacidas por la misma causa. En ese momento el campeón mundial del peso pesado era Mike Tyson, al que Gypsy John idolatraba. “Llamemos al niño Tyson”, pensó el padre. Contra todo pronóstico, sobrevivió
El récord de Tyson Fury es de 24-0 (18). Ha sido campeón británico y campeón de Europa, pero por supuesto no tiene ni de lejos la experiencia de Klitschko en la alta competición. Su entrenador es su tío Peter, también ex boxeador barecknucle. Su primo Hughie Fury es un peso pesado destacado. Otro primo, Andy Lee, es el actual campeón del mundo de la WBO del peso medio.
La vida de Tyson no ha sido nómada, pero siempre se ha mostrado orgulloso del legado y la idiosincrasia de su gente. Puede boxear indistintamente como zurdo o como diestro, tiene buena pegada, y también cierta movilidad para alguien de sus dimensiones. Pero sobre todo ha destacado por el estrafalario comportamiento con el que está afrontando el que es, sin duda, el combate más importante de su vida. Declaraciones altisonantes, mucha actividad en twitter y, como colofón, su sorpresiva aparición en la rueda de prensa de presentación del combate disfrazado de Batman. Promete noquear a Klitschko, y afirma que este será un combate sencillo para él. El flemático campeón ucraniano no se inmuta. Este tipo de manifestaciones las lleva escuchando desde hace nueve años.
Este sábado por fin veremos un campeonato del peso pesado que al menos ha despertado un poco de curiosidad. Comprobaremos si Tyson Fury es capaz de protagonizar la gran sorpresa, algo nunca descartable en esta división, o si será uno más en la larga lista de víctimas del eficiente pero anodino reinado del monarca ucraniano.